Dicen que algunos funcionarios quieren impedir que en el Pacto Eléctrico se llegue a un acuerdo para que la producción de energías renovables no pague impuestos. Pero ¿qué injusticia es esa? Eso va a dificultar que se llegue a un consenso, pues (casi) todo el mundo entiende que las energías limpias deben estar exentas de impuestos y quien invierte en ellas también.

Es más, la gente piensa que los bombillos de bajo consumo  no deberían pagar impuestos, y que los enseres del hogar que economizan electricidad tampoco. Todavía más, no solo es que no paguen arancel estos productos, ni ITBIS ni mucho menos impuestos selectivos, es que además debería eximírseles el impuesto sobre la renta a los que los importan, y a los que los producen, y a los que los distribuyen. Eso es lo justo.

También se considera justo que estén exentos los combustibles que utilizan las empresas generadoras de electricidad.

Ya vimos en la discusión del pacto educativo que también es justo que no paguen impuestos los libros, los cuadernos, ni material educativo o cultural alguno. Ni las computadoras. Y también que se exima de impuesto el ingreso que la clase alta y media destina a cubrir gastos de estudios en colegios y universidades. Y que ni los colegios y universidades paguen impuestos. Eso es muy justo, se trata de educación.

Por la misma razón, se entiende que lo más justo es que los medicamentos y materiales para la salud no paguen impuestos. Pero quién niega que los equipos y los insumos necesarios para la agricultura deban estar exentos de impuestos. Es injusto pretender cobrarles.

Dudo que alguien dude de la conveniencia de que todos los artículos de primera necesidad sean eximidos del pago de cualquier impuesto. Al fin de cuentas, los pobres no deberían ser obligados a cargar con el fisco. Pero la clase media está demasiado cargada, de modo que no debe cobrársele gran cosa por las placas de las jeepetas. Además es injusto que se le cobren tan altos impuestos selectivos por los combustibles, por las comunicaciones y por las bebidas.

Todo el mundo entiende que las empresas establecidas en las zonas francas deben estar exentas de impuestos. Pero no solo los insumos que usan y los productos que ellas fabrican, sino también las utilidades de sus dueños, porque de lo contrario, se van a otros países y el país pierde empleos.

Pero el resto de la industria tiene demasiadas trabas para su desarrollo, y afronta además una competencia desleal. No es posible invertir, expandirse y modernizarse si no se les exime de pagar tantos impuestos.

¿Y el turismo? Es nuestra fuente fundamental de exportación, y la que más moviliza el empleo y los ingresos hacia el resto de los sectores. En este caso, no es que los turistas sean pobres y no puedan pagar impuestos, sino que se pueden ir a otros países donde no se los cobren. Al fin de cuentas, ellos ni siquiera son de aquí. Y si se les exime a los turistas, lo justo es que también se les exima a los que invierten en hoteles y centros de atracción. Y hasta los que establecen restaurantes en el polígono central de Santo Domingo deben recibir ese beneficio.

No se nos pueden olvidar los que construyen viviendas para este pobre pueblo. Hay un gran déficit habitacional que debe resolverse y eso no es posible con tantos impuestos afectando los materiales y equipos y hasta los combustibles que se necesitan para las maquinarias. Y con mucha mayor razón los mecanismos financieros que viabilizan la movilización de capitales para las viviendas. Lo justo es que no paguen impuestos.

La región fronteriza, con tanta gente pobre y tan cercana con Haití. ¿Cómo no reconocer la justicia de conceder favores especiales a todo el que invierta para crear empleos en la frontera? Ahí no debería haber ningún impuesto.

Dentro de tanta gente insensata, inconsciente y además bruta, ahora algunos quieren que se le cobre impuestos a la actividad cinematográfica. Pero ¿cómo es posible?, si el país necesita desarrollar una pujante industria de cine, lo cual es imposible pagando impuestos. Es más, lo correcto es que a todo el que hace una película el Estado le regale el dinero. Para que se hagan muchas películas en que se muestre lo bonito y gracioso que es nuestro país. Que la gente se ría mucho.

Todo eso es lo justo. Ahora yo quisiera que alguien me conteste una sencilla pregunta: ¿quién diablos es que va a pagar lo que se necesita para el 4% del PIB para la educación, el 5% para la salud, otro tanto para la seguridad social, un 3% que se necesitaría para un confiable servicio de policía, un 2% para justicia, un 4% para invertir en infraestructura y, encima de todo esto, pagar la deuda pública, mantener la burocracia y subsidiar la electricidad?

Todo ello sin haber llegado al 5% del presupuesto para la UASD, el 10% para los municipios y cuantos porcientos se han inventado para partidos, juntas, legisladores, cámaras, etc. Y finalmente, de dónde sacar el dinero para pagar el fraude de Baninter que, entendámoslo, hay que pagarlo, porque de lo contrario amenaza con conducirnos a una parte II que puede ser más mortífera que la parte I que vivimos hace doce años.

Si la sociedad dominicana no es capaz de entender esto, que Dios nos encuentre confesados.