“Eso es bien difícil, muy triste todo eso. Quien no ha visto el Hospital de Herrera, el Vélez, no entiende la realidad del Covid. Eso es lo que tienen que enseñar en la televisión: unas salas con muchos viejitos en silla de ruedas.

Tuve que dejar a mi tía de 85 años, que no tiene seguro, en una silla de ruedas porque no había camas. Por lo menos, a mi hermana, que llevamos también y que tiene seguro, le dieron una cama.

Ha sido todo muy rápido, tía empezó ayer y de un día para otro le faltó el oxígeno. Para evitar dejarla sola en un hospital buscamos todo el día un neumólogo para un servicio en la casa, pero son escasos y no encontramos.

Se puso muy nerviosa, ahogándose, e inició el corredero para internarla de emergencia. Tuve que acompañar a mis primas, que no se saben mover y tienen muchas limitaciones. Mi hermana tenía tres días con una gripe, ¡y mira!, era Covid pero no tan agresivo como el de mi tía.

En el hospital, mucha gente llorando porque se le ha muerto un familiar.  Es muy duro allá. Los que van a fiestas tendrían que conocer la realidad de una sala de Covid. Tuve que quedarme mucho tiempo para ingresarla y ahora tengo que aislarme de mi familia”. 

Todo esto me lo cuenta Matilde, una esforzada madre de familia de Villas Agrícolas.

Un sencillo testimonio puede confirmar varios hechos de los que se está hablando. Así, las distintas cepas que circulan en el país no tienen el mismo patrón de expansión. Los síntomas experimentados no son los mismos para todos los enfermos, ni los mismos que hace un año y son más brutales de una cepa a otra, confundiendo más a la población.

Por eso se debería restablecer el acceso a las pruebas PCR gratis que,  a pesar de sus limitaciones, son el único sistema con el que contamos actualmente para identificar la presencia del patógeno. 

Juntando este sencillo relato emitido el pasado sábado con el contenido de la emisión de Nuria del mismo día y el pronunciamiento de Monseñor Osoria sobre el subregistro de las defunciones, se puede deducir que han surgido dudas sobre el número de muertos anunciado en las estadísticas oficiales y a preguntarse la gente sobre qué base la letalidad de la República Dominicana alcanza solo un 1,22.  

El gobierno, al mismo tiempo que lleva una exitosa  campaña para motivar nuestra población a vacunarse, debería también informar claramente a la ciudadanía sobre los beneficios y alcance de la vacuna Sinovac y de todas las vacunas. 

No debemos fomentar la idea que saldremos del problema solo con una campaña de vacunación. Si bien las vacunas son imprescindibles y efectivas, no son mágicas y los contagios no se van a reducir de un día para otro sin la cooperacion de toda la ciudadania.

Los extranjeros residentes en el país, documentados o no documentados, deben ser objeto de una atención particular de las autoridades sanitarias por las condiciones de vulnerabilidad en las cuales algunos de ellos viven y por el desconocimiento que tienen de que ahora pueden acudir a los centros de vacunación.

Para la República Dominicana el ejemplo de Chile es aleccionador. A pesar de ser el país más exitoso de América Latina en materia de vacunación ha conocido en marzo un repunte dramático de los casos de Covid.

Frente a una enfermedad tan nueva, los mensajes optimistas son de doble filo. Alimentan los deseos individuales  de normalización de cada uno de nosotros y especialmente de una parte de la juventud que no capta la realidad de la pandemia, que no quiere saber lo que pasa adentro de los hospitales, y que con fiestas y teteos demuestra una conducta antisocial.

Frente a la dedicación y el desvelo del personal de salud sometido a un estrés permanente y altos riesgos, y que son los héroes invisibles de nuestro país, se impone por mera solidaridad, el auto cuidado permanente y la responsabilidad individual y colectiva.

La pandemia exige un alto compromiso, la capacidad de ponerse en cuarentena y auto aislarse después de haber tenido contacto con una persona infectada, mantener las medidas de bioseguridad y el distanciamiento social.  ¡Siendo responsables y solidarios es la única  forma de protegernos a todos y de lograr la inmunidad colectiva que nos abrirán la puerta a la verdadera normalidad!