En el largo enfrentamiento de EEUU a la cabeza del "Mundo Libre" con la antigua Rusia comunista tres enfoques estratégicos fueron empleados por los estadounidenses: La reversión de países perdidos, conocida en inglés como "theroll back" que pretendía, como indica su nombre, revertir o regresar al campo capitalista países que ya habían adoptado el socialismo. El segundo enfoque se llamó "contención" que de mala gana aceptaba el status quo pero perseguía evitar que ningún otro país fuera perdido a los comunistas. El tercer enfoque, y este provino del campo socialista, planteaba la "coexistencia pacífica" o sea, la tolerancia mutua para competir en todos los espacios. Los tres enfoques se sucedieron, poco más o menos, en el orden mencionado y todos sabemos como terminó la historia al final. Si es que acaso podemos asumir como final la situación actual, lo cual puede ser discutible.
¿Por qué evocar ahora esta etapa y en particular la primera?
La evidencia, sugiriendo que sectores conservadores, derechistas y retrógrados se aprestan a liquidar las más fundamentales conquistas democráticas del siglo XX se acumula día tras día. La liquidación de programas asociados al bienestar de los trabajadores, de las minorías y de los marginados; los intentos para privatizar primero y desmantelar después el seguro social y los servicios médicos y la degradación de las condiciones físicas de los trabajadores que ahora trabajan, más tiempo y más intensamente, por menos dinero no dejan dudas.El capitalismo de hoy cree que no puede vivir con estas antiguas conquistas que se le antojan concesiones insoportables, debilidades inadmisibles.
Después de todo, la única verdadera razón por la que el capitalismo del siglo XX se democratizó y humanizó fue el socialismo. Sin la Unión Soviética y las conquistas que supuso para los trabajadores a pesar de todas las aberraciones, restricciones y sacrificios, no hubiera habido un referente para los trabajadores de otros países y sin ese referente no habría alcanzado el movimiento obrero las dimensiones que le conocemos hoy día. Fue para evitar que los trabajadores se alinearan con la causa del socialismo, fue para prevenir su politización, fue para evitar que las llamadas democracias se convirtieran en dictaduras socialistas que el capitalismo consintió en democratizarse. Entonces, desaparecido el socialismo ¿por qué habría de mantener vigentes el capitalismo unas concesiones que fueron originalmente otorgadas para evitar que el socialismo avanzara hacia otros países?
Lo mismo puede decirse del orden y la legalidad internacional. El terrorismo y la piratería que Inglaterra, Francia, EEUU y otros países practican hoy contra Libia ha sido posible por la pérdida del equilibrio internacional que giraba alrededor de la bipolaridad. Sin la necesidad de competir con el socialismo, liberados de las restricciones que le imponía, estos gobiernos se han lanzado a la forja de un nuevo orden que los acomode a ellos. La sola elección del surcoreano Ban Ki Mon al frente de la ONU, el abuso de las resoluciones 1970 y 1973 sobre Libia; la amenaza de sanciones y penurias adicionales sobre los palestinos si se atreven a tramitar su solicitud de reconocimiento del Estado palestino así como los ataques unilaterales en Somalia, Pakistán, Yemen y otros sin que medie declaración de guerra ni ofensa por parte de estos países agredidos, toda esta evidencia apunta inequívocamente a la destrucción intencional de un orden internacional. Esta destrucción a la escala de los estados y del derecho internacional ha sido asumida como posible por los gobiernos exactamente por las mismas razones que en el plano social se desmantela el estado de bienestar de los trabajadores. Si no hay una amenaza socialista ni una potencia o un campo socialista con el cual se puedan alinear los maltratados de la tierra, ¿por qué se deberían hacer concesiones?
Lo anterior explica una contradicción aparente. ¿Cómo es posible que un capitalismo corporativo en crisis profunda y prolongada, militarmente derrotado, políticamente desacreditado haya sido capaz de anotarse importantes victorias políticas electorales, legales y sobre todo, mediáticas? En todas partes, el exceso de ruido aturde, desconcierta y paraliza. Mar revuelto, ganancia de pescadores, dice un viejo adagio. La gente ya no es capaz ni siquiera de percatarse de los peligros y si los advierte no tiene capacidad de respuesta o carece de la voluntad para enfrentarlo porque sus vidas enteras se consumen en el consumo. Debemos releer a Marshal McLuhan.