La esperanza de vida en el mundo:
El incremento paulatino de la esperanza de vida en el mundo es innegable. Las cifras estadísticas que así lo muestran está a la disposición de un clic en la web. Las cifras que aporta el Banco Mundial en su página Esperanza de vida al nacer, total (años) | Data (bancomundial.org) nos proporcionan una visión amplia de este fenómeno, tomando como referencia los años 1960 a 2018, es decir, casi los últimos 58 años.
Al comparar el promedio mundial con los datos de la esperanza de vida de los dominicanos el resultado se muestra en el gráfico que sigue donde se aprecia, en sentido general la misma tendencia. Ahora bien, a partir del año 1981 los valores relativos de esperanza de vida para los y las dominicanas, se separan ligeramente de los del resto del mundo. Son una diferencia muy mínima, pero permanente. ¿Hemos mejorado un tanto más que el promedio del resto del mundo o el promedio del resto del mundo ha visto empeorarse más que nosotros sus condiciones de vida? Siéntase usted en la libertad de plantear otras hipótesis.
Al considerar la esperanza de vida al interior de nuestro país y tomando en consideración el sexo de la persona, como se sabe, la mujer presenta una mayor esperanza de vida. El siguiente gráfico muestra dichas tendencias, en el cual mientras las mujeres incrementan su esperanza de vida de 53.09 (1960) a 77.20 (2018); los varones lo hacen de 50.28 a 70.81, para esos mismos años.
¿Son mayores las condiciones de riesgos de los hombres que las mujeres en República Dominicana? ¿Afecta de la misma manera la jubilación en el caso de los hombres que las mujeres? ¿Cuenta la mujer dominicana con una mayor actitud favorecedora de la salud que los varones? De la misma manera que la sugerencia anterior, postule usted sus hipótesis.
No existe un criterio único para definir o tipificar dicho período, sobre todo desde una perspectiva global y psico-social. En sentido general, se emplean dos criterios:
- La edad, señalando tres etapas en este proceso:
- De 60 a 70 años: la senectud.
- De 72 a 90 años: Vejez.
- Más de 90 años: grandes ancianos.
- El socio-laboral, en el cual se consideran cuestiones de naturaleza normativas donde se define el período de jubilación, como sinónimo de envejecimiento. En la mayoría de los países este período va de los 65 a los 67 años. Se llega hablar incluso de aumentar los años, hasta los 70, para contar con dicho derecho.
Hay varias razones que se argumentan para explicar la tendencia en el incremento de la esperanza de vida, entre ellas:
- Hay menos conflictos bélicos hoy que en el pasado.
- La alimentación ha mejorado: la producción alimenticia es una actividad económica de gran envergadura y a gran escala.
- La atención médica ha mejorado y su relativa universalización es un hecho, además se cuenta con mejores procedimientos diagnóstico para la detección de enfermedades, al mismo tiempo que con mejores medicamentos y estrategias para combatirlas.
- Se pudiera añadir, además, que las personas están mejor informadas y acuden con mayor prontitud a la consulta médica.
Aumento de la esperanza de vida y políticas globales:
El fenómeno descrito anteriormente ha sido objeto de recomendaciones importantes por los organismos internacionales como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) e incluso la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Ambas organizaciones han declarado que el año 2020 marcó el inicio de la Década del Envejecimiento Saludable e instan a los gobiernos, sociedad civil, agencias internacionales, medios de comunicación y otros, a trabajar para mejorar la vida de las personas mayores, sus familias y sus comunidades, y, sobre todo, encarar la discriminación por edad y estigma. Han asumido el período 2021-2030 incluso, como la Década del Envejecimiento Saludable.
La OPS define el constructo “envejecimiento saludable” como el desarrollo y el mantenimiento de las habilidades funcionales que permitan el bienestar en la vejez. Estima que para el 2050 se duplicará el número de personas mayores de 60 años a nivel mundial y en la región de las Américas y que para el 2025, los mayores de 60 años representarán el 18.6% de la población total de la región. Pone la nota de que América Latina y el Caribe es la segunda región de más rápido crecimiento en términos del número de personas mayores de 60 años.
Ahora bien, el aumento de la esperanza de vida no se traduce en un mejoramiento de la calidad de vida de los envejecientes, dice la OPS. Esta situación se hace evidente en el impacto que ha tenido el COVID-19 en ese segmento de la población: En Brasil el 76% de las muertes relacionadas con dicho virus durante el período febrero a septiembre del 2020 fue en adultos mayores; Perú tuvo la tasa más alta de mortalidad por el mismo factor en mayores de 70 años durante el período marzo-mayo 2020; en Canadá más del 80% de esas muertes se produjeron en residencias o centros de atención a largo plazo, es decir, personas ubicadas en dicha etapa de la vida.
El mundo en general y de manera particular los países no pueden ignorar que cada vez la población envejeciente crece y con ello las necesidades de programas especializados para las mismas. La estructura demográfica presenta características distintas de una región a otra, mientras la pirámide de edad se hace un poco más ancha en los países del tercer mundo, en el caso de los países del primer mundo, presenta otro comportamiento. Lo que no puede negarse en ningún caso es el fenómeno del crecimiento de la esperanza de vida.
Concretizando su propuesta:
La OPS define cuatro áreas de acción, proponiendo algunos elementos para hacer posible su aplicación.
Estas cuatro áreas de acción deberán constituirse en políticas públicas, a fin de que la población de personas envejecientes tenga la oportunidad de una vida más digna, al mismo tiempo que disminuyan las condiciones de riesgos y aumenten las condiciones de esperanza de una vida más digna. Esperamos, además, que dichas sugerencias no se constituyan en una razón solo para engrosar la nómina pública.
Estas cuatro áreas son las siguientes:
- Cambiar la forma en que pensamos, sentimos y actuamos hacia la edad y el envejecimiento:
Aboga por mayor independencia y autonomía, consentimiento informado en materia de salud, reconocimiento igualitario ante la ley, seguridad social, accesibilidad y movilidad personal garantizada, y otros derechos para los envejecientes.
- Asegurar que las comunidades fomenten las capacidades de las personas mayores:
Se proponen un conjunto de medidas que permitan ampliar la Red Mundial de la OMS para las Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores.
- Ofrecer atención integrada centrada en la persona y servicios de salud primaria que respondan a las personas mayores:
Llama a un cambio de estrategia en la atención de las personas mayores en el ámbito de la salud.
- Brindar acceso a la atención a largo plazo para las personas mayores que la necesiten.
Las universidades deben ir planificando la formación de profesionales especializados en el acompañamiento de estas personas, que no deben seguir siendo manejadas como enfermos, sino más bien, personas con “necesidades especiales”.
En lo que el “hacha va y viene”, e incluso, en el caso de que tales sugerencias sean atendidas con la prontitud y en el tiempo que se especifica, quiero recuperar lo planteado al final del artículo de la semana pasada y publicado por este mismo medio:
“No te detengas a sufrir los embates del desgaste físico y mental, son cosas parte del proceso mismo. Asume los dolores de espalda y de caderas, como signos de que aún estas vivo y alégrate de ello. Da gracias a quien quieras al acostarte y, mucho más, cuando despiertas en la mañana, sigues ahí. Ríete más de ti y de los demás, pues al final de cuentas dirán, “son cosas de viejos”, mientras tú no haces más que disfrutarlas. Sal a caminar para disfrutar el paseo en todas sus manifestaciones, sin la tensión y, mucho menos, la pretensión de ganar ninguna carrera de velocidad, ya con tu edad, la ganaste viejo. No te encierres en los libros de papel, son buenos, pero también disfruta aquellos que te ofrecen las nuevas tecnologías, al final de cuentas, son libros por igual. No prestes tanta atención a lo que dirán, pues siempre lo hacen, sí, efectivamente, siguen siendo “cosas de viejos”. Júntate con los amigos, los panas -dirían los hijos y los nietos- ellos, más que nadie, saben lo que sientes, pues posiblemente sienten lo mismo que tú.”
La semana próxima lo voy a dedicar al arte del Ikigai: los secretos para una vida larga y feliz.