Temo que Temo olvida cosas que todos, menos él, hemos temido. Temo que en el festival de excesos de la campaña electoral, Temo olvidó el temido déficit fiscal que nos dejaría su temeridad. Temo que Temo olvidó las consecuencias en la cuenta corriente, y la contracción a que sus nada temerosos actos conducían, y el impacto que el temerario endeudamiento público tendría en el valor del peso. Ahora, el olvidadizo Temo pide con temor que quien sea (no él) haga que baje el temible precio del dólar. Pero, Temo, no temas. Temo que no sepas que sólo Judas temió.