Un Estado Patrimonialista es todo lo contrario a un Estado Moderno. Patrimonio significa: Bienes, riqueza, hacienda, fortuna, capital, herencia, sucesión, legado, propiedad. En el Diccionario de la Lengua Española, Patrimonialista es “Que propicia la conservación del patrimonio familiar o de una sociedad. Nos dice acerca de Patrimonio: “Hacienda que alguien ha heredado de sus ascendientes. Conjunto de características que se heredan”.
En la sociedad dominicana la concepción de un Estado Patrimonialista está negado a la luz de la Constitución en sus artículos: 7 (Estado Social y Democrático de Derecho); 29 numeral 2 (Derecho a la igualdad y ninguna entidad de la República puede conceder títulos de nobleza ni distinciones hereditarias).
Para Max Weber, citado por Francis Fukuyama en su libro Orden y Decadencia de la Política, en los Estados patrimoniales “el sistema de gobierno se considera un tipo de propiedad personal del gobernante y la administración del Estado es esencialmente una extensión de su casa. Las formas naturales de sociabilidad, dependencia de la familia y amigos siguen presentes, en los Estados patrimoniales”.
El Estado nuestro es profundamente patrimonialista, sobre todo a partir del 2004. Es en estos últimos 12 años, después del 1961 en la democracia postrujillista, esto es, 55 años, donde el Estado se ha sobredimensionado en la referida caracterización. El Estado surge al unísono del 1844; empero, el principio de legalidad y el gobierno responsable o lo que se denomina modernamente, responsabilidad democrática, han adolecido por su ausencia, salvo un espacio de tiempo muy efímero en el acontecer político de la sociedad dominicana.
El principio de legalidad, como la asunción de las reglas de juego establecidas, como el respeto a las normas y a las leyes, como ente de interacción social, que crea el necesario equilibrio de las expectativas de los actores, los ejes de la confianza, constituyen el baluarte de un Estado Moderno. El Estado Moderno, nos dice Fukuyama “es impersonal: la relación de un ciudadano con el gobernante no depende de vínculos personales, sino simplemente del estatus de ciudadano. La administración del Estado no está formada por la familia y los amigos del gobernante; la contratación administrativa se basa, por el contrario, en criterios impersonales como el mérito, la formación, o los conocimientos técnicos”.
Muchas de las características del Estado Patrimonialista en la sociedad dominicana, tienen su génesis en tiempos muy pretéritos, donde el Estado mismo alumbró, devino antes que el mismo principio de legalidad. Todo, entonces, se erigía y sobredimensionaba alrededor del gobernante de turno. La ley, las reglas de juego, están subordinadas a lo personal y a la personalidad del Ejecutivo del Poder Ejecutivo. Desde entonces hasta ahora, todo lo bueno, todo lo que se pide es al Presidente. Los nombramientos, el agradecimiento, la gratitud no es al Estado sino al Presidente de turno.
Del patrimonialismo exacerbado se llega como plataforma de dominación y mayor alcance de hegemonización al clientelismo, eje nodal para la permanencia en el poder. Así, el control del Estado, es el único mecanismo, instrumento e instrumentalización, no solo para la acumulación y la opulencia, sino sustentador primordial, catalizador y cohesionador de los distintos intereses que se expresan desde el Estado. ¡Es tanto su configuración que sin esa alquimia no podrían sostenerse en el mismo. Por ello, el Partido es “el armonizador” de la Corporotocracia. La diferencia, pues, no es de visión del Estado, de ideología sino de grupo, en una lucha por quien administra “el negocio” para repartir más. Han creado una burguesía burocratizada desde el Estado y otros, ya burgueses, reproducen más velozmente sus riquezas; ahora, con un andamio catapultador exorbitante dentro del Estado.
Un Estado Moderno, en consecuencia se cimenta más allá del amiguismo, del nepotismo y tiene como base del Reclutamiento y Selección del personal la meritocracia, donde la antigüedad per se no es un rango, no se constituye en un grado, sino va unido a la necesaria competencia de acuerdo al perfil de cada cargo.
¿Cuáles son algunos ejemplos que resaltan la taxonomia de un Estado súper patrimonialista, sobre todo, a partir del 2004? En un Estado Moderno no se concibe una Primera Dama con un Despacho donde el presupuesto que maneja es más grande que el de otros ministerios (Ministerios de la Mujer; de la Juventud, de Deportes; de Administración Pública, de Economía, Planificación y Desarrollo). Ese Despacho no está en la estructura formal del Estado. Lo que hace la Primera Dama, en la mayoría de los casos, forman parte de las funciones de otros ministerios. Nunca antes en la historia política dominicana habíamos asistido a esta desviación.
Ahora vemos como Lucia Medina, Diputada, miembro del Comité Político, es seleccionada para presidir la Cámara de Diputados. Aquello es insólito, en ninguna sociedad democrática sería visto con buenos ojos, independientemente de la “legalidad”. No todo lo legal, es necesariamente legítimo y ético. Esto es una expresión de alta vocación autoritaria y de personalización del poder. ¿Cómo entender, en una sociedad de mediana intensidad democrática, que la Presidente de la Cámara de Diputados envíe directamente leyes a ser conocida por el Presidente, que es su hermano? ¿Cómo entender que ella sería en una Asamblea Nacional, la segunda en jerarquización y en ausencia del Presidente del Senado, la primera? ¿Dos poderes del Estado en manos de dos hermanos en una democracia? Estarán al mismo tiempo, en Consejo Nacional de Magistratura.
Simple obviedad, los conflictos de intereses vuelan como las mariposas en primavera. No existe la clara diferenciación entre lo personal, lo impersonal-institucional. El Estado se recrea en la mera pantomima de la dinámica familiar. En el Estado Patrimonialista y al mismo tiempo clientelar, una parte significativa del mismo, queda como eje subalterno a la agenda del Poder Ejecutivo, en función no de los intereses de la sociedad sino del grupo que representa. Un presupuesto se organiza, se orquesta para validar con el dinero de la sociedad, lo que ha de ser la redituacion en el poder. Solo hay que ver la diferencia del presupuesto del 2015 y el del 2016 en su elaboración, jerarquización y prioridades.
¡El fortalecimiento del Estado Patrimonialista degrada todo lo que contiene de forma y contenido el marco institucional, lo convierte en laxitud, en suavizar y distenderlo todo para lograr sus objetivos. Quebrar esa acción requiere seguir exigiendo la legalidad y la institucionalidad!