La elite política tiene tal nivel de compromiso con la “sociedad” que es capaz, en aras de mantener sus ausencias de verdades, distorsionar, manipular y mentir. Muy a menudo tergiversan y sacan de contexto cualquier documento, cuyo propósito del mismo guarda en sí cierto rigor. Entonces, para los apologistas de la magia, del “truco”, de amplificar en la virtualidad y los medios cualquier información, no importa su grado de validez y fiabilidad. Lo crucial es el “montaje” de los signos del progreso, aun cuando la realidad le niega su discurso y se hace difícil de encontrar. Los 75 muertos de dengue no constituyen para ellos ningún indicador, ninguna señal de pobreza y exclusión.

¡La Campaña está montada! Dí algo y luego averiguamos. Es lo que finalmente pensaría la Ministra de Trabajo, Maritza Hernández, cuando dijo que el desempleo en Dominicana anda por 5.9%. Ni siquiera se preocupó por ver los informes del Mercado de Trabajo expuestos en la página web del Banco Central.

Para el Banco Central la Tasa Global de Participación es de 57.3% y la de Ocupación es de 48.9%. La de Desocupación ampliada es de 15.6, para el 2014; y, agregamos nosotros, en el 2015, Agosto, la desocupación ampliada es de 14.6%. En la misma página del Banco Central relativo al Mercado de Trabajo, la Desocupación abierta para el 2014 era de 6.4 y hoy se encuentra en 7.6%.

En rigor, en función de la realidad social y para asumirla en su verdadera dimensión y plenitud, con objetividad, la que nos pondera la radiografía es la Desocupación Ampliada pues registra los desocupados actuales y los que están desocupados y no están buscando empleo. En una real auscultación, la Tasa Abierta de Desocupación es un eufemismo que no responde ni toma en cuenta al ser humano, en su esperanza-desesperanza y frustraciones, al tener dos años buscando empleo y luego “descansa” en el laberinto social-emocional de la postración. Un ser humano invernando en la ansiedad y el estrés que le causa tener un tiempo prolongado sin trabajar.

Desde la Sociología Organizacional se calcula la Tasa de Desocupación como el porcentaje entre la población desocupada y la población Económicamente Activa. La Tasa de Empleo se calcula como el porcentaje de la población ocupada con relación a la Población Total.

El drama social y con ello la perspectiva de la sociedad, desde el horizonte del mercado, es cómo el empleo no crece significativamente. Ni siquiera absorbe a la población económicamente activa que “ingresan” anualmente al Mercado de Trabajo. El panorama equilibrado del Sistema Social solo se fragua a partir de tres dimensiones: la creación de empleos formales, la distribución de la riqueza y el fortalecimiento del desarrollo institucional. Sin embargo, en nuestro país estos tres pilares lejos de mejorar, están desdibujándose en la pendiente negativa. La Tasa del Empleo Informal vista desde la metodología de la OIT está en 55.7%, y desde otros ángulos alternativos (Seguridad Social), como nos lo señala CREES, sería 64.4%. Dicho de otra manera, la precarización del empleo se ha instalado en el Mercado de Trabajo de la sociedad dominicana.

Cuando se pondera lo que significan los ingresos para los hogares en la calidad de vida, en el bienestar, el desconcierto produce pavor. La participación salarial en la Renta Nacional que hace 20 años era de 47%, hoy es de apenas un 27%; al tiempo que el nivel de salario medio real es equivalente al 1991. En Europa y los Estados Unidos los ingresos por medio de los salarios representan entre un 70-80%. Aquí está en la franja entre 35% – 40%. Sucede que los salarios conforman unos de los componentes fundamentales para toda una estrategia seria de reducción de la pobreza y de la desigualdad social. La desigualdad de los salarios, que en Dominicana es abismalmente asimétrico, y los ingresos son piedra en el camino que afectan ostensiblemente los niveles no solo de bienestar para el conjunto, sino la cohesión social que ha de ser el paradigma para la construcción de democracia más inclusiva, más decente.

Cuando estudiamos la formación social dominicana nos damos cuenta que la desigualdad, en gran medida, está configurada por tres ingredientes: el Mercado de Trabajo: Tasa Global de Participación (Cantidad de personas en edad de trabajar, que están trabajando): 55.7%, en Abril del 2015. Tasa de Desocupación – 2015, ampliada 14.6%; y, Abierta, 7.6%. La Tasa de Ocupación en el 2015 52%. En la distribución salarial: En el Estado la relación entre el que más gana y el que menos gana es de 205 veces: RD$1, 049,000.00–RD$5,117.00. Por último, el empleo remunerado, sobre todo, que logre satisfacer las condiciones materiales de existencia.

Un 84% de los que trabajan no logran acceder a la canasta promedio nacional que es de RD$27,968.32 según el Banco Central en su Tabla del Costo de la Canasta Familiar. De acceder a la canasta promedio tendrían que hacerlo recurriendo a mecanismos institucionales bancarios y a los extra institucionales. Por eso estamos entre los países más endeudados personalmente, en medio de una sociedad que propicia el consumo sin articular la materialidad que lo sustente. El consumismo y la presión social entonces lo alienan, llevando una vida social no consecuente con los ingresos reales.

El último Informe de Oxfam, “Privilegios que niegan Derechos”, nos dice que “R. D. el ingreso anual de los multimillonarios es de $4,079 veces lo que ganan los dos millones más pobres y que la mayor concentración de riqueza la tienen 265 multimillonarios cuya riqueza es de 30 millones de dólares o más, lo que es igual al 49% del PIB del país”. La percepción de la corrupción en el Estado se encuentra en un 76.3 por encima del promedio general de los 18 países analizados en el Informe de Oxfam, así como destaca con cifras del 2013 y 2014 que la Población Pobres y Vulnerables constituyen el 80% de la población total. (38 y 42.3).

La verdad reflota para abrir ventanas en el surco sugerente de la gobernanza necesaria. Una Gobernanza que permee los signos refulgentes de la esperanza redimida que troca y destruye la mentira, como cáncer lapidante de una campaña, sin aviso y tiempo atemporal. Es que la ola del progreso de la subjetividad no encuentra ala en la institucionalidad legitimada por las cifras.