Algunos economistas al servicio del Gobierno intentan confundir a la población con piruetas aritméticas sobre una tarifa eléctrica que permanece congelada en las alturas a pesar de la drástica reducción de los precios del petróleo (y sus derivados), del carbón mineral y del gas natural. Con estos combustibles se produce cerca del 85% de la electricidad que se consume en el país.

En realidad, para explicar el impacto de los precios de los combustibles en la tarifa eléctrica no son necesarias las piruetas numéricas.

Por ejemplo, el precio final de la electricidad debería reflejar la suma de los costos siguientes: costo de generación, peaje de transmisión, costos de distribución, y los aportes que según la ley 125-01 deben hacer las empresas del sector a la Comisión Nacional de Energía, a la Superintendencia de Electricidad y al Organismo Coordinador (OC). Además, también se incluyen los costos por compensación a algunas plantas generadoras que realizan los denominados servicios auxiliares (regulación de frecuencia y otros) que son imprescindibles para mantener la estabilidad y calidad del sistema interconectado.

De todos esos costos, el principal es el de generación de la energía.

Veamos el caso de EDENORTE. Para abastecerse de la electricidad que le demandan sus abonados, en junio pasado, EDENORTE hizo una compra total de energía, potencia, transmisión y servicios auxiliares, por un monto de 2,256.2 millones de pesos, de los cuales 1820.9 millones (88%) correspondieron al rubro de energía.

Sabemos, de acuerdo a las fórmulas de cálculos de precios de generación utilizadas en los contratos y en el mercado spot, que el costo de la energía en las plantas térmicas predominantes en el país queda determinado en un 65 o 70% por los precios internacionales de los combustibles.

Por esa razón, el precio medio a que EDENORTE compró energía a los generadores durante el periodo enero-junio del 2015 a 13.38 centavos de dólares por kilovatio hora, 25% inferior al precio medio durante ese mismo periodo en el 2014 que fue de 18.39 centavos. Ese mismo porcentaje – 25% – debió bajar la factura que paga cada cliente de EDENORTE; es decir, la familia que paga 4 mil pesos mensuales debería pagar solo 3mil pesos, si se respetara la ley.

El sistema de tarifa eléctrica en el país es tan inconsistente que, por ejemplo, EDEESTE compro la energía a los generadores a 11 centavos de dólares por kilovatio hora en junio pasado, y la vendió a sus clientes a 17.36 centavos – 58% de beneficio bruto -.

Sin embargo, a pesar de tan gran margen a favor, EDEESTE acumuló una deuda de cerca de 196.5 millones de dólares (8,842.5 millones de pesos) con los generadores entre enero y mayo del 2015.

Entonces, si una empresa tiene un margen bruto próximo al 60% en la venta de su producto y aun así no puede pagarle a su suplidor ¡¿que más necesita?!

La gráfica ilustra la pronunciada caída del precio del combustible y también del precio de venta de los generadores a las distribuidoras, e ilustra también cómo (según la línea superior morada) el precio de venta al público sigue sin cambios y muy por encima.

Pretender justificar ese desastre argumentando que a los que pagan la luz hay que seguirles cobrando un sobreprecio de más del 25% dizque porque con el excedente incautado se va a pagar la construcción de las plantas de Punta Catalina, que servirán a su vez para reducir el precio de generación y finalmente eliminar el déficit del sector, ese sí que es un discurso irresponsable.

“Lo importante es el déficit, no la tarifa”, dijo un economista. Aparte de violar todas las leyes de la economía de formación de precios, esa afirmación no se sostiene porque, como se ha visto, el precio de venta de los generadores a las distribuidoras ha caído por los suelos y sin embargo las distribuidoras siguen igualitas de deficitarias.

Es una insensatez violar la ley y mantener artificialmente elevada la tarifa eléctrica a los hogares y negocios que pagan religiosamente su factura – aparte gastos en inversores y plantas de repuesto -, dizque para reducir un subsidio que no es más que el nombre de un déficit originado principalmente por las pérdidas y el despilfarro sistematizado de las distribuidoras. Distribuidoras históricamente utilizadas para financiar campañas de diputados, senadores y reelecciones presidenciales (el que lo dude que revise el subibaja de las transferencias de fondos que hace el gobierno central a las distribuidoras en los meses previos de cada una de las últimas cinco elecciones; solo hay que chequear la evolución del FETE).

Por otro lado, Danilo Medina nunca le dijo a la población que las plantas de Punta Catalina se iban a financiar mediante la subida ilegal de un 25% de la tarifa eléctrica, que es lo que representa en la práctica el no traspasar al precio final de la electricidad la rebaja del costo del insumo combustible.

Con la actual estructura de sobrecostos, distorsiones y clientelismo en la gerencia de las empresas eléctricas del Estado, el déficit nunca desaparecerá y la pobre clase media seguirá atrapada entre tarifas y apagones.