“Tapones per se no existen” debe ser la frase incendiaria más grave de los últimos meses y lo peor es que fue dicha por el director de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT), entidad que conforme a la ley núm. 63-17, sobre movilidad, tránsito, transporte terrestre y seguridad vial, tiene a su cargo viabilizar, fiscalizar, supervisar, ejercer el control y vigilancia en las vías públicas. Y que, a mi juicio, en ocasión de la potestad discrecional de los agentes de intervenir en las vías cuando “las circunstancias del tránsito” así lo requieran, son una de las causas de los tapones que sí existen en el Gran Santo Domingo.
En mi artículo anterior, señalaba como se nos va la vida en los tapones, los cuales en los últimos meses han empeorado y con ello, desmejorando gravemente la ya escasa calidad de vida que el Gran Santo Domingo ofrece a sus habitantes. La frase del director de DIGESETT se une a la que indicó el director del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTRANT) quien ocasión de un año de su gestión indicó que poco a poco el país se está convirtiendo “en un referente internacional de gestión de un modelo de movilidad terrestre sostenible, eficiente, accesible y seguro”.
Seguro que lo que quiso decir es que estamos convirtiéndonos en un referente internacional de lo que no puede ser una gestión de movilidad terrestre, pues a la fecha seguimos sin la implementación de soluciones que mejoren el tránsito y el transporte terrestre, y con ello, la calidad de vida de las personas.
Una mala costumbre que tienen nuestras autoridades, tanto de esta administración como de las anteriores, es su deliberada desconexión con la cotidianidad y la negación vehemente y cínica de los males que nos afectan. Los “tapones per se” es un equivalente a la “percepción” del aumento de hechos delictivos. Y esto impacta muy negativamente pues revela la incapacidad de estos funcionarios de enfrentar los problemas e implementar soluciones.
De hecho, la negación de la existencia de los tapones por parte del director de la DIGESETT genera, además de indignación, el triste sentimiento de la desesperanza porque demuestra que no hay voluntad alguna de parte de nuestras autoridades de siquiera intentar mejorar la situación, dejando abandonada a la ciudadanía a su suerte.
Reconocer el desastre que tenemos en el tránsito, el tráfico y el transporte tras años sin tomar en serio este tema, es fundamental para que nuestras autoridades (el INTRANT, los ayuntamientos y la DIGESETT) tengan un diálogo entre sí y con la ciudadanía sobre el actual modelo de movilidad y su necesaria transformación teniendo como ejes el transporte masivo, la recuperación de las aceras, el fomento de medios de transporte alternativos y una seria fiscalización y control de las reglas de tránsito.
Soluciones hay y muchas. Lo que hace falta es voluntad y humildad de nuestros funcionarios para enfrentar los problemas de movilidad que asedian al Gran Santo Domingo.