En esta semana hemos sido testigos de un nuevo caso de manifestación del racismo imperante en la sociedad dominicana. Y, como ya se ha dicho, lo más penoso, es que ocurrió en el ámbito de la escuela, donde los niños dominicanos deben adquirir los valores del respeto y de los derechos que como seres humanos les son inherentes, donde deben ser protegidos y defendida su integridad personal y social. Como ocurre con frecuencia, ha sucedido mediante la prohibición del acceso a la escuela de una niña en razón del peinado que lleva con su pelo rizado. La madre de la niña ha llevado el reclamo a los medios de comunicación.

Coincidencialmente ha sido lanzada una campaña de concientización para promover el respeto a la diversidad racial de los dominicanos y a la libertad en cuanto a la forma de manifestarnos y de ser como somos, en el sentido específico de llevar el cabello, especialmente en las niñas, de la manera que llamamos natural, esto es, sin aditivos químicos o físicos que modifiquen su forma.

Como es bien sabido, la forma del cabello es un rasgo fenotípico específico de la procedencia africana de los ancestros de la sociedad dominicana. Inicialmente los prejuicios, y luego los estereotipos, han conformado en nuestra sociedad determinadas conductas mediante las cuales rechazamos la apariencia de lo que nos denote la presencia de nuestro ascendiente africano. Algunos no queremos ser, o recordar que provenimos de los esclavizados, y a otros no les gusta reconocer que provienen de los esclavizadores.

Nuestra historia ha sido muy tortuosa en la conformación de nuestras identidades culturales y los lugares que ocupamos en el orden jerárquico social.  Estas situaciones aun constituyen razones de conflictos. Una de ellas, debido a los lugares en los cuales nos ha colocado las jerarquías de poder que heredamos de la época colonial, y que nos ubica en diferentes niveles de acceso a los beneficios sociales del trabajo, la educación y la dignidad humana. Dichas ventajas y desventajas se mantienen hasta el presente.

Acompañan a estas diferencias en la jerarquía social, estamentos ideológicos que sostienen formas de pensar que no corresponden a los principios que emanan de las leyes y normativas que rigen nuestro Estado. Nos consideramos bonitos, inteligentes y trabajadores si tenemos la piel clarita y el pelo lacio, nos consideramos feos, brutos y holgazanes si tenemos la piel oscurita y el pelo rizo. Me parece que esa inseguridad ciudadana de la que tanto se cacarea tiene sus orígenes en ese desprecio, en ese odio con que educamos a nuestras generaciones siguientes en relación a las personas que pertenecen a grupos sociales con descendencia africana.

Algunas veces pienso que las leyes en nuestro país han sido importadas de lugares donde las personas viven de una forma diferente y en la cual nosotros no podemos vivir, y que es infructuoso y hasta vano, imponer estamentos legales y jurídicos a una sociedad cuyo funcionamiento cultural corresponde a otros cánones muy diferentes.

El caso que nos ocupa, el de sacar a los niños y niñas de la escuela en razón de la forma en que van peinadas, con su pelo natural, es una caso de violación de derechos humanos, es un caso de discriminación prohibida por la ley. Si no estableciéramos en nuestras leyes el respeto y el derecho a la integridad personal,  estaríamos dando luz verde a la violación de nuestros derechos fundamentales. No hace mucho le exigieron a una muchacha que se desrizara el pelo para que ocupara el puesto de trabajo en el cual había sido seleccionada por sus capacidades. A mí también me llegaron a decir que debía desrizarme el cabello para trabajar en una institución relacionada con organizaciones no gubernamentales. Obviamente rechacé esa falta de respeto a mi persona y violación a mis derechos. Esto, señores, se llama discriminación racial. Se llama racismo. Se llama violación de derechos y está penado por la Constitución.

A raíz del evento con la niña se difundió, justamente, un spot publicitario que promueve el derecho a la libertad de tener el cabello como quieras. Es un derecho humano amparado por la Constitución. Pero la discriminación sigue ocurriendo. No solamente se está trabajando desde instituciones públicas para combatir estos prejuicios discriminatorios. A pesar de la cancelación de la señora Marianela Pinales de la Dirección de Género del Ministerio de Educación, existimos muchos estamentos sociales que seguiremos combatiendo los prejuicios y los estereotipos racistas que violan los derechos de las personas a su dignidad personal, al derecho de ser como somos, descendientes de esclavizados africanos. A pesar de que les guste o no la historia que tenemos y de la cual provenimos.

Desde cualquier lugar social en que nos encontremos seguiremos defendiendo nuestros derechos, así que, suelta mi cabello en banda.