La seguridad es un derecho humano y nos compete a todos garantizarlo. El principio de autoridad no se pierde cundo el ciudadano huye a un llamado de alto policial, el que huye respeta y para nada esta desafiando la autoridad.
A propósito de los indignantes y deshonrosos incidentes recientes en nuestra Policía Nacional, presentamos nuestro más sentido pésame a los familiares, amigos y relacionados por la trágica muerte a destiempo de la pareja de jóvenes cristianos a manos de varios policías en Villa Altagracia, y de igual manera lo hacemos extensivo a todas las demás víctimas afectadas en otros casos que no han sido de conocimiento público.
Nos preocupa y lamentamos las malas prácticas policiales, las cuales son recurrentes por desconocimiento, deficiencia en la capacitación y una doctrina otrora, (…). Recordar la ejecución del presunto delincuente hace pocas semanas en los Alcarrizos y que fue noticia de primer plano en varios periódicos de América y Europa, pero se nos hace aún más desacertado que situaciones como estas sigan sucediendo a pesar de las muchas manifestaciones de apoyo, compromiso y voluntad realizadas por nuestro Señor Presidente Constitucional en favor de nuestros policías.
A pesar de todos los años que se ha planteado la reforma de los organismos de seguridad, los resultados favorables son escasos
Las malas prácticas policiales son odiosas y generan rechazos, más cuando resultan víctimas fatales que consternan la sociedad, empatía que se entiende por la pérdida de todo ser humano. Los servicios policiales son esenciales para garantizar el orden y la paz social. Igualmente, los policías también son humanos y se hace imperativo copiar la cultura de países avanzados quienes reconocen y honran el servicio policial con prioridad cuando un oficial de policía fallece en el desempeño de sus funciones toda la nación asume el luto en solidaridad.
Sin el más mínimo interés de distraer el valor de una vida, el recurso más importante para la seguridad son los policías, por lo que urge valorar que también son seres humanos que necesitan satisfacer sus necesidades básicas y tener todas las herramientas requeridas para un servicio de calidad que contemple el fortalecer e institucionalizar los protocolos requeridos, como la certificación de tiro y defensa personal, igualmente, en otras especialidades para hacer un uso responsable, equilibrado de la fuerza y prevenir otras víctimas fatales.
Entendemos que para lograr una doctrina policial moderna y humana, debe partirse desde la sociedad misma, ya que la Policía es un reflejo de ella, por lo que cuando la población comience a tratar a la Policía como seres humanos y con respeto, los Policías comenzarán a cambiar su cultura represiva, abusiva y militarista heredada del trujillismo, por una cultura preventiva con vocación de servicio y compromiso moral de patria.
La sociedad se ha volcado contra la Policía como solución al problema de la violencia en general, pero la raíz del fenómeno de la criminalidad está muy por encima de la Policía, aunque reconocemos que esta es parte del problema. Nuestros escritos en relación al tema son recurrentes durante más de 20 años, recomendando una reforma estructural para redefinir los roles, modernizar y desmilitarizar a la Policía Nacional.
La solución está más allá del servicio policial per se, debe ser una respuesta de políticas públicas integral con la participación de todos los sectores sociales, como universidades, expertos en estos temas y materias relacionadas, entre otros, aplicando la criminología como la ciencia principal para descubrir la génesis y el tratamiento preventivo de todos los conflictos sociales que se transforman en violencia y crímenes.
Se hace imperativo la revisión y actualización de los pensum académicos a la altura de estándares internacionales, sincronizar y consensuar con las Escuelas de la Judicatura y del Ministerio Público. Además, con la capacitación y actualización de tecnologías y procesos con protocolo específico para cada tipo de evento; en especial, el sistema de recepción de denuncias e interrelaciones con todos los sectores comunitarios.
Esto obliga a traer la discusión e interrogante sobre la Policía que queremos y sus atributos. La mitad o más de los miembros de la policía al momento de ingresar no se entrenan en las escuelas correspondientes, ingresan sin cumplir los requisitos de ley y los reglamentos, ya fuere por “enllavadura” política, por influencia de jefes o por corrupción se obliga a una revisión, evaluación y depuración del cuerpo policial.
La mejoría laboral de los miembros policiales o agentes que desempeñan los servicios de seguridad, es solo un componente, pues, lo más importante es lograr que cada Policía sea un operador de servicio responsable y ético en el desempeño de sus funciones, conocedor y cumplidor de la ley, los procedimientos y protocolos; con civismo, cortesía, comunitario y respetuoso de los derechos humanos. La Policía que queremos debe ser efectiva, proactiva, garante de la Constitución, una policía honesta, confiable, que dé respuestas oportunas, técnica, científica, moderna, tecnológica, esta es la Policía que mínimamente queremos.
Podemos concluir que a pesar de todos los años que se ha planteado la reforma de los organismos de seguridad, los resultados favorables son escasos. El tema de la seguridad es un fenómeno muy complejo, multicausal, multifactorial, multidimensional, y nos atañe a todos, pues incide en todo el quehacer de nuestras vidas. Urge estrechar vínculos y construir perspectivas comunes frente a los desafíos para las policías del siglo XXI, en especial, sobre la calidad del servicio policial y su integración con la sociedad civil y las organizaciones comunitarias demandantes del servicio.
Aprovechamos la ocasión para llamar a la reflexión al presidente de la República, al Ministro de Interior y al Director Policial, para que tomen este ejemplo y usemos la planificación estratégica y la ejecución de operaciones tácticas con gerencia de modernidad y eficiencia, y que de una vez por todas decidan aplicar los protocolos o procedimientos adecuados, educar y equipar apropiadamente a nuestros policías, especialmente, con cámaras de cuerpo o bodycam en los uniformes.
“Nada ni nadie debe estar por encima de la Ley”. Sin policías no hay orden social ni garantías para la paz.
Dios bendiga siempre al pueblo dominicano. Todo por la Patria.