Somos uno con toda la creación, y partiendo de esa idea,  y como dice una máxima, “como es afuera es adentro, y como es arriba es abajo”, de tal forma que,  con esto queremos decir lo vinculado que estamos  con  toda  la creación, con todo el cosmos, y en ese sentido somos uno con ella.

Dicho lo anterior y teniendo presente la estación que nos estrenamos hoy hasta el 21 de diciembre, es decir, el equinoccio de otoño, nos preparamos para vivir en el hemisferio norte  89 días y 20 horas,  el impacto menor del sol en los días, días más cortos,  noches más largas, y lo que eso provoca no solo en la tierra, sino también  en sus habitantes.  (ABC Ciencia).

Soltar, tomar

Una de las características  del otoño se manifiesta en la flora, los árboles empiezan a soltar sus hojas, la belleza de la primavera parece desaparecer, el calor del verano va haciéndose menos intenso; pero esto no es todo, nuestros cuerpos físico y emocional van sintiendo estos cambios, de ahí que,  la aceleración o sofoque que puede producir un intenso verano, va cayendo, y es como si nos fuéramos calmando un poco en las reacciones y emociones.

Por esto y mucho más, se puede aprovechar perfectamente lo que sucede afuera para hacer algunos cambios hacia dentro, de forma profunda. Y así, como los árboles sueltan sus hojas para ir preparando su interior y atravesar el frio del invierno, y una vez listo brotar todos sus frutos en la primavera, asimismo,  las personas podemos hacer uso de esta oportunidad y soltar para poder tomar, renovar y rehacer, esto siempre será oportuno y de seguro, a  muchos nos vendrá bien.

Preparar el terreno para que germine lo nuevo

Cada oportunidad que llega merece ser aprovechada, claro, si se considera como una oportunidad y si lo es, entonces es algo productivo y valioso.  Por tanto, preparar el terreno, es algo así como preparar la vida para que,  en cada dimensión del ser germine algo nuevo y pleno.

En el momento histórico en que vivimos, las cosas parecen venir planificadas, sin la necesidad de pensar, discernir o elegir,  es como si existiera un  sistema invisible (no tanto,  a veces) que tiene todo calculado, ideado, donde solo nos toca estar ahí y ser llevados como marionetas que, al  visitar una gran feria donde todo está listo, nada más toca  asumir como bueno y valido lo que hay.

Quizás, este es  un buen momento para gestionar algo nuevo, preparar el terreno para sembrar y ver germinar algo distinto, que devuelva el corazón al cuerpo, el juicio a la cabeza y la vida a la propia historia.

Lucas 8, 8 “Otras semillas cayeron en tierra buena y dieron el ciento por uno”

En esa tierra nueva, otras semillas son plantadas y una vez germinadas, crecen y dan el todo por el todo, es decir, el ciento por uno.  Y es cuando la estación de otoño cumple su propósito y prepara para el siguiente paso, entramos en la capacidad de abrirnos de nuevo a la vida, y a una vida en plenitud.

Es urgente despertar, elegir las semillas que queremos plantar, reales y metafóricamente, pues así cuando comemos frutos de buenas semillas y nuestro cuerpo se mantiene sano físicamente, también cuando optamos por buenos valores y buenas emociones, como semillas buenas, nuestro cuerpo emocional y espiritual también estarán sanos.

Todo esto, porque  estamos  conscientes de que hoy más que nunca necesitamos tener en el presente algo distinto, buenos frutos y el resultado de todo será grandioso, será el mejor legado que podremos dejar a las generaciones que están creciendo y a las que vendrán.

La invitación está hecha, revisar la tierra, las semillas y los frutos. Y tomar la acción, y de seguro que,  la realización por  haber soltado, tomado y sostenido lo mejor, se expándera en nosotros, en los  nuestros y en nuestro  mundo, y  llegarán lejos, incluso de una generación a otra.

Ahora es el momento, es el tiempo perfecto para una buena decisión.