Danilo Medina ha cometido serios errores políticos en los últimos dos años, y ahora, exhibiendo una perseverancia digna de mejor causa, parece caminar hacia una nueva aventura, quizá la última.
Danilo cometió el error de buscar hasta último minuto la modificación de la Constitución para rehabilitarse como candidato presidencial por un tercer periodo consecutivo. Ese plan fracasó, y produjo de paso la división del PLD y la dispersión de importantes franjas de miembros y simpatizantes.
Un segundo error fue imponer a Gonzalo Castillo como candidato presidencial del PLD en medio de la desorientación, dejando como “perico en la estaca” a connotados dirigentes que por años habían esperado la oportunidad de por lo menos competir equitativamente por una candidatura presidencial.
Ignorando el consecuente impulso cobrado por el cambio subterráneo que se venía produciendo en la correlación de fuerzas de la política nacional, Danilo anunció a voz en cuello en enero que el PLD ganaría mas del 70% de las posiciones en las elecciones municipales. Su pronóstico casi se cumple, pero al revés. El PRM casi pintó de azul el mapa nacional.
Otro grave error, cuyo impacto remeció al Palacio, fue el sabotaje de las elecciones municipales del 15 de febrero y el intento del PLD y el gobierno de acusar del hecho a personas inocentes, incluyendo lideres políticos de la oposición; no midieron que desde el principio la población estaba convencida de que aquel complot había sido urdido y perpetrado por agentes al servicio del oficialismo.
Sin embargo, peso a todo, Danilo Medina sigue hoy en sus treces; ¡impertérrito!, diría Balaguer.
Lo que recomienda la política grande en las actuales circunstancias que viven los dominicanos, es que el presidente le tome la palabra a Luis Abinader, Leonel Fernández, Guillermo Moreno, organizaciones del empresariado, a las iglesias, gremios y los medios de comunicación, para forjar un compromiso patriótico sobre una estrategia concertada para enfrentar la pandemia y sus seguras graves secuelas. Secuelas sanitarias, económicas, sociales y político constitucional. Esa concertación nacional enriquecería las iniciativas, legitimaria las medidas económicas dolorosas, garantizaría la continuidad del orden constitucional y el respeto a la institucionalidad e integraría a los sectores sociales a cooperar para salir adelante. El gobierno dejaría de ser blanco único de todas las criticas y presiones, aunque gozaría de la fama del líder que unió a su pueblo contra una amenaza grande, letal y global.
Lamentablemente, Danilo prefiere cabalgar solo.
En los 50s tuvo gran impacto un western protagonizado por Gary Cooper titulado High Noon, que en España tradujeron como “Solo ante el peligro”. La actitud de Danilo me recuerda aquella trama; en el film Cooper, como Sheriff, buscaba apoyo de su pueblo para enfrentar juntos la amenaza inminente de una temible banda de pistoleros, pero lo dejaron solo; aquí casi todos los sectores políticos y sociales buscan la unidad con el Gobierno para enfrentar unidos una peligrosa pandemia, y Danilo los rechaza; la desgracia es que ni el coronavirus es una vaquerada, ni Danilo es Gary Cooper.