Pareciera que somos una sociedad signada por lo atávico en muchos aspectos de la organización social. Ese proceso de atascadero que nos apabulla y dificulta la posibilidad de internalizar los cambios, nos lleva a no ser una comunidad eficiente y por lo tanto a que el capital social y la cohesión social, lejos de propiciar más puente entre los seres humanos, se desgarre y desparrame como un tanque de agua en un contén.
Todo cambio implica nuevas herramientas que se solidifiquen en la organización social, en las nuevas formas de hacer las cosas. En sí misma toda sociedad está permanentemente fraguada por cambios sociales, independientemente del marco teórico en que se encuentra encuadrada: evolucionista, de ciclicidad, de equilibrio o del conflicto. Cuando vemos la matrícula universitaria, el promedio de vida de los dominicanos, el número de vehículos en el país, más mujeres que hombres en las universidades, alrededor del 40% de la fuerza laboral es femenina, estamos en presencia de cambios sociales.
Los factores causales que han propiciado los cambios sociales en Dominicana en los últimos 20 años se han debido a la tecnología, a la población y en menor medida al liderazgo (influencia política) y a la ideología. Se podría argüir que la forma tan atrasada con que se asumen los cambios y la organización social ha sido fruto del pésimo rol del liderazgo como agente que a través de la ideología imprima los valores y la visión de una sociedad más moderna, más hacia el desarrollo y el progreso.
Dicho de otra manera, se acusa una contradicción entre los cambios tecnológicos y poblacionales con el rol del liderazgo que se mantiene anclado en un populismo que le permite redituarse como tal, a través del clientelismo, pero que impide los cambios estructurales. La ideología como sistema de creencias y valores, permite al liderazgo nuestro, sobre todo el político, mantener el statu quo, el stablishment, con todo lo que ello encierra. El desbalance, el descuadre entre los distintos factores del cambio social es lo que hace que nuestra sociedad, en las distintas esferas de la vida social, se exprese de manera tan arrítmica, tan atávica, tan poca ataviada con los signos del tiempo.
Los cambios culturales sociológicamente han sido más ágiles, más rápidos que los cambios sociales. Estos cambios operados en la cultura del cuerpo social dominicano pueden ser por los mecanismos que lo encierran: la difusión y la invención se dan con más sistematicidad, con más permanencia y asiduidad, a través de los aparatos ideológicos (medios de comunicación, publicidad, etc.) y porque una parte significativa de los actores estratégicos les facilitan el consumismo por la vía de los estilos de vida.
¿Cómo explicar que después de tres meses para comprar los marbetes de circulación de vehículos que se estableció desde octubre hasta el 31 de diciembre, con cientos de miles de spots publicitarios relativos a la compra, con 700 estafetas para las ventas, con ventas por Internet donde te llegaba a tu casa en un tramo de 2–5 días y que luego del 31 de diciembre, tendrían que pagar RD$600.00 Pesos y una multa de RD$1,000.00 Pesos por AMET si circulaba sin el marbete. 3 meses después, 105,000 vehículos, esto es, un 10.5% de los propietarios no se habían organizado para comprar sus marbetes. En el momento que se escribe este artículo 2,400 vehículos han sido incautados por la AMET?
¿Cómo entender todavía, en la segunda mitad de la segunda década del Siglo XXI, que el Ministerio de Educación tenga que hacer llamados para que asistan a la clase, hacer programas televisivos, publicidad, espacios pagados en los periódicos para que cerca de 2.7 millones de alumnos públicos y privados se incorporaran a la docencia el día 7 de enero, luego de unas vacaciones navideñas de 20 días, de tres semanas. En el sector público el miércoles 7 solo el 50% “acudió” al llamado. El sector privado abrió el 8 de enero, no como había establecido el Ministerio?
¿Cómo comprender, imaginar esa vil y abominable humillación humana con respecto de los cientos de miles de expedientes de los pacientes del Hospital Luis Eduardo Aybar, que fueron destrozados y botados. 60 años de historia médicas, clínicas, echados al zafacón como fase primigenia de la miseria humana?
¿De igual manera, como asimilar esa violencia contra los ciudadanos que se lleva a cabo desde la Junta Central Electoral al señalar que el plazo para utilizar la actual cédula expira el 10 de enero, cuando faltan cerca de 2 millones y cuando ese órgano del Estado cuando comenzó el proceso de cedulación no estableció “comenzamos hoy 20 de abril y termina en tal fecha. Dijeron el 10 de diciembre del 2014 que seria hasta el 10 de enero del 2015, algo insólito?
Es cierto que la vida social tiene sus direcciones, sus horizontes de fuerza, sus tendencias, el cual desde la perspectivas de las ciencias sociales se hace necesario desvelar, tratar de auscultar y generar hipótesis para explicar esos fenómenos de la organización social de la sociedad dominicana que acusan pavor, como si nos sintiéramos cómodos con el caos y la desorganización social.
Es el liderazgo y la ideología como factores en la construcción del cambio social que impide que el cuerpo social de la sociedad dominicana encuentre sincronía con las nuevas formas de organización social, que se alineen a los factores tecnológicos y a la innovación que se dan en la era de la sociedad informacional, de la sociedad digital. El liderazgo no se encuentra a la altura de las exigencias, ora por atraso u ora por conveniencia y la ideología, cantera de valores y de creencias se cimenta en la dinámica de la nostalgia de un tejido social que ya no existe. El campo de fuerza entre las fuerzas restrictivas y la fuerza del cambio ya no logran el acomodo, el equilibrio. La visibilidad es que los sectores conservadores montadas en las elites políticas, eclesiásticas y mediática se imponen en el agua helada del desconcierto
¡Urge un nuevo agente catalizador que rupture el rictus inmutable que nos hiere y que produce de manera sempiterna una intensa riada que oblitera, que traba la organización social!