Los orígenes de todo acto de creación permanecen casi siempre en la oscuridad. Sus raíces se hunden en la renegrida tierra de los sueños. Hay obras que se escriben con el corazón y otras con el frío y lejano intelecto.
La antología que acabo de presentar se escribió con mucho amor y gran curiosidad. Es decir, nace desde un espíritu, que sintetiza sentimiento, emotividad unida por la luz que aporta el intelecto; fue sopesada con la inteligencia y con el deseo de descubrir mundos nuevos para servir de sustento para enriquecer la existencia humana de la juventud de mi tierra dominicana.
Cuando me dispuse a elaborar esta recopilación de fragmentos –creo que toda manifestación de la cultura sea considerada de manera histórica o sistemática se revela siempre bajo la forma de fragmento–, sobre la cultura poética helénica antigua, período que precede a la gloriosa edad clásica, me encontraba dedicado por entero cursando una materia universitaria que versaba sobre cómo realizar traducciones de textos de ese primer período de la cultura griega.
Se trataba de entrar en contacto con las primeras manifestaciones de la era Aquea y Jónica, de modo tal que pudiéramos tener una idea de primera mano de las joyas literarias de ese período y de tal manera pudiéramos comenzar a formarnos una idea aproximada del contenido y la forma que adoptaban las principales vertientes de la literatura preplatónica, como la designa Nietzsche en sus primeros ejercicios de filología clásica.
Cómo estudiante disfrute mi aprendizaje al descubrir los insospechados tesoros de este período. Me dediqué con gran dedicación a estos ejercicios y a la puesta en valor de cada palabra y de la situación y contextualización que podíamos descubrir para cada fragmento auxiliados por las lecciones de los profesores y a las intensas búsquedas en la biblioteca de la Facultad, una de las más completas de toda Europa en estudios clásicos y sobre el humanismo italiano y el renacimiento en Italia.
Por aquel tiempo, descubrimos, gracias a la orientación de nuestras lecturas por los maestros, la obra magnifica del docto filólogo alemán Bruno Snell, titulada: El descubrimiento del espíritu. Estudios sobre la génesis del pensamiento europeo en los griegos [disponible en español en la Editorial Acantilado].
Texto que se publicó en Alemania en 1946, pero que conocimos por los años sesenta cuando se publica la traducción italiana. La obra de Snell es fundamental para comprender la evolución y el desarrollo de la cultura helénica en el tiempo desde los orígenes homéricos hasta llegar al despliegue del primer helenismo.
También causaba gran escándalo el libro: Los griegos y lo irracional de Eric R. Dodds, publicado en 1960. Esta obra muestra la cara oculta de la mente griega: el tránsito de la cultura de la vergüenza a la de la culpabilidad, las bendiciones de la locura, el esquema onírico, los chamanes griegos y el origen del puritanismo, las creencias y prácticas del menadismo, del culto dionisíaco y la teurgia, etc.
No creo que interese al lector de la antología que presento, los detalles técnicos que se desprenden de la obra de Snell. Lo que si estimo conveniente es informar que gracias a este trabajo ejemplar hoy sabemos cómo y cuál fue el efectivo despliegue que los diversos géneros literarios, que se originan en la literatura griega y que posteriormente se transformaran en los géneros de carácter universal, por lo menos en las diversas literaturas de origen occidental, como son la épica, la poesía coral, la lírica de sus diversas categorías, la tragedia y los discursos, que han sido codificados en la retórica clásica.
En efecto, el orden que rige la organización y presentación de los textos en esa obra sigue el orden cronológico en que aparecieron las señaladas categorías literarias desde los descubrimientos que hace Bruno Snell. Esta conformación y esa toma de consciencia se encuentra reflejadas de manera coherente en el índice de la antología.
Por otro lado debo hacer otra acotación que creo necesaria a nivel personal. La mayoría de los temas de mis escritos y publicaciones, se han caracterizado por tratar asuntos relativos a la filosofía. Sin embargo, en el florilegio que presento, desde su inicio, el lector notará la ausencia de materiales que toquen explícitamente el tema, digamos técnico, de la filosofía.
He preferido para organizar esos fragmentos, concentrar la selección sobre temas relativos a la sabiduría que es fruto de una vida de experiencia, basada en diversos modos de ser y experimentar la existencia humana.
En consecuencia, recojo y organizo de manera estrictamente cronológica escritos que reflejan la visión del poeta o del humano dotado de una alta sensibilidad artística creativa. He querido reflejar aquí la imagen del hombre griego tal como fue cristalizando como toma de consciencia y en modos de pensar colectivos que aparecen en poetas con gran vocación expresiva y humana: Homero y Hesíodo, los poetas líricos, los trágicos y, finalizo, reproduciendo, de Tucidides, el glorioso discurso de Pericles, que revela la grandeza moral de Atenas aún en una época calamitosa de guerra y enfermedad colectiva.
Creo oportuno señalar además, que esta obra nace en un período especial de nuestra época, cristaliza durante la Guerra Fría. Como antillanos que habitamos a las puertas del Imperio Norteamericano, o como he señalado en otra ocasión, que somos considerados como los pueblos bárbaros a las lindes de Imperio, esto tiene gran significación.
En ese tiempo resultaba para nosotros sumamente enajenante y amarga la carnicería que desplegaba nuestro vecino contra el valiente y sagaz pueblo vietnamita. Por ello, algunos de los textos seleccionados tratan de los horrores de la guerra y de la aflicción que esta produce, asuntos pavorosos que lamentablemente, en nuestro presente, se actualizan en diversas regiones del planeta.
Finalmente, confieso que esta breve obra constituyó el origen del cuál posteriormente creció otro libro mío que fue publicado en 1983, y que tuvo gran fortuna literaria al constituirse en la primera obra dominicana que trataba del despliegue de los frutos excelentes de la cultura helénica clásica, que se publicó con el título de Antología del Pensamiento Helénico.
Han pasado algunos años desde que esta selección fue elaborada, sin embargo, el tiempo no es un factor relevante frente a la poesía.
Mientras muchas artes se han transformado y mutado, de suerte que resultan irreconocibles si relacionadas con sus desarrollos originales, estimo, con el gran poeta romántico italiano Giacomo Leopardi, que en la poesía ha habido mutaciones y cambios, pero no podemos afirmar que Homero haya sido dejado atrás por Dante, ni este último haya sido superado por poetas de tiempo posterior, como serían grandes poetas del siglo XX de nuestra lengua, tales como: Antonio Machado, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Jorge Luis Borges, José Emilio Pacheco, José Lezama Lima o Franklin Mieses Burgos. Comparto plenamente el expresión de Leopardi: Tutto si è perfezionato da Omero in poi ma non la poesia [Todo se ha perfeccionado desde Homero en adelante, mas no la poesía (LOBF)].
En la portada del libro aparece una imagen de una reconstrucción de inicios del siglo XIX del Escudo de Aquiles, que viene descrito por Homero en el canto XVIII de la Ilíada. Esta fragmento está considerada como uno de los bellos del poema. En mi selección recojo su descripción completa.
Cuando Homero decide hacer la jugarreta de meter una obra de arte dentro de otra, al describir el escudo de Aquiles, inventa un nuevo género literario, la ékphrasis, o descripción poética de una obra de las artes plásticas en palabras. Pero además busca producir un efecto ulterior, crea un sakos –un intermezzo, una pausa–, mediante la cual, el poeta da un respiro a sus oyentes en medio del relato casi continuo del fragor de las batallas. Ambos recursos tendrán amplio desarrollo en la poesía posterior en Occidente.
El señalado fragmento del canto XVIII, me resulta imprescindible hacerlo conocer pues constituye la condensación simbólica más plena de la idiosincrasia y de las diversas formas de existencia del período inicial de la cultura helénica y refleja plenamente la características de la época, la vida y creencias desde dónde se originan los poemas homéricos.