Este es un artículo de intuiciones no de certezas. Trato de entender una característica de la gente y también de las agencias, del gobierno y de muchas instituciones en los EEUU: los americanos operan y enarbolan un sentido de misión que atribuyen a su país, las cosas que hace, los temas y asuntos en los que interviene.
Los rusos, por ejemplo, tanto bajo el régimen soviético como antes y después han hecho, intervenido, participado en innumerables causas, algunas buenas, otras malas, pero nunca lo hicieron porque se sintieran misioneros empoderados para salvar el mundo ni imponer a otros su modelo, creencias y sus costumbre. El expansionismo soviético promoviendo el socialismo en otros países no tiene nada que ver con lo dicho anteriormente. Se trataba de consideraciones estratégicas no propósitos mesiánicos.
Los ingleses, en el apogeo de su etapa imperial se sentían los amos a quienes se debía obediencia; ejercían su dominación lo mismo a través de la venta obligada de opio en las ciudades chinas que humillando a los indios en cada instancia que fuera menester mostrar su superioridad pero, los ingleses nunca asignaron a su expansión ni dominación imperial el sentido de misión con que usualmente se explican y justifican las intervenciones americanas en otros países y muchas de las decisiones y medidas que se adoptan dentro de los propios Estados Unidos. No hubo nada místico en la dominación británica, ni lo pretendieron. Era pura y simple superioridad.
Chinos, japoneses, franceses, holandeses, alemanes o portugueses, entre otros, han sido o ejercido un poder imperial en algún momento dado o han travesado algún otro periodo de esplendor artístico o científico con vocación exportable como, por ejemplo "La Ilustración" francesa del siglo XVIII pero este período tampoco califica como para equiparar la exportación de los valores de La Ilustración con la religiosidad misionera que los americanos se atribuyen y asumen.
En otras palabras, los países, todos, imperialistas o no hacen cosas buenas y cosas malas, tanto a su interior como a lo externo, sin embargo, los americanos, más que nadie, se sienten llamados a cumplir una misión, a defender la universalidad de su valores, a imponer sus normas y a decidir sobre la validez o no de cualquier medida o empresa dependiendo de una valoración propia al margen de los contextos ajenos.
¿De donde procede ese sentido mesiánico de los americanos?
Mi hipótesis es que, ese sentido de misión surgió con el nacimiento mismo del país. Antes de ser lo que son, los Estados Unidos, desde 1776 y ciertamente mucho después fue una tierra promisoria, de esperanzas. Los que poblaron las colonias originalmente, huían de la intolerancia religiosa, de la opresión política, de la falta de espacio, del hambre y del frío así como de la falta de oportunidades. América fue para ellos un faro, una tierra inmensa donde cabían todos sus anhelos. Del agradecimiento y de la religiosidad debe haber brotado este sentimiento de haber llegado a una tierra promisoria, al destino final donde se habría de encontrar pan, justicia y libertad.
Que esta noción esencial de agradecimiento se mimetizara con el tiempo en un sentido mesiánico me parece casi una derivación natural y sería de hecho el rasgo que más intensamente diferencia a Estados Unidos como gran potencia, de todos los que le han precedido y competido. Todos los demás países que han sido potencias, en lo fundamental estaban hechos de gente que había nacido allí por muchas generaciones. Quizás muchos hubieran inmigrado antes, pero en un proceso tan largo que esos referentes se perdían; eran gente que no venían de ninguna parte ni escapaban de ninguna crisis.
Solamente los Estados Unidos parecen una gran potencia inventada por gente primero fue agradecida, después se vio enriquecida y al final se hecho prepotente pero sin que muchos de ellos logren abandonar el componente religioso que en nombre de la diversidad democrática y de Dios los hace tan intolerantes como aquellos de los cuales originalmente huyeron.
¿Habrá sido así?