Hace unos meses publiqué en esta columna la iniciativa de dos fundaciones para apoyar la terminación de un multiuso de las Hermanas Pobres de San Francisco en la comunidad de Valiente, Santo Domingo Este.  Fray José María Guerrero me comentó que faltaba el empujón final para ese proyecto similar al que en El Caliche sirve para salas de tareas, celebrar campamentos de niños en el verano, cursos técnicos del Infotep para la inserción laboral o emprendimiento y, por supuesto, de formación religiosa y valores convivir en armonía.

El artículo  Apoyar el multiuso hermanas franciscanas en valiente  describe la obra con fotos de la visita, un resumen del presupuesto y un enlace para ver todas las partidas.  FINDESA y EVOLUTION FOUNDATION se incorporaban con esta campaña a la red de solidaridad o carrera de relevo que había llevado la obra a ese estado: la donación del terreno, ayudas en especie de fundas de cemento, aportes en efectivo para comprar varillas y agregados y el trabajo de albañiles que dedicaron parte de su tiempo como voluntarios y la remunerada a un generoso descuento de su salario en efectivo o, como dice Fray José, “para resolver más tarde cuando lleguen los chelitos.”

Las dos fundaciones toman el baton o testigo de las personas y entidades solidarias que llevaron esa obra donde reportamos y empiezan a correr hacia la meta de estar listos para reiniciar los trabajos del multiuso cuando se complete el 20% de lo presupuestado. Antes de tocar las primeras diez puertas de amigos, se superó ese monto y comunicamos a las hermanas franciscanas que estaríamos listos en la primera semana de febrero. Con el anuncio volveríamos a otra ronda de solicitud de ayudas y, al mismo tiempo, comenzar el trámite de una línea de crédito garantizara los fondos para llegar la carrera hasta la “pintura final”, como decía el famoso anuncio de una ferretería de bien atrás.

Sin embargo, estas carreras de relevo solidario no tienen el formato rígido de las competencias de atletismo. No hay número fijo de participantes, punto exacto donde se recibirá el testigo y distancia justa que se debe recorrer para pasarlo y retirarse de la pista. La única similitud está en que es un triunfo de equipo en que cada contribución individual fue importante. Por eso recibimos con alegría una noticia que de inmediato comuniqué a las monjitas de Valiente: una entidad a la que presentamos el proyecto para una contribución económica decidió asumir la responsabilidad de completar la obra civil, mejorar aspectos del diseño y otras facilidades que lo hagan más funcional con ideas presentarán a las religiosas. Ya ingenieros vinculados a esa entidad han visitado a las hermanas para hacer el levantamiento y, en su momento, darán a conocer la conclusión de esta obra en que se invertirá también el monto recaudado con las campañas de Findesa y Evolution, fundaciones que expresan su agradecimiento a quienes contribuyeron.

Comunicar esa buena nueva en la comunidad de hermanos de Emaús me colocó de inmediato en otra carrera de esa categoría que no tenía idea empezaría de una forma literal.  Guillermo Santana me invitó a visitar veintidós viviendas que ya cuentan con pisos de cemento gracias al apoyo que recibe su fundación. “No es lo mismo escucharlo o ver evidencias en fotos o videos que ser testigo, te paso a buscar el sábado a las ocho, en el punto de encuentro allá nos espera el líder comunitario con dos de sus amigos que nos acompañarán en motores durante el recorrido”.  Entendí que serían nuestros guías al estilo franqueadores, no que las seis horas de las visitas sería montado en la cola de un motor, medio de transporte que varios primos prometimos dejar de usar por los sustos que nos daba el intrépido José Bautista (EPD), hijo de tío Chinguín, en los paseos “a la cerca” en Las Matas de Farfán.

Me acordé de “pena de la vida del soldado que volteare su cara atrás”, invoqué protección del Espíritu Santo y arrancamos en esta experiencia inolvidable de ver a veintidós madres y sus hijos pequeños con sus recién estrenados pisos de cemento, incluyendo una donde casi coincidieron la terminación del piso con el nacimiento de su primer hijo.  ¿Cómo ha logrado Guillermo Santana encontrar estas familias en Brisas del Este, El Quilombo, Marginal Las Américas Km 20, Rivera, Cancela Adentro, Monte de los Olivos, La 66? Con las experiencias de más de quince años focalizado en esa iniciativa ha ido llevando el método a la perfección del trazado de un campo de golf, el deporte que lo apasiona y está en la génesis de su labor social.

El éxito de trabajar en las comunidades donde residen los más necesitados es la alianza con líderes comunitarios con que se comparte la vocación de servicio y se logra la química necesaria para armonizar el proceso de seleccionar a las familias y coordinar logística del trabajo que incluye la distribución de los insumos, supervisión de los trabajos y documentación de su entrega. Eso me explica Guille y mientras lo escucho pienso que es una labor sencilla cuando se le pide a Dios, con la intensidad que a él lo caracteriza, para que le reclute uno con quien se entienda bien.

Esos fueron ruegos complacidos porque le puso en bandeja uno con arraigo, responsable de llenar las fichas de las familias con más apremio para ser atendidas por la condición de otros aspectos de la vivienda, composición familiar, situación laboral de los padres y también de tomar la foto del “Antes” con el piso de tierra.  En diciembre volvió a supervisar los trabajos para las primeras veintidós casas del grupo de cien que la fundación El Guille Open informará en su tradicional evento anual para recaudar fondos, luego de la auditoría personalizada de cada entrega, con presencia de testigos, beneficiados y el público en general que in situ hace su presidente.

Genial ver estos dos líderes en un tête à tête público sobre ligeras desviaciones a lo acordado en las dos o tres casas donde Guille encuentra no hubo precisión alemana por centímetro cuadrado en uso de cemento, diferencia visible con microscopio en el espesor especificado o foto en la que su líder comunitario no usó el flash y no hace buena combinación con la del “Después”.

Cada familia visitada tuvo la oportunidad de dar su testimonio de agradecimiento en breves momentos alegres, con Guillermo explicando que documentar la entrega con la firma de la recepción y, en caso de no tener objeción, con un video es importante para continuar ayudando otras familias.  A unos niños que le preguntaron si era Roberto Cavada, porque el amigo voluntario que lo apoya en las filmaciones usa cámara y micrófonos profesionales, les dijo que no, que él es odontólogo y le adivinaría la edad a cada uno por la formación de sus dentaduras.

La maravillosa jornada terminó con un escalofriante retorno por el paseo motorista de la autopista a Samaná y la marginal de Las Américas a la que nueve de cada diez carros, no entiendo la razón, quieren ingresar parándose cuando tienen la mitad de la carrocería sobre la acera. Gracias Guillermo por la invitación. Tu fundación El Guille Open ya cuenta con dos entidades más que van a colaborar contigo en esta acción focalizada de sustituir pisos de tierra por cemento, en la que te apoyan tantos amigos me cuentas tu admiración y agradecimiento por hacer eso posible.