Después de su nacimiento hace nueve mil años en la antigua Grecia, la política y el Estado modernos han permitido a la democracia, y en ella a su poder legítimo, autoridad, institucional y autorizado en los Estado-nación, desarrollar principios esenciales asimétricos a las naciones como son la soberanía, la injerencia y los derechos humanos en materia de política internacional.
Las cuatro claves fundamentales de una democracia son: libertad, igualdad política, soberanía y seguridad.
Según la definición más elemental de soberanía, el concepto está cimentado en la legítima independencia que tienen los estados para ejercer la facultad de decisión, sin que la misma esté condicionada o subordinada a ninguna potencia extranjera. Para el general venezolano Carlos A. Celis Noguera, la soberanía es “la capacidad de autodeterminación del Estado y el poder de decisión en última instancia sobre el territorio, las personas, y las cosas de su jurisdicción y el derecho de organizarse según su criterio y de escoger su propio destino.”[1]
La soberanía es parte misma del concepto de Estado, su origen, desarrollo y razón de ser. Los griegos y los romanos, bajo los términos de la Autarquía de los primeros, y la Majestas Populis[2] de los segundos, manejaron el concepto de soberanía. “En la misma medida, la soberanía se basa en la autoridad del Estado, y ésta a su vez, en el llamado Poder Nacional, compuesto por un grupo de elementos entre los que se encuentra el estamento militar.”[3]
El segundo elemento fundamental en las relaciones entre los Estados lo constituye el principio moderno de la Injerencia o No Injerencia en los asuntos internos de las naciones.
La injerencia en términos comerciales, sociales y políticos es la acción que se realiza cuando alguien, sea una entidad o una persona o grupo de personas, se entrometen en alguna cuestión ajena.
Dicha intromisión por lo tanto, en muchas ocasiones se realiza sin la autorización de quien tiene la cuestión a cargo. Es común verlo en el plano político internacional cuando una nación, grupo de naciones u organizaciones mundiales, bajo el pretexto de cuidar a los habitantes de otra, la invaden militarmente. De este último significado se puede definir a este sustantivo también como el acto y el resultado de entrometerse en cuestiones ajenas. Esto en Política se define como la intromisión de un estado o país en la política interna de otro.
No obstante, esta última definición, existe a nivel internacional, incluso aceptado por la ONU (Organización de las Naciones Unidas) el denominado “derecho de injerencia humanitaria” mediante el cual la comunidad internacional por medio de organizaciones internacionales, o un Estado puede asumir en determinadas circunstancias, la defensa de los derechos humanos por encima de la soberanía de los Estados, sin que los gobiernos de esos países puedan ampararse en la excusa de que se trata de asuntos internos. Esto se aplica para casos donde la población civil se ve en un peligro extremo debido a una guerra civil, genocidio, hambre, etcétera.
Este derecho ya se ha aplicado en algunas ocasiones, aunque a veces se ha considerado que no ha sido suficientemente rápida la intervención. Así como hay defensores de este derecho, también hay quienes se oponen, o al menos sostienen que hay que ser muy prudentes en su aplicación, para que no sea que, con la excusa de los derechos humanos en un país; otro, lo invada.
[1] Carlos A. Celis Noguera. (1989). Introducción a la Seguridad y Defensa. Librería Militar, Caracas.
[2] Diccionario Militar de Cabanellas de Torres. (1961). Editorial Claridad. S.A. Madrid.
[3] José Miguel Soto Jiménez. (1998). Defensa, Seguridad y Democracia. Editora Taller, C. por A., Santo Domingo, República Dominicana, p. 60.