“… No todos los hábitos culturales que constituyen virtudes contribuyen a la formación del capital social. Algunos pueden ser mostrados por individuos que actúan por sí mismos mientras que otras – en particular la confianza recíproca – solo emergen en un contexto social…”
(Francis Fukuyama, libro Confianza).
Nuestra democracia tan minimalista no se erige sobre la base de las instituciones vitales que le dan soporte y oxígeno, a ellas como régimen y a la sociedad como razón de ser. El Sistema político se niega a sí mismo. No ejerce ni siquiera en la medianía el cuerpo normativo que se crean en los órganos legislativos. No son titiriteros ni pantomimas, quizás peor, porque en su falsía nos atropellan y nos crean “realidades” y diferentes ciudadanos. ¡Aquellos y ellos, no hay un nosotros!
Los Partidos políticos de Republica Dominicana salieron con un nivel de confianza de 13 en el más reciente Informe de Latinobarómetro, y en Gallup/Hoy de octubre obtuvieron una percepción positiva de 23.4 y una valoración negativa de 72.8. La confianza en el Congreso fue de 20 en Latinobarómetro y en Gallup/Hoy lo sería de 26.2 y una tasa negativa de 68.4. La confianza en el Poder Judicial, siguiendo el hilo de los estudios citados, 21 y 31.2.
Nos estamos refiriendo a las tres instituciones fundamentales de la democracia, a las instituciones de la democracia, de la sociedad. A las que constituyen el juego del peso y contrapeso, las que habrían de configurar el real Estado social democrático de derecho según establece la Constitución en su artículo 7. En gran medida, esa fuerte debilidad de esas tres instituciones se debe a que no existe una independencia entre el Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Los tres poderes son una mera ficción, una imaginación que no ha encontrado asiento en la realidad. Sumado a la poca calidad de los actores políticos, a la ausencia de la decencia, de la honestidad, de la honradez, como virtudes sociales.
La tendencia social más peligrosa lo constituye los niveles tan altos de desconfianza en el grado de interactuación social, en los niveles de relaciones sociales, de convivencia, del espacio civilizatorio que nos hace seres humanos. Esto gravita sobre el capital social como la expresión de armonía, colaboración, cooperación, de construcción y realizaciones de proyectos colectivos, de agendas sociales que nos permitan energizar como nación una visión compartida. La Confianza Interpersonal en nuestra sociedad, de acuerdo con Latinobarómetro, es de 14.
La falta de Confianza Interpersonal impide los consensos, los acuerdos, acelera los conflictos disfuncionales y nos conduce a la cuneta de la violencia en todas sus manifestaciones, dimensiones y vastedad. El respeto a la diversidad, a la tolerancia, a la comunicación empática, a la búsqueda de la sinergia y la integración no encuentran cauces ni punto de encuentro a menos que no sea por la imposición y el desconocimiento a la minoría, a través del puente de la diversidad en el concierto de los pactos. Señala Latinobarómetro que “somos la región del mundo más desconfiada de la tierra”. Como región, América Latina, es al mismo tiempo, la más desigual, vale decir, la que menos reparte y la más violenta del planeta.
Las instituciones coercitivas del Estado, las que “validan” con la fuerza a ese Estado: Policía Nacional y Fuerzas Armadas, fueron valoradas en confianza: Policía Nacional 24, cuando el promedio de los 18 países evaluados por Latinobarómetro fue 35. Gallup/Hoy, en octubre del presente año, la evaluaría con 26.9 favorable y 70.5 negativo. Las Fuerzas Armadas: 40 y el promedio fue 44 en la región; Fuerzas Armadas obtuvo un nivel de aprobación en Gallup/Hoy de 51 y 44 negativo.
Somos el sexto país, de los 18 evaluados, donde la CORRUPCION, como el problema más importante, acusa una enorme visibilidad. Es nuestro segundo problema después de la delincuencia; al tiempo que constituimos el segundo país después de Venezuela donde se percibe un aumento de la CORRUPCION: 77. Obtuvimos 77 y el promedio de la Región fue 65. Lo interesante a destacar aquí son las actitudes de los dominicanos frente a la misma. Unas actitudes pasivas, de simulación, de hipocresía social. Somos genuflexos como sociedad contra esta hiedra que nos empobrece y vulnera como persona y como nación.
Creamos riquezas, hay crecimiento de la economía; empero, el 70% de la población es: Indigente, pobre y vulnerable; y, uno de los factores que explica esa realidad, conjuntamente con la desigualdad, es la CORRUPCION. Las distintas modalidades y expresiones de la corrupción se verifican en nuestra sociedad: Burocrática o Administrativa; Nepotismo, Patrimonialismo, y Captura del Estado.
Nos constituimos en el país líder, con 53, de las personas que han pensado en ir a vivir a otro país. El “galardón” lo compartimos con Venezuela. Si correlacionamos esa variable, que es un verdadero drama social en potencia con las dificultades que tiene la población con sus ingresos (59); con que el ingreso no les alcanza y que solo el 38% le alcanza. Añadamos que un 36% de los dominicanos no tiene suficiente comida al día. Venezuela, de nuevo, aquí es el líder, con 61% sin suficiente comida para alimentarse.
Estamos en presencia de un coctel social dañino, una infusión letal a la luz de la tendencia social. El panorama es desalentador a mediano y largo plazo. Lo que están diciendo los distintos estudios es que debemos de dejar atrás esa cultura de la autocomplacencia de las elites políticas y económicas, que es necesario la construcción de un nuevo escenario donde se anide la necesidad de hacer más con menos. No es posible que en la sociedad dominicana los ingresos aumenten a una tasa promedio de un 15%, no obstante, el endeudamiento se acrecienta cada día en un 11% en los últimos 6 años, a un ritmo de US$2,300 Millones de Dólares anuales, que significan 192 Millones mensuales, equivalentes a US$6.36 Millones de Dólares diario. 85% de los Gastos corrientes y apenas el 15% inversión de capital, en los presupuestos de los últimos años, en promedio.
Los Partidos políticos, como engranaje del sistema político tienen y deberán cambiar en los próximos 2 años. Es más, ahora. Ese paradigma analógico en medio de un mundo digital no es posible. Las instituciones de la democracia requieren mayor grado de confianza. ¡Comencemos ya a decir a viva voz y donde quiera que interactuemos, no a la perversa REELECCION, a la maligna y reducible reelección! En 18 años, 3 reformas constitucionales, líder en el mundo y hazme reír del poco respeto a la ley de leyes.