No hablamos de cualquier gobierno, sino del gobierno dominicano actual. Tampoco se trata de una metáfora o de una “percepción” personal.  Nos referimos a “malestares” reales sentidos, sufridos y vividos por los dominicanos como consecuencia de la forma y estilo del gobierno que en estos momentos rige el país.

El síntoma es una especie de notario: da fe de algún hecho. Es la expresión de que algo no anda bien. Así, cuando más intenso y persistente es un síntoma, más grave es el problema que hay detrás del mismo. Veamos algunos de esos síntomas. Usted podrá reconocer y agregar otros.

1. Cáncer.  Con metástasis. Eso es la corrupción, un verdadero cáncer social. La corrupción tolerada, fomentada y legitimada por el gobierno ha convertido el erario público en un botín de los gobernantes. La impunidad de los que hacen suyos y dilapidan los fondos del Estado, y otras podredumbres, están a la vista de todos. En el vocabulario de este gobierno no existen las palabras “combate a la corrupción”. La transparencia y la rendición de cuentas por parte del gobierno son discursos vacíos. Como lo son también “las comisiones y códigos de ética gubernamental”.

2. Esquizofrenia. Se considera un trastorno mental crónico que consiste fundamentalmente en oír, ver o sentir cosas que no existen, en tener creencias erróneas, ideas delirantes, conversaciones incoherentes, encerrarse en sí mismo y presentar dificultad para tener conductas dirigidas a metas significativas.  Perfil exacto del gobierno actual, que camina por rutas diferentes a las necesidades y al sentir de los ciudadanos; dice que resuelve lo que permanece irresuelto, que tiene un discurso alejado de la realidad del país. Que alucina con la perpetuidad en el poder. Que Fomenta una democracia esquizofrénica, confundida, diezmada y sobornada.

3.  Despersonalización.  La despersonalización es una alteración de la percepción de o de la experiencia de uno mismo, es la sensación de que el mundo ha cambiado y se ha hecho menos real. “Es ser diferente a lo que uno debe ser”.  Precisamente, este gobierno se ha despersonalizado crónicamente en la medida que se ha alejado y ha renegado de los principios y fundamentos ético-políticos del fundador del partido que lo llevó al poder.

4. Narcisismo. Los miembros de este gobiernan pagan para contemplar su rostro todos los días en las primeras planas de los periódicos y en la televisión. No ha extrañar por tanto, el aumento desbordante del gasto de gobierno central gobierno central en propaganda y publicidad, registrándose un aumento de un 98.5% en el periodo comprendido entre enero-noviembre del 2011 a enero-noviembre del 2014, equivalente a RD$1,486.5 millones. Sólo en el periodo de enero-noviembre del 2013 a enero-noviembre 2014 el aumento del gasto fue de un 25%, es decir, de RD$598.4 millones. Cientos de comunicadores y “programeros” convertidos en eco del narcisismo gubernamental. Marketing gubernamental financiado con el dinero del pueblo.

5.  Sordera y ceguera. El gobierno actual no oye ni ve los problemas de los ciudadanos. Ahí están los casos de la depredación de los recursos naturales, la demanda de aumento de salario por parte de maestros, médicos y profesional de la salud, los jubilados y los trabajadores, el aumento del presupuesto del sector salud.   Ahí están los hospitales que no funcionan, el aumento del índice de mortalidad infantillos ríos y recursos naturales depredados, las quejas por el alto costo de los combustibles y de la canasta familiar, la falta de agua en barrios y comunidades, la quiebra de agricultores y ganaderos.  Y muchos problemas importantes, que el gobierno los considera de otros y alejados de sus prioridades.

6.  Populismo.  El corte populismo de este gobierno queda claramente puesto de manifiesto en su afán asistencialista para captar votos. Está cerca del pueblo cuando decide estarlo y no cuando el pueblo lo reclama. Está cerca del pueblo “para la foto” pero alejado del mismo cuando se trata de respetar sus derechos y reconocer y atender sus demandas y necesidades. Hace alarde de un amplio gasto social que no pasa de ser una transferencia condicionada de dinero que le genera beneficio en términos de apoyo político.

7. Mercantilismo electoral.  El gobierno no sólo ha emprendido una ambiciosa compra de partidos y movimientos políticos y un reparto de cuotas de poder como “avance a cuenta” por lealtades electorales, sino al mismo tiempo está deteriorando y enrareciendo el clima democrático y debilitando el sistema de partidos políticos y el equilibrio político que genera el ejercicio de la oposición política. Con “el clientelismo de las cúpulas” se diezma la democracia interna del propio partido y la participación de las bases de los partidos cooptados o asociados por conveniencias económicas de su dirigencia.

8.  Apatía cultural. Este gobierno ha abandonado la cultura. Ha sido incapaz de cuestionar, evaluar y enmendar su deficitario apoyo al verdadero desarrollo de la cultura. Las instalaciones culturales públicas están en ruinas. Las demandas salariales y de mejora de condiciones de trabajo de los empleados de las diferentes dependencias culturales del sector oficial han sido silenciadas e ignoradas. La falta de interés de este gobierno por la cultura es más que notoria.

9. Nacionalismo patológico.  El gobierno procura obtener una rentabilidad electoral valiéndose de una manipulación bien orquestada del sentimiento nacional,  acentuando el sentimiento de que la patria debe ser defendida “de los de afuera”, olvidando defenderla de “los de adentro”, de los que están vendiendo la patria a pedazos, entre los cuales se encuentra el gobierno mismo.

10. Anomia. Incapaz de lograr un orden basado en el respeto a los derechos democráticos y a las instituciones democráticas. O en lo económico, lo ecológico, lo político y lo social, el gobierno ha generado un conjunto social que nos está convirtiendo en un país al margen de la ley, inseguro y poco promisorio.

La lista puede ser más extensa, pero éstos son más que suficientes para sembrar la indefensión y la desesperanza del pueblo dominicano. El pueblo dominicano se merece un gobierno sano, un gobierno ético, un gobierno auténticamente democrático. ¡Y el actual no parece serlo!