Hoy día, cuando una gran cantidad de ciudadanos del mundo considera los medios digitales como indispensables para vivir y relacionarse, el debate sobre sus beneficios y limitaciones se convierte en altamente necesario.
El filósofo Byung-Chul Han, nacido en Corea del Sur en 1959, y que ha desarrollado su vida académica en Alemania en vinculación con una comunidad intelectual globalizada, en su obra "En el enjambre", analiza de qué modo la revolución digital, internet y las redes sociales ha transformado la esencia misma de la sociedad y presenta algunas dificultades que deben afrontarse.
Según el autor, "cojeamos tras el medio digital, que, por debajo de la decisión consciente, cambia decisivamente nuestra conducta, nuestra percepción, nuestra sensación, nuestro pensamiento y nuestra convivencia". Nos embriagamos hoy –dirá– con el medio digital, sin que seamos capaces de valorar por completo las consecuencias de esta embriaguez. Esta ceguera y la obnubilación a que va asociada constituyen la crisis actual.
Producto de esta crisis ha surgido una nueva masa. De nuevo, "una formación de muchos asedia las relaciones dadas de poder y de dominio". La nueva masa se denomina "enjambre digital". El enjambre digital se diferencia de la masa tradicional en que no es inherente a ninguna "alma", a ningún "espíritu" que incita a la acción. El alma es congregadora y unificante. El enjambre digital está formado por individuos aislados. No constituyen un nosotros.
Los habitantes digitales de la red no se congregan. Les falta la intimidad de la congregación , conforman una concentración sin congregación, un conjunto sin interioridad, sin alma y sin espíritu. En ocasiones, los individuos digitales se constituyen en colectivos, por ejemplo, las multitudes inteligentes (smart mobs). Pero sus modelos colectivos de movimiento son muy fugaces e inestables, similares a los rebaños constituidos por los animales. "Con frecuencia actúan de manera carnavalesca, lúdica y no vinculante".
Una masa decidida y enardecida engendra poder. A los enjambres digitales les falta este poder. No "marchan", se disuelven con la misma rapidez con la que se forman, no producen energías colectivas. Las "shitstorm" tampoco son capaces de cuestionar seriamente las dominantes relaciones de poder, ya que se concentran en individuos particulares, convirtiéndolos en motivo de escándalo.
El autor no condena la mutación inducida por la sociedad digital, más bien invita a interrogarnos sobre aquellas cuestiones que tienen que ver al mismo tiempo con los individuos y lo colectivo, incluyendo la relación con el poder dominante. Alerta sobre las señales de exclusión que hay que resistir frente a la voluntad de la sociedad digital de medirlo todo, captarlo todo y trazarlo todo, a “vigilarlo todo”, encaminándose al “totalitarismo digital”.
Presenta puntos luminosos de la sociedad digital entre ellos el imperativo de la transparencia: todo lo que puede estar abierto como información, haciéndolo accesible a cualquiera. La transparencia es la esencia de la información. Es la manera de proceder del medio digital.
Advierte, sin embargo, que la masa no filtrada de las informaciones hace que se embote la percepción, la atención y la capacidad crítica y hasta puede llegar a producir ciertas perturbaciones psíquicas como el ifs (Síndrome de fatiga de la información), causado por un exceso de información.
Los afectados por el ifs pueden presentar una merma total de la capacidad análisis, perturbación de la atención, intranquilidad general o incapacidad de asumir responsabilidades. Hoy todos estamos afectados por el ifs, llamado también “cansancio de la información”.
El autor destaca que "más información no conduce necesariamente a mejores decisiones". Más información y comunicación no esclarecen el mundo por sí solas. La creciente cantidad de información atrofia la facultad superior del juicio, tampoco engendra ninguna verdad. La información ya no es informativa, sino deformativa; ya no es comunicativa, sino acumulativa.
La obra, digna de ser leída y analizada, llama la atención sobre los riesgos políticos de la masa digital. "Las masas que antes se podían organizar en partidos y asociaciones y estaban animadas por una ideología, se descomponen ahora en enjambres de “puras unidades ", es decir, en los" Hikikomoris” digitales aislados, que no forman ningún público articulado y no participan en ningún discurso público. Descompone el “nosotros” político que sería capaz de inducir a la acción de manera enfática y razonada”.
Comencemos por establecer la vigilancia de las redes que nos vigilan, de los enjambres digitales en las esferas de la educación, la política y en los medios de comunicación en el país. ¡La sociedad digital tiene sus ángeles y sus demonios!