Justo cuando terminó la descarga del Convenio 110 de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, entró la noticia del arresto del Síndico de las Yayas, Azua. La coincidencia es para que nunca olvide de que se trata el documento, el truco efectivo de recordar por asociación para salir bien de los exámenes. El convenio es sobre la protección de los trabajadores migrantes se contratan para las plantaciones agrícolas y, como es lógico, el punto de partida es normar el proceso de reclutamiento.
Este tipo de trabajador no se presenta directamente a las fincas para ofrecer sus servicios. Las plantaciones no tenían a finales de los años 50, tal vez tampoco ahora, un departamento de recursos humanos para entrevistar y depurar a los aspirantes a sacar las piñas o recoger cacao. Conseguirlos era función de Intermediarios o reclutadores que sabían dónde se congregaban a esperarlos los aspirantes a trabajar el campo. Un sitio visible y estratégico facilita el encuentro al reducir costo de transacción para ambas partes, especialmente para el trabajador por lo inútil de hacer una diligencia directa.
Esos lugares son sitios donde no hay control de las negociaciones entre los intermediarios y los trabajadores por una autoridad competente, como sería una oficina pública de emigración o colocación; o una privada con representación autorizada de organización patronal. Este es el reclutamiento que, como es de suponer, no es una actividad a la que cualquiera puede integrarse el mismo día que amanezca con deseos de usar un camión para buscar trabajadores migrantes en la frontera, apiñarlos en la cama y llevarlos a un mayoral escuchó los necesita.
La OIT exige que tengan permiso otorgado por una autoridad competente cualquier persona u organización se dedique a reclutar trabajadores migrantes. Pero el permiso es sólo el principio. Cada reclutado o elegido para trabajar temporalmente, debe ser presentado a un funcionario público que verificará algunos términos de la contratación, documentos del trabajador, facilitará trámites verificar estado de salud y se asegurará de que el viaje a la finca se haga en condiciones seguras. El trabajador migrante entra así con nombre, apellido y dirección en la futura nómina de la finca y con derechos garantizados similares a los trabajadores nacionales.
El Síndico de las Yayas, en Azua, no cree en nada de eso. A la hora que decidió reclutar haitianos para su finca, se lanzó hacerlo por su propia cuenta, volando la intermediación formal o informal. Su filosofía es “¡Entre tó! ¡Sin documentos, mejor!”. De acuerdo a lo reportado en noticias, buscó un grupo directamente en la frontera, los pasó ilegalmente al país, sin papeles de identidad, y los amontonó en una ambulancia del Ayuntamiento para engañar con sirena y luces de emergencia a los custodios de carreteras. En vez de reclutar migrantes al estilo del Convenio 110 o contratar localmente respetando legislación laboral, se dedicó a traer ilegalmente al país haitianos en la víspera de las celebraciones iba a presidir para honrar al Padre de la Patria, frente al Palacio Municipal. ¡Que personaje!