Los primeros recuerdos lúcidos que guardo con la voz de Teo Veras se asocian con mi niñez. Camino al colegio mi papá sintonizaba “El Matutino” y nos acompañaba todo el trayecto.

A Teo lo recuerdo con detalles. Quizás por eso lo sentí siempre tan cercano, tan cálido, como familia y así mismo lo lloré. 

Yo siento que nací con el “Teo Veras en la mañana” que sonaba en cada break y que el “Despierta que ya es de mañana” es como parte del soundtrack de mi vida y la de muchos que lo escuchamos y lo admiramos por tantos años. 

A principio de los 90 sonaba un comercial de un lubricante automotriz que pasaban justo antes y después del segmento de deportes en “El Matutino”. Y es precisamente ese nivel de detalles que me confirma lo memorable y especial de la figura y la voz de Teo Veras. Que siendo yo apenas una niña atesore todavía aquellos recuerdos que tienen su voz. 

Sin saberlo, Don Teo marcó a toda una generación y ha dejado un legado tan grande que nos faltará vida para agradecer y retribuirle su entrega. 

La grandeza de Teo fue la humildad que adornó su espíritu y eso lo convirtió en familia. Y ahora en tiempos de redes sociales, las historias en el Instagram de Betsabé, su esposa, mi amiga, lo hicieron muchísimo más cercano. 

He llorado y he sentido la muerte de Teo pero también me crezco orgullosa de haberlo conocido, de haber compartido tiempo y espacio con un ser tan maravilloso como él. Con Teo se nos va un poco de las mañanas y la música de los domingos cuando se regresa a la capital. 

Lo despido rindiendo tributo desde mi corazón con todo el cariño, mi admiración y con la certeza de que vivirá en la memoria y nuestros corazones. Imposible que suenen los clásicos sin pensar en él. 

Hasta siempre, Don Teo.