Sobre los hombros de un grupo de senadores que conforman una comisión especial en el Senado de la República, pesa la responsabilidad de escoger a los jueces que conformaran el pleno de la Junta Central Electoral. El máximo órgano electoral que dicta y regula todo lo concerniente a procesos electorales, partidos políticos e identidad. Y en un país que se debate eternamente entre pelota y política, seleccionar a quienes llevarán las riendas de uno de esos barcos, no es tarea sencilla.

No bien rebasamos uno de los procesos electorales más largos, tediosos e impugnados por la oposición, ya estamos acariciando los perfiles de más de doscientos dominicanos que han presentado sus aspiraciones para dirigir el pleno del tribunal comicial. Una posición, desde sus muchas funciones, que representa sin lugar a dudas una enorme responsabilidad y un compromiso serio con la población que cada cuatro años se dirige a las urnas con la esperanza de que la intención y la buena fe que pone en el sistema democrático rinda sus frutos y se maneje con transparencia y con honestidad.

Hablar de las cualidades que requiere el cargo y sus funciones, me obliga a elevar mi respaldo al amigo Román Jáquez Liranzo y dedicarle mi espacio hoy con un artículo positivo para resaltar las virtudes que todo el que conoce o ha tratado a Román, le consta que le adornan. Un escrito que a modo de testimonio personal rinda cuentas de la amistad que desde que nos conocimos laborando juntos para un canal de televisión en mis inicios, nos ha unido por más de 15 años amparada en el respeto, el afecto, la solidaridad y de mi parte una gran admiración que le guardo como profesional del derecho, de la comunicación y catedrático universitario.

Guardo la plena confianza en la capacidad de Román para administrar un órgano como la Junta Central Electoral apegado al interés de una nación con el mismo sentido de respeto que le ha caracterizado desde siempre, el trato caballeroso que lo distingue, la honestidad, la pulcritud, honradez y la eficiencia que ha demostrado con hechos y acciones a lo largo de su vida. Además de ser inobjetable desde el punto de vista político.

Apelo al consenso de los senadores, los comprometo públicamente a que el sentido común y el buen juicio les acompañen a lo largo de esta labor que nos compete a todos los dominicanos que le tenemos fe a la nación. Sobre los hombros de cada uno de los senadores que conforman la comisión, dejo la responsabilidad y la esperanza de que lo hagan divorciados del interés particular o político de cada uno de ellos.

Mientras tanto, yo como no soy senadora, asumo mi cuota de compromiso ciudadano presentando a mi candidato y cumpliendo con mi responsabilidad de aportar para que la gente buena, seria y de grandes valores como Román puedan velar por los intereses del pueblo desde arriba pero siempre de la mano con los de abajo.