Este domingo, los máximos jerarcas peledeistas llegarán, todos juntos, al mausoleo que guarda los restos de Juan Bosch en el cementerio de La Vega. Allí estarán, todos juntos, teatralmente contritos y falsamente arrepentidos de sus aberrantes pecados ideológicos y renuncias a los valores y principios que les impuso aquel hombre trascendente en la idea y el ejemplo. Estoy seguro de que si el espectro de Bosch pudiera levantarse desde ultratumba, los expulsaría de allí, todos juntos, a puros latigazos, y es seguro que un enorme, potente y rabioso “¡Carajo!” invadiría el cielo desde Cabo Engaño hasta la frontera.