Muchos políticos han comenzado a quejarse públicamente ante la insistencia de la sociedad de que se nombren personas con independencia partidista en puestos importantes de decisiones como la Cámara de Cuentas, la Procuraduría General de la República, la Junta Central Electoral, la Contraloría General de la República, entre otros.

Su queja reside en lo que ellos llaman "el estigma del político" porque ahora la sociedad demanda que se nombren a personas que no han hecho ningún trabajo político en posiciones del Estado en desmedro de quienes sí trabajaron por el triunfo de un partido. Además entienden que en los partidos políticos también hay personas íntegras y honestas que pueden desempeñar esas funciones sin dejarse contaminar.

Sobre ese hecho Roberto Rosario, expresidente de la JCE, manifestó que los mayores problemas y errores que ha cometido la Junta ha sido precisamente cuando ha estado dirigida por independientes incluyendo la actual JCE que fue presidida por personas de la Sociedad Civil.

Creo que la sociedad dominicana está viviendo una transición que por su salud conviene que se nombren personas que garanticen una real independencia de los poderes del Estado. Es cierto que existen muchos políticos con la integridad para ocupar esos puestos pero también la práctica ha sido que los partidos políticos han contaminado tanto la práctica política que han centralizado el accionar en el Poder Ejecutivo y responden a los intereses propios de los partidos que representan y no de la sociedad.

Entiendo que están cosechando lo que han sembrado que la sociedad hoy les mire con desdén porque lo que reclaman hoy en día ha sido precisamente lo que les ha faltado. Hay que sanear esa práctica, que demuestren que realmente se le sirve a la sociedad y luego que aspiren al reconocimiento de la misma. Existen dos tipos de autoridad. Hay una autoridad que guarda relación con la investidura de la posición, o sea por ser Presidente de la República usted ya tiene una autoridad. La otra autoridad es la que surge del reconocimiento de la sociedad, ese tipo de hombres y mujeres que ven un accionar pulcro.

También en esta queja hay una idea que subyace y me parece aún más inquietante. Hemos visto en los últimas días la demanda desesperada de personas que apoyaron al partido de gobierno y no han sido designados en alguna posición. Sus argumentos son de consideración pues en ningún momento prima el interés de servicio al país, sino en un derecho ganado por el trabajo político realizado.

En diferentes espacios se escucha la misma justificación de la demanda “ellos llevaban dieciséis años pegados de la teta y ahora no se quieren ir mientras nosotros teníamos todos estos años halando aire”. Dicha insistencia condujo a que el Presidente Abinader hiciera la advertencia de que el Estado no es un botín.

Aconsejo cambiar la motivación y los argumentos con que justifican su derecho a trabajar en el gobierno porque esas palabras dan la impresión de que, “ahora nos toca a nosotros aprovecharnos como lo hicieron los anteriores”.

El otro peligro que observo es que, pareciera que la única manera de entrar a trabajar en el Estado es perteneciendo a un partido político y fajarse en una campaña electoral, cosa que es preocupante y peligrosa pero sobre este aspecto hablaremos en otra entrega.