Hace tiempo que algunos alertábamos sobre las peligrosas consecuencias que tendría promover divisiones a lo interno de nuestra sociedad, basadas en apasionadas interpretaciones sobre qué significa ser un buen dominicano.

Lamentablemente lo que se veía venir llegó, recientemente prominentes comunicadores que se han ganado un respeto en nuestra sociedad en base al ejercicio independiente del periodismo, tuvieron que hacer públicas las amenazas de muerte y otras agresiones proferidas por distintas vías por ciudadanos que pretendiendo defender los intereses de la Nación, le están asestando un duro golpe.

Las relaciones entre países fronterizos siempre tiene niveles de tensión ya que la historia por distintas razones los divide, pero el gran reto es precisamente salvar las diferencias pasadas y construir un mejor futuro sacando beneficios de las relaciones bilaterales como supo hacerlo la Europa de la post guerra.

Luego de que el Tribunal Constitucional dictara la conflictiva sentencia 168-13, en parte por mal manejo de algunas autoridades y también porque fue la ocasión aprovechada por personas que siempre habían exhibido confusos sentimientos nacionalistas cargados de rencor hacia nuestros vecinos haitianos, se ha venido enrareciendo el ambiente en nuestra sociedad y se ha intentado dividirla  según las posiciones que cada quien tenga respecto a los derechos de nuestros inmigrantes.

Constituye una vergüenza que nuestras autoridades hayan sido históricamente tan irresponsables respecto del tema migratorio, permitiendo no solo un tráfico ilegal de nacionales haitianos por nuestra frontera que ha enriquecido a quienes deberían velar por su defensa, sino que permanecieran en un limbo legal personas nacidas en nuestro territorio condenándolos a ser muertos civiles, porque  aunque muchos querían que la Constitución les negara la nacionalidad, por desidia  no lo hicieron hasta el 2010.

Nosotros más que nadie sabemos que los países con importantes  niveles de pobreza tienen un alto porcentaje de nacionales que emigran hacia otros destinos en busca de mejores oportunidades.  Para nadie debería ser una sorpresa que nuestros vecinos haitianos emigren a la República Dominicana, como los dominicanos lo han hecho legal o ilegalmente a Estados Unidos, Puerto Rico, Europa y otros destinos, sobre todo luego de la interminable crisis política e institucional que tristemente ha convertido dicho país en un Estado fallido.

Ser patriota jamás puede vincularse  a sentimientos de odio y xenofobia, ni puede ser la excusa para violentar derechos fundamentales.  La mejor forma de convertirse en un buen ciudadano y esperar que la historia nos declare o no como patriotas, es cumplir con el ordenamiento legal y con todos los deberes ciudadanos, colocando siempre los intereses nacionales por encima de los personales, algo que tristemente ha sido olvidado por muchos en nuestro país, a pesar de las poses demagógicas de defensa a la soberanía y a la patria de muchos que la humillan a diario con su accionar.

Hemos sembrado odio y estamos por eso cosechando violencia. Ojalá que la alerta que nos han hecho estos valiosos comunicadores sirva de lección para que en vez de construir muros o fosas divisorias, seamos capaces de edificar juntos oportunidades que garanticen una convivencia organizada, en riguroso respeto del marco legal y que saque el mejor partido de lo que es una realidad insoslayable, que compartimos esta hermosa isla “colocada en el mismo trayecto del sol”.