Nueva York.-Bill Clinton capturó las simpatías populares con su consigna “Primero la Gente” en 1992, levantó un movimiento que estropeó la reelección del presidente George Bush padre.   En el 96 se reeligió con una consigna-metáfora que cautivó la imaginación popular: “Construir un Puente al Siglo XXI, por el que pueda cruzar todo el país”.  Su oponente, el senador Bob Dole se quedó en el limbo planteando unos recortes impositivos para los ricos.

En el 2000 ganó George W. Bush, hablando de recortes impositivos y reforma migratoria. Su oponente, Al Gore, extremadamente popular todavía no sabemos exactamente por qué, montó una campaña tan vacía como insípida; Gore es una visión del vacío.

Cuando tenía nueve meses en el gobierno, Bush cambió la narrativa política nacional, todo pasó a un segundo plano ante la “seguridad”.  Bush respondió a los ataques del 9-11 declarando su tristemente célebre “guerra contra el terrorismo”.

Y envolvió a todo el mundo en su agenda anti-terrorista.

En el 2008 Hillary Clinton se promovió como una “líder fuerte” para protegernos contra el terrorismo.

Barack Obama ganó las elecciones ofreciendo “esperanza”.

Se movió al margen de la agenda anti-terrorista y el colapso financiero sacó ese tema de la discusión nacional,  Hillary se quedó sin discurso y perdió.

En el 2011 tuvimos “La Primavera Arabe”,  en Europa los indignados de Madrid y en Nueva York Occupy Wall Street; las desigualdades económicas controlaron la agenda política mundial.

Cabalgando esa ola se reeligió Obama en el 2012.

Los ataques de Paris y San Bernardino nos retornaron al terrorismo. El senador de Vermont, Bernie Sanders, sin embargo, se mantiene firme; tiene 40 años denunciado las desigualdades económicas, se resiste a cambiar su tema por el terrorismo.

Ahora debemos escoger entre la “seguridad” contra el terrorismo, o la reducción de las desigualdades económicas.