Nueva York.-El 2015 marcó el 14 aniversario del colapso total de la respuesta occidental a los ataques del 9-11.  A ojo de pájaro, entre las inestabilidades progresivas de Siria e Irak nació el Estado Islámico, resurgen Al-Queada y los Talibanes, mientras Libia y Yemen se desintegran.

Hace 14 años sólo Afganistán estaba inestable.

Hace 14 años no existía el Estado Islámico.

Hace 14 años sólo habían atacado en Estados Unidos.

Hoy, los ataques se globalizaron.

Paris y San Bernardino demostraron que todos estamos en peligro.

Llevamos 14 años de fracaso documentado, los gobernantes demostraron ser incapaces de articular una política para devolvernos la seguridad.

Y no es por falta de recursos.

Dice Global Research que las guerras de Irak y Afganistán, hasta el 2015, costaban $6.0 trillones. Según la revista Time, la “guerra contra el terrorismo” va por $5.0 trillones.

Entonces, más de un millón de muertos, millones de desplazados, ciudades y naciones devastadas, 14 años y $11.0 trillones después, no logramos nada, excepto multiplicar la inseguridad.

Paris y San Bernardino ocurrieron finalizando el 2015, están al inicio de la narrativa del 2016, no son el pasado, son presente y futuro inmediato.

Aquí los únicos ganadores son los contratistas de la defensa, se han metido más de $11.0  trillones, ni eructaron y quieren más.

Ellos mantienen viva la narrativa terrorista, articularán propuestas para nuestra “seguridad”, asegurando un aumento constante de sus ingresos.

El presidente Barack Obama prometió retirar las tropas de Irak y cumplió, pero las retornó para evitar un desmoronamiento total del país.  Retiró las de Afganistán y tendrá que enviarlas.

Es difícil ser optimistas con respecto a nuestra seguridad.

Nuestra inseguridad es negocio para la industria armamentista, la más poderosa de la nación más poderosa del planeta, por eso, el 2016 podría ser “un poco” inseguro.