La Seguridad Ciudadana es, en una sociedad democrática, tan necesaria como el oxígeno para la naturaleza. Es vital, pues coadyuva de manera significativa a la Gobernanza democrática. La Seguridad Ciudadana se convierte en una dimensión inexcusable para la sana convivencia social, para la construcción de la confianza y por ende, contribuye de manera extraordinaria con el bienestar y calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas de un país.

El concepto de Seguridad Ciudadana, aquí abordado, trasciende a la Seguridad Pública, Seguridad Nacional, Seguridad Interior, Orden Público, pues las referidas aluden de manera meridiana, al rol del Estado en la seguridad, sobre todo como eslabón coercitivo, como mero mecanismo represivo desde el Estado. La Seguridad Ciudadana es la búsqueda del mejor sentido de la interrelación humana que trate de prevenir, para la sana salud física y mental de los ciudadanos y ciudadanas. La Seguridad Ciudadana es esa mezcla de creación de sinergia en la unidad de la armonía social, en los diferentes grupos y conglomerados humanos.

La Seguridad Ciudadana es esa manera armoniosa de convivencia con que llevamos a cabo nuestra vida cotidiana, “con el menor nivel posible de amenazas a la integridad personal, a los derechos cívicos y al goce de sus bienes”. Por ello, forma parte de los Derechos Humanos, como parte intrínseca de los Derechos Fundamentales. La Seguridad Ciudadana es el puente necesario no solo para la Gobernanza y el Estado de Derecho, sino también para la recreación del orden, la legalidad y la legitimidad, en el que las personas sientan un umbral mínimo de confianza y relación.

La falta de Seguridad Ciudadana destruye el tejido social, pues frente a la ausencia de ésta se incrementa la violencia, el crimen organizado y la impunidad; todo lo cual, desarticula la convivencia social y se sobredimensionan los costos para la sociedad, por la delincuencia que produce su carencia. La Seguridad Ciudadana, sus déficits conllevan factores de vulnerabilidad que socavan la existencia misma de una sociedad, dado que la criminalidad instalada por su deterioro, expone la violencia en todas sus dimensiones y ramificaciones, erosionando la vida en democracia

Para una sociedad es letal la combinación de violencia, criminalidad, corrupción e impunidad, ya que expresan el coctel que fragua y potencializan los cimientos graves de una adecuada y pertinente Seguridad Ciudadana. En nuestro país, la Tasa de Victimización de criminalidad y la Tasa de Victimización por corrupción han ido aumentado en los últimos años, según Barómetro de Las Américas del 15 de Junio del 2015. Es lo que genera la descomposición social y el estado de anomia en que nos encontramos.

La Seguridad Ciudadana acusa una relevancia social, dado que determina, en gran medida, el panorama social e institucional que existe en una sociedad, al tiempo que expone el grado de desigualdad social y de visión estratégicas que tienen los hacedores de políticas públicas y los actores estratégicos de una sociedad democrática.

En la sociedad de riesgos, como nos diría ese gran sociólogo Beck, debemos de asumir el paradigma proactivo de LA PREVENCION, buscando los múltiples factores que cohabitan, para diseñar prevención del delito como política criminal y como política social, que derroten la sensación social de inseguridad.

Como dice John Bailey en su libro Crimen e Impunidad, la seguridad ciudadana “es un requisito central para la gobernanza democrática y el Estado de derecho, porque es preciso un mínimo nivel de reglas y legalidad a fin de transmitir a la sociedad la confianza de que las reglas aplican para todos y se ejecutan de manera universal.

Sin Seguridad Ciudadana los costos económicos, sociales, se disparan y el tejido social se va desarticulando, destruyendo. La tensión social se tensa por el clima de temor, de miedo, de ansiedad, de angustia, de depresión, tanto en los factores de riesgos individuales como a las condiciones del entorno. La Seguridad ciudadana constituye el puente necesario para la gobernanza democrática. La violencia y la delincuencia amenazan la calidad de vida y el bienestar humano de los ciudadanos e impide el verdadero desarrollo social.