Mario Serrano, cura del pueblo (“¿No te has dado cuenta que eres de los pocos jesuitas negros?”, le dijo alguna vez un superior) será enviado a trabajar a Perú. Lo perderemos y no, porque trabajará como encargado de la agenda sociopastoral para América Latina y el Caribe. Lo lamentamos y no, porque su misión de vida en pro de los humildes y de las causas justas alcanza ahora una nueva dimensión sin fronteras. Lo extrañaremos mucho, eso sí, porque serán menos aquí los auténticos émulos de Cristo (cuyo reino, en realidad, pese a lo dicho, sí era y sigue siendo de este mundo).