André L. Mateo nos lo recuerda: “De los mil pesos que (en marzo de 1844) le habían entregado para gastos (de una misión patriótica en Baní), Duarte devolvió 827 pesos, detallando las partidas en las que se había gastado el resto de la suma asignada”. Estoy de acuerdo con Andrés: “Es a ése Duarte, al conspirador, al revolucionario, al profundamente ético, a quien hay que recordar en una época como la actual, en la que se han esfumado todos los valores, y los gobernantes creen que el dinero que manejan les pertenece”. (Es seguro que el impune bandidaje de hoy se carcajee del patricio y exclame: “¡Qué pendejo era ese hombre!”).