El problema de contaminación visual y movilidad generado por el cableado enmarañado que colocan empresas telefónicas y de comunicaciones es conocido por el Consejo para el Desarrollo Estratégico de Santiago (CDES). Desde el año 2007, el Ayuntamiento tiene pendiente una ordenanza que declare de interés público el control del uso de espacio aéreo urbano por parte de las personas públicas o privadas, físicas o jurídicas. Si es de “interés público”, entonces el cableado caótico tiene que ser objeto de reglamentación, con estímulos fiscales, penalizaciones y arbitrios concretos. El determinado, eficaz y exitoso Alcalde de Santiago, Abel Martínez de seguro que ya lo tiene en su estratégica agenda.
La nueva normativa debería regular todas las actividades que se concreten mediante el tendido de redes de antenas, postes, torretas y cables de distribución aérea para televisión, telefonía, electricidad, internet o cualquier otro servicio o actividad para lo que se requiera utilizar una red de distribución aérea.
El cableado llevó la “modernidad de la luz” a sitios sombríos, donde la mitología infantil o ciertas leyendas urbanas presagiaban que en ese callejón “salía el diablo”. Más progreso llegó cuando por estas rutas se colocó teléfono, televisión y el imprescindible internet. El cableado de las ciudades fue signo de modernidad desde cuando a finales del siglo XIX, se colocó cuerdas, cordones o cables en postes de madera y se insertaron en las principales calles y avenidas de Santiago para suplir las necesidades de energía eléctrica de vías, parques, viviendas particulares, edificios públicos y locales comerciales. Pero ha llegado el momento del cambio, que debiera iniciar en el 1.5 km cuadrado del centro histórico de Santiago de los Caballeros donde se ha dejado la logística instalada para soterrar todo el cableado.
A muchos les pasa desapercibido que ese cableado impactó positivamente en una ciudad de 5-10 km cuadrados donde en los años 70, un edificio de dos plantas asombraba con anuncios y profecías de que “muy pronto seríamos una ciudad como New York o Paris. Ante la ausencia de edificios de altura, la gente de Santiago del pasado siglo XX no miraba hacia arriba y por lo tanto percibía muy poco el gran problema de contaminación visual y vial que significa el caótico cableado que nos arropa.
Sin embargo en este siglo XXI, la modernidad de las necesarias edificaciones de altura se desarrolla a pasos agigantados. Asimismo las edificaciones patrimoniales de Santiago como el Monumento a los Héroes, la visibilidad urbana del Pico Diego de Ocampo y cientos de edificios históricos de la ciudad son claves en la dinámica de visitas turísticas que se adueña de Santiago. Una nueva movilidad inteligente pretende instalarse y el paisaje urbano es parte de la democracia de aprovechar los espacios públicos.
Hoy en este 2018, Santiago de los Caballeros como ciudad y su entorno metropolitano de 103 kilómetros cuadrados acumula 2,615 kilómetros lineales de vías primarias, secundarias y terciarias. En 1997 hace 20 años, acumulábamos apenas 400 kilómetros lineales de vías, por lo que este aumento de 500% de la red vial, trajo consigo el aumento hiperbólico de la extensión y magnitud del total de postes, torretas y cables de la ciudad de Santiago. Siendo conservador o mesurado estimo que debemos tener más de 3,000 kilómetros de cables caóticamente colocados en Santiago.
Entrando en materia, debe subrayare que la regulación de la utilización u ocupación del espacio público o la vía pública y el espacio aéreo municipal, suelo y subsuelo es imprescindible. Se impone normar la colocación de estructuras, postes, tendido de redes, soportes de postes, antenas, torretas para la prestación de servicios comerciales. Vamos a garantizar la coherencia de la zonificación, uso y ocupación del suelo, subsuelo y espacio aéreo y sus relaciones de compatibilidad con la ordenanza del Plan Municipal de Ordenamiento Territorial de Santiago (PMOTSA).
Infiero que deberíamos considerar tres (3) tipo de zonas para las permisologías, estímulos a la inversión y los arbitrios de rigor. Una primera de Alta Restricción de Colocación de Cableado (ARCC) para las áreas patrimoniales, históricas, de atractividad paisajística y visualidad natural. Una segunda de Moderada Restricción (MRCC) para las zonas de transición conformadas por áreas donde se ubican las vías primarias y secundarias de la ciudad. Una Tercera de Baja Restricción o prohibición (BRCC) para el cableado y colocación de postes, antenas y torretas para la prestación de servicios comerciales en áreas barriales y comunitarias donde las vías pasan de lo secundario a lo terciario.
La resolución municipal que habremos de aprobar en Santiago, debería tener una normativa que imponga requisitos particulares para la implantación de postes, tendidos de cables, redes y estructuras fijas de soportes de antenas. Criterios para imponer condiciones de implantación del cableado en edificios.
La normativa debiera completar e imponer una infraestructura compartida donde la Alcaldía, por razones urbanísticas, ambientales o paisajísticas establezca la obligación de compartir una misma estructura de soporte, postes, cableado y colores. El propietario de dicha estructura será el responsable ante el Ayuntamiento de cumplir las especificaciones técnicas contenidas en la ordenanza y deberá obtener el permiso de implantación.
La ordenanza debería concretarse con un programa para liberar el espacio aéreo de la ciudad de Santiago de los Caballeros de las antiestéticas telarañas negras que atentan contra el paisaje urbano y el entorno visual de los santiagueros. También prevenir el riesgo para la ciudadanía con tendidos aéreos que en temblores o terremotos caen sobre las personas. Igualmente, las redes caóticas de cables ocasionan cortos circuitos, apagones, incendios y explosiones. El crecimiento de la ciudad con su consecuente demanda de servicios públicos, informáticos, comunicacionales y energéticos, debe superar la gran telaraña urbana que ensucia el entorno, estropea el paisaje y arriesga la ciudadanía. Dado que el problema tiende a agravarse, en el nuevo PES 2030 deberíamos crear desde ya una mesa intersectorial para impulsar esta iniciativa.