I.- Las dificultades de convivencia de grupos humanos
1.- En una sociedad cualquiera se presenta lo que se conoce como situación que es el momento de un proceso o fenómeno caracterizado por un conjunto de condiciones y circunstancias que se han creado en forma objetiva, y el conocimiento que se tenga de ellas hace posible la forma de enfrentarlas. Los problemas sociales tienen relación directa con las actividades de las clases sociales.
2.- Cada época de un país tiene sus períodos críticos que motivan preocupación y se resuelven enfrentándolos con sentido social. Los contratiempos causados por la vida en sociedad hay que encararlos, y la solución se alcanza buscando la salida más adecuada. El remedio debe guardar relación con el aprieto que crea la enfermedad, porque la adversidad se combate o se acepta.
3.- En una comunidad de mujeres y hombres no todos tienen la misma formación ni igual comportamiento. El nivel de educación de cada quien le guía en sus actuaciones, por lo que debemos estar preparados para saber cuándo nos estamos moviendo en un medio integrado por individuos que sirven de patrón para lo mejor y lo peor.
4.- Ante las complicaciones que tienen que ver con la forma de comportarse los ciudadanos y las ciudadanas, es necesario tomar los correctivos de lugar con el fin de mediante advertencias educativas o sanciones, lograr que los desaprensivos ajusten sus actos a lo correcto y procedan como personas educadas. El incorrecto hay que someterlo a las actuaciones pertinentes para que supere sus incongruencias.
5.-Las dificultades presentes en nuestro país están vinculadas con el ordenamiento actual y solamente pueden ser analizadas certeramente si se examinan tomando en cuenta su interdependencia. El enlace de las cuestiones nos lleva al examen cognoscitivo y a saber el método que se debe aplicar para obtener los resultados perseguidos.
II.- Necesidad de reeducar a los desordenados
6.- De la misma forma que censuramos a los funcionarios que no cumplen con su deber en el ejercicio de sus funciones, no debemos mezquinar para desconocer cuando están cumpliendo o hacen el esfuerzo para ejecutar adecuadamente. Hay que saber valorar lo beneficioso aunque no se haga a la perfección deseada. Lo encomiable se aprueba con la misma fuerza que se censura lo malo, porque proceder en forma diferente seria incoherencia. Aceptar o rechazar sin razón ni fundamento es puro capricho.
7.- La convivencia civilizada no puede ser conformada solamente por los que dirigen los distintos órganos del Estado. Se requiere también el concurso de los munícipes interesados en cohabitar con civilidad; la sociabilidad debe ser de interés común, por lo que es una necesidad que cada quien haga un esfuerzo por afinar su conducta. Es signo de desarrollo mental urbanizarse y eliminar todo lo que entraña barbarie e incivilidad.
8.- Los hechos están demostrando que la actual alcaldía de Santiago hace esfuerzos por cambiar, en parte, el estado en que encontró la ciudad como consecuencia del descalabro que dejó la gestión anterior. Ciertamente que ninguna persona sensata puede pensar que en corto tiempo se van a solucionar los acuciantes problemas que desde hace años hemos acumulado y que nos lastiman.
9.- Los santiagueros y las santiagueras que en distintas ocasiones hemos levantado la voz para que a nuestra villa llegue el final del padecimiento prolongado que hemos tenido que soportar, sabemos que se hace necesario que los mejores munícipes accionen para vencer la resistencia de aquellos comunitarios que se comportan en forma irresponsable dando demostración de que tienen una conducta adecuada para vivir en la anarquía.
10.- La falta de orden en la ciudad de Santiago de los Caballeros, no ha estado solamente en el proceder sinvergüenza de algunos de los que han estado al frente del gobierno municipal, sino también en la ausencia de conciencia cívica de muchos de nuestros coterráneos que actúan como entes sociales que tienen trastornos en sus facultades mentales y están imposibilitados de ser ordenados. Los irreflexivos se creen con derecho a vivir como chivos sin ley; manga por hombro.
11.- Por muchas regulaciones que se adopten para el normal funcionamiento de la ciudad de Santiago de los Caballeros, va a ser muy difícil alcanzar tener un medio social organizado y limpio porque diversos segmentos no están preparados para el orden y la limpieza. A muchos de los vecinos de Santiago les resulta casi imposible ver su habitad aseado y debidamente arreglado.
12.- Sin importar de la generación que sea, a ningún habitante de Santiago le puede pasar por la mente que con la composición social de hoy vamos a volver a ser la unión de mujeres y hombres que integramos la jurisdicción de antaño. Hay que reconocer que la vecindad de tiempos pasados jamás puede ser la de ahora, porque el ordenamiento social del pasado no es el mismo del presente.
13.- Si hoy no estamos en condiciones de hacer de la ciudad de Santiago de los Caballeros, el ambiente que merecemos y necesitamos, debemos luchar para, por lo menos, conquistar un espacio que pueda habitarse; apto para vivir con limpieza y orden. Sin recular en los reclamos, siempre existe la posibilidad de reafirmar lo logrado y continuar adelante para llegar a tener lo anhelado.
14.- La diversidad clasista; el desacuerdo de aspiraciones; la discrepancia con relación a lo que queremos y podemos conseguir, crea un ambiente de disidentes y partidarios; de adeptos y renegados, así como la separación entre los que están de acuerdo en luchar y los que aprueban no dar los pasos para llegar a disfrutar de la ciudad que queremos. Mientras los habitantes de Santiago estemos disgregados en las intenciones posibles de materializar y los objetivos no viables, nos vamos a mantener como un conglomerado de tirantes.
15.- Es de mujeres y hombres prudentes ser eficientes para desplegar sus capacidades y hacer aquello que creemos posible lograr. En nuestro querido Santiago hay toda una combinación de clases, sectores y capas sociales que si unifican criterios pueden realizar toda una serie de actividades que, con el concurso de las autoridades municipales, alcancen lo que aspiramos para tener un espacio bonito y organizado.
16.- Lo importante es que aquellos que quieren a Santiago en orden y aseado, se dispongan a ejecutar sin pretensiones personales; que lo primordial sea aquello que es de bien para la comunidad sin buscar sobresalir. Lo decisivo, lo que debe mover las fibras civilistas de santiagueras y santiagueros son los puntos básicos, y poner los asuntos secundarios al margen. Un Santiago tratado con primor prueba la delicadeza de sus habitantes.
17.- Si se logra arrinconar a los que tienen un proceder desordenado, más temprano que tarde es factible cambiarle a Santiago la cara fea que todavía tiene, no obstante los esfuerzos de la actual dirección municipal. Es una labor positiva impedir acciones perturbadoras de quienes no están en condiciones de compartir con personas de buenos modales. Aunque no es nada cómodo apaciguar a los incorregibles, en nombre de la tranquilidad espiritual de la comunidad hay que armarse de optimismo.
18.- Todos aquellos habitantes de la ciudad de Santiago de los Caballeros, que desean vivir en limpieza y orden deben mantenerse firmes, con el pleno convencimiento de que para triunfar y lograr sus propósitos tienen que demostrar tenacidad. La cohabitación de los que han sido instruidos para ser ordenados y limpios, con los que solo saben turbar y ensuciar, depende de la comprensión y tolerancia de los que están armados de civilidad.
III.- Objetivo a cumplir por un Santiago acogedor
19.- Es una verdad irrefutable que ninguna comunidad humana está compuesta por personas de igual proceder, pero ante la esencia de la convivencia se impone que quienes están hechos para trastocar se les reeduque a los fines de adecuarlos a la cohabitación. Aquel que no se aviene al buen vivir hay que tratar de que se ajuste a la decencia mediante una adecuada y oportuna instrucción.
20.- Frente a la realidad de ocupar la misma demarcación de Santiago de los Caballeros y por estar avecinados con los desordenados, lo que procede es no desmayar; mantener el ánimo para seguir adelante hasta lograr que nuestro espacio sea en su mayor parte poblado por moradores que se acomoden para vivir con la idea de que es posible ser un deseable paisano.
21.- En la vida debemos de ser realistas. Si no podemos lograr por completo lo que aspiramos, sin ser conformistas debemos aceptar una parte del todo. Por mucho esfuerzo que se haga, a veces no está a nuestro alcance ser acreedores de la suma, y tenemos que aceptar una porción de lo que por entero habíamos deseado.
22.- Rechazar la suciedad entraña estar educado en la higiene. Desprecia la sanidad el ciudadano o la ciudadana que luego de tomarse un refresco lanza el vaso plástico a la vía pública o tira a la calzada la cáscara del guineo que había ingerido. El esmero en la pulcritud no se adquiere con dinero, sino con educación familiar y escolar. El descuidado es una víctima social incapaz de superar la grosería.
23.- En un ambiente social cualquiera, el nivel educativo alto o bajo de los habitantes se comprueba por la forma de comportarse. El ciudadano grosero es fácil de identificar porque sus actos los realiza en forma chabacana; es de trato insolente; tiene una existencia individualista que le lleva a creer que el mundo le pertenece, y su conducta egoísta le hace actuar interponiendo su conveniencia a los demás.
24.- Recorrer las calles de la ciudad de Santiago de los Caballeros, permite aprender lo que es un conglomerado de personas con formación sumamente distinta y que con sus actuaciones demuestran que no son homogéneas en la forma de comportarse. De ahí que es normal encontrarse con el santiaguero que daña el ambiente donde vive y con el que le es útil por entero a la sociedad.
25.- Un objetivo a cumplir por aquellos que aspiran a un Santiago acogedor debe ser formarse la idea de que por encima de la labor que realice la alcaldía, se hace necesaria una acción educativa para que quienes con sus actuaciones quieren volver patas arriba a nuestra ciudad, cambien sus hábitos de desarreglarlo todo y convertir así el ambiente en espacio sin orden ni concierto.
26.- Por encima de las dificultades que tiene el Santiago de mis amores y sinsabores, sé que va a llegar el momento de ser habitado por munícipes que desean vivir decentemente, que son aquellos que se desviven por compartir con civilidad y sueñan con armonizar con franqueza en una ciudad organizada y limpia.