¡Cuánto pesar! Una terrible angustia nos aflige y nos envuelve de congoja, como ser humano y como sociedad. Leer los periódicos de esta y la otra semana, nos llama de repente a cerrarlos. Titulares: “Seis muertos y varios heridos en dos días” de violencia e inseguridad en República Dominicana, nos señala Diario Libre el Martes 14 en la página 6. “En menos de 24 horas once heridos y cuatro muertos en R. D. ”; del mismo diario del Miércoles 15 en su página 8. Leyendo los diarios de la semana entre el 6 y el 12 de este mes, murieron más de 15 personas de violencia social y la abordada por la delincuencia y la criminalidad.
En estas dos semanas nos abrumamos al leer los diarios y, la sangre que brota de los dominicanos, fruto de la flagelación social que trae consigo la ausencia de una adecuada política pública de seguridad ciudadana, nos está destrozando como personas, como seres humanos y está drenando sin torniquete el cuerpo social dominicano.
La inseguridad ciudadana, como fenómeno social, es el que mayor repercusión tiene actualmente y desde hace más de 8 años en la vida de los dominicanos. Todos los estudios que se han realizado en el interregno señalado, ponen como primer problema para la población, los indicadores que abordan los hechos delincuenciales: asaltos, robos, atracos, fraudes, estafas, homicidios, etc., etc. En la sociedad dominicana el peso de la delincuencia gravita más de manera negativa que el desempleo, el alto costo de la vida y la deficiencia en los servicios básicos.
En la Encuesta Nacional de Hogares de propósitos múltiples ENHOGAR 2015, el Fascículo I sobre Seguridad ciudadana de la Oficina Nacional de Estadística (ONE), con una muestra de 31,975 hogares, esto es, cuasi 127,900 personas, arrojó que el 50.8% de la población tiene mucho y algo de miedo a la delincuencia. 44.1% dejó de hacer alguna actividad por miedo a la delincuencia. Al mismo tiempo, nos señala la referida Encuesta ENHOGAR, que en el transcurso entre el 2005 (21.5%) al 2015 (29.8%), la Tasa de Victimización tuvo una variación de 38.7% negativa. Esto es, que se incrementaron los robos, atracos, asaltos; dicho de otra manera, la tasa de victimización sigue creciendo.
Lejos de mejorar en esta pandemia social, lo que encontramos en detrimento de la salud social, es que los delincuentes han desarrollado más agresividad con las víctimas. Yenny Berenice Reynoso dijo recientemente que en un 38% las personas víctimas de la delincuencia reciben coacción física, hasta llegar al homicidio. Cabe destacar que esta dimensión que nos amilana como ser humano, no aparecía hace 5 – 10 años.
Las cifras oscuras o datos subterráneos, que expresan los delitos y con ello la tasa de victimización, hoy, no son una mera percepción. Están ahí, a partir de los hallazgos señalados y lo que abordan Gallup/ Hoy y la Consultora CID. Gallup/Hoy no solo establece que el principal problema visto por la ciudadanía es la delincuencia, sino que nos dice que el 85.6% de las mujeres y el 82% de los hombres encuentran que este fenómeno social es el peldaño en el conjunto de escalones, que más afecta su existencia cotidiana. La Consultora CID desnuda la Tasa de Victimización: 29 %. En un Estudio de ANJE, encontraron que un 44 % de los empresarios habían sido víctimas de la delincuencia en sus empresas. Algo insólito para una sociedad que hace apenas 14 años vivía con cierta seguridad y el salir a las calles no acusaba ningún desasosiego, ninguna contrición.
La Seguridad ciudadana, en tanto que problema social, deriva en una problemática de salud pública porque nos ata la mente, lo físico, lo espiritual, lo emocional y en consecuencia, nos dificulta la existencia vital, nos lacera el alma y nos destruye lo más importante: el equilibrio, la felicidad. La Seguridad Ciudadana se define como “La condición en la cual los derechos de las personas, entre ellos el de la vida, el respeto a la integridad física y material de las personas, y el derecho a una vida digna, están salvaguardadas”.
De ahí nos damos cuenta que lo más importante es la seguridad humana, el desarrollo humano y que la seguridad ciudadana es el punto del iceberg en los espacios públicos que amerita de una responsabilidad sin vacaciones del Estado. Hoy, el Estado dominicano, no cuenta con una política efectiva de Seguridad Ciudadana, ni mucho menos, de seguridad humana y desarrollo humano.
Hoy, en el tejido social dominicano no vivimos libre de temor; el sentido de libertad se ha ido perdiendo, lenta y sistemáticamente. Los daños físicos, mentales, psicológicos, emocionales, económicos, son letales en las personas víctimas de la delincuencia y el peso que significa en el imaginario colectivo una acción de esta naturaleza.
En nuestra sociedad, dada su caracterización social, donde el 30% de los jóvenes no tienen empleo; el 50% de los jóvenes entre 13 y 18 años que deberían estar cursando la educación media, están fuera; el 20.5 de los embarazos en las adolescentes, que reproduce la pobreza estructural; el 21 % de los jóvenes entre 15 y 24 años son NI NI; configuran un drama social que forja un conglomerado de delincuentes que entran en la clasificación de delincuentes habituales y muy poco, en la categoría de ocasión.
Los organismos de seguridad nunca nos han clasificado las distintas categorías de delincuentes: locos, natos, habituales, de ocasión y por pasión. Sus diferencias ayudan a una comprensión, para desarrollar políticas que conduzcan a disminuir y neutralizar esa epidemia social. La política de prevención ha sido un fracaso y la de represión, sumamente aturdida, colocada, en una alta proporción fuera de la ley y de un Estado Social y Democrático de Derecho. La lucha contra el delito amerita de una reflexión que nos permita ver el fenómeno, en un espectro de múltiple causalidad.
De lo que se trata es de visualizar de cómo abordar el proceso de criminalización en los grupos sociales vulnerables, la problemática de la divergencia social; el juego de poder y una sociedad con profundos conflictos sociales; donde la desigualdad social, aumentó en el año 2016 y el 58% de los hogares dominicanos ingresa menos de lo que gastan. El Capital social disminuye y con ello la Cohesión social.
La construcción social de la realidad del delito en la sociedad dominicana, tiene que ser analizada, en una perspectiva integral, micro y macro, con fuerte compromiso societal; alumbrando su carácter histórico, contextual y social. Es necesario, en consecuencia, entender que debemos de trascender la prevención del delito más allá de una mera política criminal y asumir la prevención del delito desde una dimensión de verdadera política social.
La irrupción de nuevas búsquedas de disuadores a este azote, a esta plaga social que es la delincuencia, tiene que atravesar por el espacio de confianza que pueda a producir una mejor salud social, para que la Seguridad ciudadana se convierta en un hito de la dinámica de la calidad de vida.