Diciembre, fin de año, puerta casi abierta para 2020. Un mes cargado de celebraciones y encuentros familiares y laborales. Unos con abundancia, otros con limitaciones y los más con carencia hasta de un mendrugo de pan para saciar su hambre. Definitivamente un tiempo para compartir la alegría como para ser compasivos y, en consecuencia, para reflexionar y tomar partido, por las profundas contradicciones sociales.

La celebración del nacimiento de Jesús y el tránsito de un año a otro, son acontecimientos significativos y oportunidades para listar nuestros objetivos individuales y colectivos desde la serenidad y la paz interior. Vivir el ahora es importante como también planificar a futuro. Cada año asumimos el compromiso de comenzar nuevos proyectos y continuar con mayor fortaleza nuestros oficios cotidianos. Generemos mejores relaciones, más fuertes y más duraderas.

Siempre podemos presionar el botón de reinicio en nuestras vidas y hacer las cosas diferentes cuando lo hemos hecho mal. La valoración de un año bueno o malo no debe ser razón para detenernos en nuestras aspiraciones de una vida mejor en sociedad. Debemos congratularnos por todo cuanto hemos recibido; sin dejar que nos arrope la tristeza y el desaliento. Debemos recordar que no hay ocio vital. 

Trabajemos en virtudes como la templanza, la justicia, la humildad y la prudencia; pero, sobre todo, en la solidaridad, individual, colectiva e institucional. Recordemos que la pobreza mata. No subestimemos nunca lo que se puede lograr en sociedad. Si trabajamos con desapego, cohesionada y denodadamente por un país mejor podremos generar grandes impactos positivos para nuestros seres queridos y la comunidad.

Construir y desarrollar habilidades, afianzar relaciones y dominar nuevas áreas de sabiduría toma tiempo y esfuerzo. No es la obra de un día. Hacer lo que nos apasiona es un combustible que mueve la voluntad y nuestra capacidad de aprender a hacer las cosas eficientemente. No renunciemos a nuestros sueños.

Desarrollemos el autoconocimiento. Debemos saber cuándo decir que no y cuando detenernos para reconducir nuestras metas. Todo esto requiere valentía, fortaleza mental y espiritual y mucha laboriosidad. Les deseo a todos ustedes, mis queridos lectores y a sus seres queridos, feliz Navidad y salud, prosperidad y paz en el año venidero, 2020.