Ante el advenimiento de las nuevas autoridades del Ministerio de Cultura y en el ánimo de edificar a la opinión pública, nos vamos a permitir hacer ciertas consideraciones sobre la naturaleza de las salas del Teatro Independiente y su rol en la creación de públicos y a favor del teatro Dominicano y como respuesta al artículo publicado en Acento
El siempre fustigador, Carlos Castro, ahora se da el lujo de ser más crítico de lo que lo fue durante la gestión del PLD, de la cual llegó a ser funcionario teatral. Nunca le vimos publicar dichas observaciones a los ministros anteriores (José R. Lantigua, José A. Rodríguez, Pedro Bergés, Eduardo Selman) y ahora lo hace con la recién nombrada Ministra (será porque es mujer y se siente en el derecho fálico de orientarla y cuestionarla). Sean cuales sean sus razones, desamor no quita conocimiento, y se hace necesario hacer ciertas precisiones:
Si lo que se desea es poner al día a las nuevas autoridades del Mincult con las necesidades y propuestas del teatro dominicano, bastaría con poner el oído en el corazón de la gente de teatro y echar una mirada a las conclusiones del Encuentro Nacional de Teatristas Rafael Villalona, donde más de 130 artistas de la escena consensuaron 55 ejes de desarrollo, incluido lo concerniente a manejo de salas públicas, festivales, salas independientes y legislaciones a favor del teatro. (Ver https://www.facebook.com/groups/394486620682238/). También valdría la pena escuchar las propuestas de los artistas docentes y de los grupos oficiales de Bellas Artes, quienes tuvieron que lanzarse a realizar huelgas de meses para ser escuchados parcialmente.
Somos hijos de esta democracia verborreica, y bien es sabido lo que le sucederá a quien tenga más saliva, pero para tener derecho a la palabra con autoridad, hay que investigar.
En lo que concierne a las salas pertenecientes a Red Dominicana de Salas del Teatro Independiente (REDSATI), es necesario aclarar entuertos: algunos colegas desinformados han afirmado que las salas independientes que reciben fondos del Estado, se “lucran del trabajo ajeno”. Es cierto que algunas recibimos fondos para implementar proyectos teatrales en consonancia a los Objetivos de Desarrollo que establece el Estado Dominicano y que debe supervisar el Ministerio de Cultura. También es cierto que las que recibimos dichos fondos, mediante nuestra condición de ONGS de la cultura, legalmente constituidas (ahora como ASFL), estamos obligados a rendir informes económicos y lo que hacemos con esos dineros públicos en favor de los espectadores y del sector teatral, mediante el financiamiento de proyectos concretos. Algunos desconocen que las subvenciones que algunas salas recibimos, van dirigidas a la ejecución de proyectos, no al mantenimiento del espacio físico como tal, por esa razón el financiamiento recibido no alcanza ni se puede destinar a cubrir sólo los gastos operacionales, por esa razón, también buscamos patrocinio privado y cobramos las boletas, para intentar cubrir los gastos operacionales.
En la REDSATI, entendemos que el teatro es un servicio público, el cual el Estado debe garantizar que llegue con calidad y con la mayor cobertura de la población a nivel nacional, ya que proporciona los beneficios de gratificación estética, desarrollo del pensamiento crítico, fomenta la empatía y la convivencia armoniosa entre la ciudadanía.
Ciertamente, se necesitan programas de apoyo permanentes a la creación, a la difusión, a la circulación y a la formación desde el Ministerio de Cultura para los creadores independientes. Hace falta enriquecer y ampliar una política de apoyo hacia las salas del sector independiente que garantice la sobrevivencia económica de estos espacios y se fortalezcan las acciones concretas a las que se comprometen dichos espacios en favor de la creación de públicos y de los colegas que no tienen espacios propios. Tenemos que convertirnos en veedores asertivos para que el Mincult ponga en ejecución el programa de gobierno que ha presentado, el cual contiene gran parte de las demandas de sector teatral. Pero esto no se logrará si nos basamos en datos distorsionados, que denotan la falta de conocimiento de las gestiones y conquistas colectivas que se han realizado, y las oportunidades de desarrollo existentes en el contexto nacional e internacional.
Hay que recordar que la gran mayoría de las salas independientes han nacido porque una compañía de teatro, que no tenía espacio para ensayar y presentar sus obras, ha decidido formar su propia sala para seguir funcionando. El sólo hecho de presentar sus propias producciones, ya es en sí mismo un beneficio público y en el contexto dominicano donde escasean los espacios para la representación, estas compañías asumen la difícil tarea de hacer gestión administrativa del espacio, para que otros grupos sin sede, puedan tener acceso a un espacio digno para el encuentro con los espectadores. El movimiento de las salas del Teatro Independiente está muy extendido en toda América Latina y se puede constatar cómo en Argentina, Chile, México, Colombia, Ecuador, Perú, Uruguay, han sostenido la actividad teatral durante décadas, ganándose el respeto y el respaldo de sus respectivos espectadores y Ministerios de Cultura.
En Colombia, por ejemplo, (para el 2018, eran más de cien los espacios teatrales independientes beneficiados dentro del programa salas concertadas), a cambio de las subvenciones estatales, los grupos del teatro independiente deben hacer una cantidad de funciones teatrales mínimas en el año, deben tener precios preferenciales a estudiantes y para adultos mayores, y deben organizar una cantidad de funciones de grupos independientes que no tienen salas.
Las salas miembros de la REDSATI, durante años, a diferencia de las salas públicas, han venido cumpliendo con estas tres acciones de servicio al teatro dominicano. (Con la contada excepción de la sala Monina Cámpora de San Juan de la Maguana y su grupo de planta y el Centro Cultural Narcizo González, con sus programas formativos y su Festival de Aficionados). Además de impartir de manera constante, talleres para niños, jóvenes, adultos, (algunos mediante un programa de becas), el fomento de espacios para la crítica, charlas y ciclos de formación y apreciación teatral. Funciones gratuitas para sectores vulnerables.
Para citar ejemplos, en el caso de Casa de teatro, La 37 Por las Tablas, Guloya, Nova Teatro, Utopía (Salas que recibimos subvención de distintos montos y con gastos operativos muy desiguales) tenemos varios programas de creación de públicos, que incluyen ofertas de precios especiales para escolares de centros públicos y privados, universitarios, y para los adultos mayores. También organizamos eventos teatrales nacionales e internacionales en el que incluimos colegas del sector independiente en condiciones económicas que protegen y favorecen a los artistas.
Las salas del teatro independiente, no son espacios “rentables” económicamente, ni su naturaleza, se fundamenta en el “lucrarse”, con el trabajo de otros. Si cobramos por el uso, o renta del espacio, es para intentar complementar los gastos de operación en que incurrimos y que las subvenciones no son suficientes para costear al cien por ciento.
En Colombia está muy definida la línea que separa el trabajo creador independiente (que bien merece ser remunerado y del cual aspiramos poder vivir dignamente) de los espectáculos escénicos de carácter decididamente comercial. Se trata de todo espectáculo escénico cuya boleta sea igual o superior a 27.6 dólares (equivalentes a $1,600 pesos dominicanos) está gravada con un impuesto, realidad de la que distan mucho, los espectáculos producidos y presentados en las salas del sector independiente, cuyo precio de boleta es inferior y puede ser subvencionado.
Es de significar que las salas miembros de la REDSATI, que hoy recibimos subvención no siempre fue así y durante años, autofinanciamos nuestros espacios. No se puede pretender desconocer la labor de difusión, creación de público, apoyo a los nuevos talentos, y a todos los teatristas, que realizamos las pocas salas que recibimos fondos estatales, que somos las que mantenemos la cartelera teatral durante todo el año. La contribución que hacemos a la sociedad y a la clase artística teatral es innegable y sobre pasa por mucho los montos que recibimos.
En el caso particular de Guloya, (grupo con 29 años de trayectoria y 14 gestionando su sala), tiene una política de descuentos para estudiantes y adultos mayores, que anualmente representa más del 50% del monto de la subvención recibida. Amén de que cada sala o grupo que recibe fondos realiza una rendición de cuenta mensualmente a tres distintas instituciones del Estado donde se transparenta el uso de los fondos y el alcance de las actividades y programas propuestos. Informaciones estas de dominio público porque se encuentran en la Cámara de Cuentas.
Como muestra de la labor realizada, baste mencionar que Casa de Teatro que tiene 46 años funcionando (y apenas hace menos de cuatro años que recibe subvención) no posee un grupo de planta y es el hogar donde todos hemos nacido, hemos dado los primeros pasos y nos hemos desarrollado. Por ejemplo en el Guloya de unas 150 funciones anuales promedio que se realizan en su sede, 50 o menos son del grupo Guloya. Las 100 restantes son de otros grupos y de estas el 75% son parte de eventos que Guloya gestiona y que los grupos participantes no pagan un monto fijo por el uso de la sala, sino un mínimo por ciento de boletería.
Otro ejemplo lo constituye La 37 Por las Tablas, que tiene una labor de formación de 20 años, que solo su Escuela Experimental de Artes escénicas y su Festival de Teatro Escolar, reconocido por la O.E.I. y por el máximo galardón: Gran Premio George Arzeno Brugal en la Categoría Desarrollo Cultural de la prestigiosa Fundación Brugal Cree en su Gente, es más que suficiente como carta de presentación. Otro ejemplo es la labor que por 20 años realiza Teatro Luna, con su centro de formación teatral y artística para niños y niñas de escasos recursos. Hay que destacar la labor de Teatro Cúcara-Mácara con su escuela de teatro y sus significativos eventos internacionales de teatro para niños y niñas, que incluyen valiosos espacios para la formación teatral.
Hay que destacar que tenemos salas miembros de la REDSATI, que no reciben ningún apoyo del Estado y eso frente a la situación de cierre por la Pandemia, las coloca en situación de vulnerabilidad extrema, al borde de cerrar permanentemente. A pesar de ello, durante años han venido haciendo una labor de creación, visibilización, difusión y formación en el arte teatral. Estas salas hermanas son: Teatro Alternativo, La Teatrera, Casita de Sueños (Moca), Sala Iván García (puerto Plata), Teatro Las Máscaras, Teatro Otoño. Pero para tener una idea sobre qué hacen las salas de la REDSATI, basta con una mirada a sus redes sociales, donde cada una documenta sus actividades
Cada sala miembro de la REDSATI tiene su naturaleza. Algunas son decididamente espacios formativos, otras, espacios prioritariamente de creación, otros, somos la mezcla de ambos propósitos. Algunos tienen gastos de operación más holgados, ya sea porque no pagan alquiler, otros porque cuentan con fuentes de financiamientos más abundantes. Algunas se pueden dar el lujo de brindar actividades gratuitas, otras, el financiamiento que gestionan no se lo permite. Pero de todas maneras, todas las salas de la REDSATI, ejecutamos un accionar teatral cotidiano, muy alejados de la idea romántica del arte, cuyos resultados si acaso los hubiere, se pueden observar de manera quinquenal.
Es por todo lo dicho que invitamos a todos los colegas interesados a que se que acerquen a las salas del teatro Independiente, que se documenten sobre el sacrificado esfuerzo que durante años hemos estado haciendo para mantener nuestras salas de teatro abiertas, sobre todo en estos tiempos de pandemia. Invitamos a que fruto de ese conocimiento en detalle, apoyen nuestra labor, como ya lo ha hecho la Unión Dominicana de Artistas de la Actuación (UDAA) en documento público.
Convidamos a trocar la actitud antropofágica, en solidaridad y a fortalecer y ampliar el radio de acción de las salas del teatro independiente, a favor de la creación de públicos y del teatro dominicano.