"Hay una manera de contribuir a la protección de

  la humanidad, y es no resignarse".

  (Ernesto Sábato)

 

A través del Ministerio de Trabajo, la sociedad dominicana debería tener cada cierto tiempo, estudios rigurosos acerca de los salarios por industrias, vale decir, por sectores, así como el costo de la mano de obra. Ello alumbraría informaciones más ciertas, más objetivas y más humanas alrededor de los salarios, más allá de la mera inflación del Índice de Precio al Consumidor que elabora el Banco Central.

En República Dominicana, aproximadamente, el costo promedio de la mano de obra ronda el 27% del costo de producción total. Esto es si lo objetivamos a la luz del sesgo ideológico del statu quo; pues lo cierto es que la mano de obra no constituye un costo, sino una inversión. La Fuerza de Trabajo es la rueda que impulsa que las cosas sucedan. Representa, hoy en día, en el marco de los factores de la producción, el más importante. Es el Talento Humano el que verdaderamente agrega valor. Corresponde el Capital Humano, al Capital Variable, que marca la diferencia.

Cuando valoramos una empresa, para adentrarnos en el escenario de la competitividad, auscultamos: Costo de producción, que está integrado técnicamente por: Materia Prima; Mano de Obra; Gastos Indirectos. También tenemos que valorar los Costos de Distribución, que se ramifican en: Administrativos y de Ventas. Todo el marco de la producción encierra, al mismo tiempo, para ser más global, lo que llamamos Condiciones Laborales, donde observamos: a) Mano de Obra, si es calificada o no; b) Calidad tecnológica. Este indicador nos orienta en la posibilidad de la capacidad de reducir costos y el potencial del aumento de la eficiencia.

Este es el marco analítico micro para la configuración exacta en la determinación de salarios; sin embargo, habría que abordar lo Macro, vale decir, los factores externos que coadyuvan, facilitan o deterioran los salarios en una sociedad. Aquí en la República Dominicana, esas dimensiones perjudican a la mayoría del conjunto de los asalariados, tales como: Acceso a servicios básicos de calidad; expansión de oportunidades productivas; gestión pública transparente; calidad regulatoria del Estado; Imperio de la Ley y sanciones a la corrupción. El costo de la corrupción, de la delincuencia y criminalidad, afecta también los costos de producción totales de las empresas; lo cual disminuye las posibilidades de las mismas de ser más “proactivas” con los recursos humanos.

En la enorme carencia y falencia que hay en el Estado dominicano, como propiciar una energía eléctrica más estable, más eficiente y más barata, que resta competitividad a los actores económicos; el que no pueda dar transporte seguro y más eficiente, donde los asalariados tienen que gastar alrededor de un 30% de sus salarios; las empresas y los empresarios, buscan “compensar” y crear “competitividad” a través de los trabajadores, no vía el marco institucional, del rol del Estado, que es crear las condiciones generales de la producción de la manera más eficiente y efectiva; como el articulador y regulador, para crear los espacios más expeditos, para la innovación y creatividad, de los llamados a crear riquezas.

El Gobierno, en el espacio del Ministerio de Trabajo, debe mantener la Resolución que ampara el 20% de aumento a las empresas no sectorizadas, que ahora es que llegarán a: en las empresas grandes, el salario mínimo mayor llegaría a RD$15,447.60; b) en la empresa mediana llegaría a RD$10,620.00; c) en las empresas pequeñas a RD$9,411.60. Conviene destacar que en la sociedad dominicana existen 16 salarios mínimos de las empresas sectorizadas; que la productividad de los trabajadores en los últimos años creció 5.34% y que el Quintil I del Banco Central, del 20% más pobre se encuentra actualmente en RD$13,260.11. Esto nos quiere decir que, con el referido aumento, solo entre un 10-20% de los asalariados que se encuentran en la menor escala salarial, podrán “acceder” a la Canasta del Quintil 1. Ni siquiera el salario mínimo mayor podrá arribar al Quintil 2, que es de RD$19,000.00. Ninguno de los salarios mínimos llega a cubrir el costo promedio de la Canasta que son RD$29,000.00. El salario mínimo mayor (RD$15,447.60), que no lo han recibido, podría cubrir solo el 53.26% del aludido costo promedio de la canasta del Banco Central.

Sabemos que el salario constituía un 48% en las empresas dominicanas, como parte de sus operaciones; sin embargo, ese componente apenas llega a un 27% por lo que el salario no es el instrumento que resta competitividad a las empresas, muy por el contrario, ellos han aumentado la productividad promedio (5.34%) y, como “paradoja”, el salario Real ha disminuido en los últimos años alrededor de un 23% según lo señalara el Informe del FMI: Cohesión y Empleo en la R. D. El propio Gobernador del Banco Central ha referido que el salario actual es equivalente al de 1991.

El salario es parte medular de una política redistributiva que se conduzca en una sociedad. Lo ideal, hoy día, ya no es hablar de salarios mínimos sino de salarios que expresen la calidad de vida y el bienestar de los seres humanos. Por eso, es la política redistributiva la que contribuye a igualar a los ciudadanos en los territorios, es la que orienta la repartición de los ingresos fiscales de una manera más loable para la población; es la que marca el criterio más halagüeño para afectar el entorno del recurso humano de manera positiva. Por eso, el SALARIO no es una mera mercancía que se decide solo en el mundo micro, en el mundo de las empresas, sino en el rol del Estado para diseñar estrategias de políticas públicas que amplifiquen el Salario Real.

Tenemos que rupturar ese estancamiento secular que nos envuelve en una tautología que no nos ayuda a repensar y a crear un gran pacto social y político, que tenga como espina dorsal, como médula espinal, el crecimiento con desarrollo humano, hacia una sociedad más inclusiva; y eso pasa, obviamente, por dar el salto hacia nuevos modelos productivos que generen más empleos de calidad, más dignos y donde el salario se asuma como la visión inexcusable de la distribución del crecimiento de la riqueza.