Nueva York.-Intentando sonar como un comandante guerrero agresivo, dispuesto a invadir Siria, el presidente Barack Obama sonaba como un violinista clásico acompañando a Omega, Vakeró o Anthony Santos. Queriendo amenazar, Obama tropezó con su propia lengua cuando mezcló armas químicas, Siria y “linea roja” en la misma oración, ignorando que la Plaza Roja lo rescatarían.

El presidente de Rusia Vladimir Putin plantea, y Obama obediente acepta, un escalofriante trío de Ruleta Rusa con el dictador sirio Bashar al-Assad. Moverán toneladas de Sarin y otros gases letales  bajo una guerra civil sin tregua ni cuartel, sin derrames, accidentes ni ataques; merecen el Premio Nóbel del Optimismo.

La población estadounidense, como la Teresa Batista de Jorge Amado, está “cansada de guerras”, Putin rescató a Obama de una verguenza mundial proponiendo el desarme de Siria.

Putin, ex jefe del espionaje soviético, controla Rusia desde 1999,  con Edward Snowden, controla a Obama porque tiene todos sus secretos; hoy Moscú propone, y Washington acepta.

Rusia resurge del colapso soviético del 1991. Obama cede porque Estados Unidos sigue débil por su reciente colapso del 2008, hace cinco años, tiene mucho menos internacional. Moscú colapsó en 1991, huyó de Afganistán, enfrentó el extremismo islamita chechenio, lleva 22 años luchando y recuperándose. Washington tiene sólo cinco.

Putin, un metrosexual narcisita de “hermosura” falsificada con Botox, mantiene a una banda de chicas rockeras pudriéndose en prisión indefinida por ofender su varonidad.

En el cine aprendimos que los rusos son mentirosos y tramposos, pero confiamos en Putin, un espía ruso de rostro falsificado, disfrazado de político. ¡Qué cosas tiene la vida! También confiaremos en Assad, un sangriento dictador acorralado y asustado, aceptaremos una falsa paz creyendo evitar una guerra real.

Assad no entregará todas sus armas, y condicionará cualquier entrega, recién empieza ésta emocioante Ruleta Rusa  en Siria.