“No es lo que no sabes lo que te mete en problemas. Es lo que sabes con certeza pero no es verdad (Mark Twain: escritor norteamericano: 1835-1910)
Somos una sociedad cargada de distopías; estamos viviendo desde hace mucho tiempo con creencias muy arraigadas que nos hacen prisioneros y nos invaden los sueños, necesarios en la construcción de las utopías, caldo para creer en la esperanza renovada que ha de devenir antes de ver la fuente que nos permitirá otra forma de organización social.
Tenemos que creer que un país mejor es posible y cuando lo asumimos con verdadera pasión y aprehensión desaparecen los límites, las creencias limitadoras y se abren las ventanas, las rendijas, los huecos, un mundo entero, con nuevas posibilidades, nuevos abanicos que emergen con nuevos aires y nos invitan a nuevas bocanadas de nuevos paradigmas, de nuevas formas de ver las cosas. Es la asunción de la frase de M. Gandhi “La diferencia entre lo que hacemos y somos capaces de hacer resolvería la mayoría de los problemas del mundo”.
¿Qué significa rostros nuevos capaces de renovar la política en República Dominicana, como dijera el Presidente el 22 de julio? ¿Es su concepción de progreso la simple licuefacción de la maldad líquida y su encanto por la habilitación el retorno de una retrotopía sin sentido de la historia, en un arraigamiento de creencias que no nos conducen a un nuevo sendero, a un nuevo horizonte de mayor sintonía social y donde la política no sea el ala prima de los negocios y la corrupción? En su Memoria de Adriano, Margaret Yourcenar nos dice que el Emperador señaló “Quisiera llegar a la muerte con los ojos abiertos”. Así queremos muchos dominicanos, desde aun antes de la muerte, desdibujar las distorsiones y mentiras que tratan de apabullarnos en las muelas del poder.
Rostros nuevos: si, empero, no en el diseño de la vestimenta, sino en una nueva mentalidad de la política, de una dinámica de participación donde los valores de la democracia encuentren cauces en la tolerancia, en el respeto de la minoría, en el fortalecimiento institucional. Nuevos liderazgos que en gran medida rupturen este modelo de desarrollo social tan asimétrico, tan inequitativo e iniquitativo.
¿Cómo quieren hacernos creer esa trillada vacía del nuevo liderazgo, de nuevos rostros, como certeza de verdad cuando la eclosión de algunos de ellos es la sola presencia de la no verdad? Rostros nuevos y nuevos liderazgos es la cicatrización de la mente con un nuevo paradigma. Es la elección de una nueva creencia de la política. Rostros nuevos no es la edad, aunque la contiene, no es necesariamente la alternabilidad de los actores sin más preámbulos y exigencias desde la política, no es la simple obviedad de la lealtad y el respeto en el protocolo de la jerarquía.
¿Qué es desde la política Gonzalo Castillo? Significa el punto de inflexión máximo de la combinación perversa del negocio y la política. Gonzalo Castillo es la imagen más simbolizada desde el paradigma mediático del éxito del rentismo en la política. Al crecimiento exponencial de su existencia como empresario se apuntala la capacidad de su “gerencia” en el Ministerio de Obras Públicas, como línea de la desinstitucionalización. Verbigracia: Obras Públicas representa cuasi un pequeño Estado dentro del Estado. Fumiga, jornada de salud, servicios en las carreteras, etc. etc.
Gonzalo Castillo es la negación en el Siglo XXI de un político profesional donde la integridad, fiabilidad, devoción por el interés público y una brújula moral incuestionable sean el epicentro del perfil del nuevo liderazgo y el nuevo rostro. No es la capacidad para hacer negocios desde el Estado que requiere esta sociedad. Gobernar es mucho más que gerenciar. El PLD está poniendo en escena el Último Hombre de Nietzsche “hombres sin pecho que se pasan la vida en la búsqueda interminable de la satisfacción de lo material, pero que no tienen nada en su núcleo, ni metas ni ideales más elevados por los que estén dispuestos a luchar y sacrificarse”.
La megalotimia (deseo de ser reconocido como superior) de Gonzalo Castillo no nos conviene como sociedad. Su precandidatura es el juego de poder de unas relaciones de poder en decadencia. Punto culminante de la degradación política del PLD como organización. Es el pináculo de la banalización de la política, de la política como mercado y de la vacuidad de las ideas, elemento nodal de esta ciencia. ¡Hay una villanía con la política desde los negocios incorporado en el ejercicio del poder en el Estado dominicano!
Habilitar, desde la perspectiva política, es buscar un mecanismo legal para el encuentro con el pasado de alguien que ya jugó su papel. Quienes apelan a esa retrotopía niegan la renovación del liderazgo, la posibilidad de rostros nuevos, de una nueva visión de la política, no creen en la institucionalidad y en el respeto a la Ley de Leyes. Son personas y políticos que se regodean en un pasado de progreso individual que creen en un crecimiento con estabilidad, con exclusión, sin mirar el precio que estamos pagando y pagaremos. Son los que aúpan el exacerbamiento del individualismo y que solo piensan en ellos y su familia.
Seres humanos que no miran por donde caminan, que se encuentran tan alienados, tan ensimismados en su zona de confort y bienestar que llegan a considerar que el mundo en el que viven, sus burbujas, es la relación normal del conjunto de la sociedad. No piensan en que es posible ir construyendo un nuevo modelo económico social donde los jóvenes encuentren cabida para su realización, donde el 60% de ellos no quieran marcharse del país y donde el 30% no tienen empleos. Un modelo donde tener un título universitario signifique algo para el ascenso social. Un modelo de decencia donde la justicia y el respeto a las instituciones sean el marco cotidiano de nuestra existencia como pueblo. Que la democracia sea descubrir, desvelar y no encubrir.
No deseamos este modelo donde ya mis nietos deben miles de dólares, donde las niñas no tengan niñas. Un modelo donde la maternidad no sea un peligro para morir y donde los niños que nacen se conviertan en estadísticas de defunción sin apenas llegar a sonreír. Un modelo donde la corrupción como cáncer no se acune en la impunidad, que da el alzhéimer para ayudar a los de arriba.
¡Necesitamos de un nuevo mapa que inicie y se cimente en un verdadero edificio para recapturar la política, regenerar nuestra democracia que es reconstruir las razones para poder vivir en la decencia y que ella no sea la catapulta para el ascenso económico y social, que la política y los partidos sean conductos de expresión de la sociedad en su calidad de vida y nivel de bienestar!