Roma para muchos, la ciudad más bella del mundo, acaba de elegir un alcalde de izquierda con un 64% de los votos, liberándola de unas autoridades neofascistas que la humillaban y que la llevaron al borde del desastre. No sólo fue en esa ciudad donde triunfó la izquierda en su diversas tendencias, sino en 54 de las 97 ciudades italianas de mayor población, logrando la derecha tan sólo 14, En unas elecciones que culminaron el pasado lunes y  que  constituyen una verdadera lección a todos aquellos que hacen o pretenden hacer política,  .

Sin embargo, la importancia de estas elecciones radica en su contraste con los resultados de las congresuales realizadas hace algo más de tres meses, donde un grupo de “indignados”, agrupados en un movimiento llamado 5 Estrellas obtuvo el clamoroso  resultado de 9 millones de votos, convirtiéndose en la agrupación política más votada. En estas últimas elecciones el 5 Estrellas se desfondó, obtuvo menos de la mitad de votos y de esa circunstancia no es ajena su impolítica posición en proceso de recomposición del cuadro político de Italia luego de las elecciones congresuales.

En efecto, de las elecciones congresuales no emergió ninguna fuerza con una cantidad suficiente de diputados y senadores para formar un gobierno, quedando el país en una virtual parálisis política. Para salir de ella, la componente mayoritaria de izquierda, el Partido Democrático, PD, le planteó al movimiento 5 Estrellas formar un gobierno de coalición y este se negó, con la impolítica posición de que no se unía a “los políticos”, porque todos ellos, decían, eran responsables de la crisis del país.

El llamado del PD a ese movimiento era para formar un gobierno sin Berlusconi y de esa manera sacarlo definitivamente del escenario político del país, pero la negativa del 5 Estrella obligó al PD formar un gobierno en un obligado pacto con Berlusconi para poder salir de la crisis, salvándose este no solamente de ser irradiado de la política, sino de ir a la cárcel. Esa antipolítica posición la  prefirió  Beppe Grillo, el principal dirigente de los “indignados”, antes que coincidir políticamente con “los políticos”, tirando por borda 9 millones de votos e impidiendo que Italia saliese definitivamente de esa vergüenza política llamada Berlusconi.

Aunque en un contexto diferente, esa actitud recuerda la adoptada a mediado de los 70 por el grupo extremista Brigadas Rojas, que desconociendo lo que realmente deseaba la mayoría de la población, raptaron y posteriormente asesinaron a Aldo Moro, el más prestigioso e influyente dirigente demócrata cristiano de ese momento y  que apoyó  el Compromiso Histórico,  propuesto Partido Comunista Italiano, PCI, al partido Democracia Cristiana para juntos gobernar Italia, un pacto que encontró la oposición del fascismo y de los Estados Unidos,  que con su conocida Operación Gladio vetaban el ingreso del PCI a cualquier fórmula de gobierno en Italia.

En la actualidad, este país vive una crisis profunda crisis económica, política, moral y social que ha provocado un gravísimo desinterés de la población de participar en la política; el estudiantado se siente sin horizontes claros, sabe cuán difícil resulta insertarse en el proceso productivo y que si lo logra, sabe que los ingresos serían tan magros que no permitirían llevar una vida mínimamente decente. A estos  problemas, se agrega la acción de la xenofobia de algunos sectores del Norte que atenta contra la unidad del país, que afortunadamente salieron perdedores en estas elecciones.

En ese sentido, estos resultados constituyen  un balón de oxigeno para que se pueda pensar en reinvertir tan insoportable situación económica, política y social. Constituyen una aliciente para que el país tire a flote su tradicional cultural, artística, histórica y política que tuvieron su mejor momento en el período del 1968 hasta mediado de los 70.

Finalmente, la recuperación del control político de izquierda en las principales ciudades italiana y particularmente en Roma, Ciudad Abierta y libertaria, constituye una lección de la importancia del sentido político de la participación en la esfera de lo público y una lección que podría servirle a muchos. A esos que  piensan que es posible hacer política  desde una perspectiva de participación impolítica.