El 27 de agosto se cumplen 20 años del fallecimiento en Miami del Guapo de la Canción, Rolando Laserie. Nacido en Matas, remoto pueblo de Santa Clara, provincia de Las Villas, el 27 de agosto de 1923 y desde los nueve años aprendió a tocar timbales (pailas), instrumento al que dedicaría los primeros años de su vida profesional, de la que también formaba parte, al menos al principio, los humildes oficios de tabaquero y zapatero.

El intérprete de Hola Soledad, de Palito Ortega, desarrolló su vocación de cantante en las academias de baile. Aunque circula una anécdota no confirmada según la cual cuando tenía 20 años sustituyó a Miguelito Cuní en una presentación que hizo en Santa Clara la orquesta de Ernesto Arcaño y sus Maravillas. Como percusionista, actuaba de forma esporádica con la Banda Municipal.

William Newton Calasanz Rolando Laserie Rodríguez, inicia en 1946 el periplo común de los músicos de la época. Viaja a La Habana, donde comienza como percusionista en la orquesta de los Hermanos Palau. Allí colaboró eventualmente con diferentes agrupaciones, hasta que ingresó como timbalero en la Banda Gigante de Benny Moré, y se le permitió también formar parte del coro acompañante.

En su primera grabación Mentiras tuyas, de Mario Fernández Porta, se aprecia un estilo que nunca abandonó y que era su sello personal. Otro de sus aportes fue incorporar la forma de decir de la rumba, en particular del guaguancó, con frases coloquiales, verdaderas escenificaciones de diálogos, y que el “filin” también aprovecharía. Como narra Cristóbal Díaz Ayala en Música cubana, del areito a la nueva trova, Ernesto Duarte fue uno de los auspiciadores del cantante Rolando Laserie, quien con voz y estilo inconfundibles, pronto devendría en mito popular.

Todo eso y su excelente y cálida voz, hicieron que desde su primer disco sencillo, grabado en 1957, Laserie se convirtiera en un ídolo con título propio: "El Guapo" o "El Guapachoso" de la canción, como se dio a conocer. Estos atributos le ganaron ataque injustificados por parte de la crítica, que asumía la cursilería reinante como un patrón en la música cubana de ese entonces.

El escritor Guillermo Cabrera Infante, autor de Tres tristes tigres y quien que fue su amigo, recuerda que en aquel momento (1958) estaba en la cúspide de su fama. Se vestía con un traje blanco de lino, y un sombrero estilo Panamá. Acostumbraba tomar  café en las calles de La Habana de una manera muy cuidadosa, para no  manchar su vestimenta". Y agrega: "Cantando, él era muy grande, en segundo lugar después de Benny Moré"

https://youtu.be/G03Gij6T15k

El intérprete de Las cuarenta, música de Roberto Grela y letra de Francisco Gorrindo, escribió una página histórica en el mundo musical cubano en sólo cuatro años. Pero fue en el exilio, al que tuvo que acudir en 1962, su fama, sus presentaciones y grabaciones siguió creciendo, entre altos y bajos, y el triunfo que le trajeron sus periplos en Latinoamérica y Los Estados Unidos, incluso en Europa, no se hizo esperar.

Según sus biógrafos, Rolando Laserie era osado en grado sumo. Entre otras cosas, se atrevió a hacer una recreación personalísima de Lágrimas negras, de Miguel Matamoros, un verdadero clásico. Era un artista inteligente y sabía o intuía que la música debía su grandeza a su insólita capacidad de establecer cánones y romperlos casi de inmediato, lo cual había creado una verdadera tradición popular, una cultura, que permitía asimilar las novedades, siempre que estuvieran avaladas por la calidad.

La trayectoria de “El Rey del Guapachá” o “El Guapo de la Canción” como también se le conoció continuó con músicos de la talla de Ernesto Duarte y Bebo Valdés, en Cuba. Luego con Tito Puente, Rafael Cortijo e Ismael Rivera, y alternó con otros cubanos en los Estados Unidos como Celia Cruz, Olga Guillot y Orlando Vallejo. También grabó con La Sonora Veracruzana de Pepe Vallejo y el Conjunto de Cuco Valtierra, con Johnny Ventura, con Hansel y Raúl, con el maestro Johnny Pacheco y con el gran Israel López Cachao.

Además de sus dotes musicales, a Laserie se le recuerda por siempre no sólo por su canción El muerto vivo, sino también por vestir con una gorrita, y por popularizar la frase “¡De Película!”, que utilizaba cuando se refería a algo sobresaliente o fuera de lo ordinario, así como: ¡Oíste eso, Tita!, en referencia a su esposa, Gisela Laserie, Tita, con quien compartió 55 años de matrimonio y en cuya unión no procrearon hijos.

Con una exitosa carrera profesional, que incluye más de 30 discos de larga duración y que se extendió por más de cuarenta y cinco años, Rolando Laserie falleció el 22 de noviembre de 1998 en Coral Gables, dejando tras de sí un enorme legado desconocido por las actuales generaciones que siguen la moda y olvidan la calidad. Su obra es pieza relevante de la música latinoamericana de todos los tiempos por su estilo único y variado. Con la llegada del régimen de los Castros, en Cuba, se marchó a Miami, donde fue seguido por una buena parte de su público dentro y fuera de la isla.

Entre sus éxitos más sobresalientes, que oscilan entre ritmos de guaracha, bolero, tango-bolero, merengue, ritmo-bombón, pilón, pachanga, bolero-son, chachachá, charanga, guajira, plena y bolero-rítmico, se incluyen Vagabundo, Las cuarenta, Esta noche me emborracho, La primera piedra, La palma de coco, Negrura, Hola soledad, Sabor a mí, El muerto vivo, Tenía que ser así, La canción del dinero, y centenares más que reflejan reflexiones filosóficas y la experiencia de la vida y se guardan en el recuerdo perenne del cancionero popular hispanoamericano.