El ministro Roberto Fulcar ya admitió que la red y equipos computacionales del MINERD no estarán listos para noviembre. En ese plazo, pienso, tampoco podrán consolidar la plataforma de aplicaciones que sustituirá la pizarra y la tiza; esto es, seleccionar e implementar el sistema web de aulas virtuales necesario para la docencia a distancia.
Sus técnicos podrían instalar en equipos propios la herramienta MOODLE, que ofrece un entorno de aprendizaje dinámico orientado a objetos. Esta plataforma de uso libre ayuda a crear comunidades educativas en línea en el mundo. Permite escalabilidad en la cantidad de profesores y alumnos, y facilita la creación de aulas virtuales accesibles desde cualquier navegador. Su uso requiere de monitoreo y afinamiento constante de los recursos informáticos para soportar eficientemente la carga de profesores y estudiantes, en nuestro caso, del sistema educativo público. La interfaz de usuario, aunque amigable no es intuitiva, requiere entrenamiento. Adaptarla a las necesidades nacionales superará la fecha prevista.
Otra opción posible, ya tomada por universidades y colegios, es la contratación de plataformas virtuales privadas, las cuales no requieren de red computacional ni técnicos propios. Destacan por precio, funcionalidad y estabilidad: Microsoft Teams, Zoom, Skype, Google Meet, Hangouts, Cisco Webex y Blue Jeans Meetings. Todas ofrecen videoconferencias, compartir pantallas, uso de aplicaciones de oficina (como PowerPoint y Excel) aun mediante conexiones de baja velocidad y dispositivos diversos: computador, laptop, tableta y teléfonos. La inversión en licenciamiento puede ser considerable, pero el servicio está garantizado y aprovechable inmediatamente.
Sin embargo, una vez resuelta la plataforma tecnológica, empezará el trabajo logístico crítico para el inicio del año lectivo, convertir la metodología de enseñanza presencial en virtual. Salvar las diferencias entre estas modalidades requerirá de esfuerzo y paciencia. Se deben adecuar los programas educativos regulares para la virtualidad, determinando cuántas y cuáles materias se impartirán por jornada, y cuántos estudiantes se admitirán en cada curso, considerando que los niveles de estrés aumentan con el número de personas y las horas pautadas frente al computador. Asimismo, se requerirá acomodar el material de enseñanza a las herramientas digitales disponibles. Cada contenido, dinámica de trabajo individual o grupal, práctica de laboratorio y asignación de tarea, debe ser transformada de acuerdo a las posibilidades y características de las facilidades informáticas virtuales.
Para noviembre se deberían tener respuestas a inquietudes como estas: ¿Se dejará que cada profesor de los diferentes niveles educativos, realice la delicada tarea de conversión de contenidos de manera individual y autodidacta? ¿Se crearán grupos de trabajo para estandarizar esta conversión? ¿Se recurrirá a las universidades y especialistas con experiencias en docencia virtual? ¿Cuánto tiempo y recursos se invertirá en preparar todas las asignaturas de los diferentes niveles educativos para la formación a distancia asistida por medios digitales?
Para empezar a ofrecer docencia a distancia, profesores y estudiantes deben recibir entrenamiento en las funciones básicas de las computadoras, navegar por Internet y en las facilidades de la plataforma web requeridas para desempeñar sus roles. Los profesores deben ser capaces de preparar clases, asignar tareas, entregar materiales, realizar actividades y evaluar el aprendizaje; y los estudiantes, de acuerdo a su nivel, deberán ser capaces de participar en videoconferencias, foros, interactuar en grupo, recibir y enviar documentos, e investigar en medios electrónicos.
Complementariamente, en orden de garantizar una dinámica idónea y productiva, para este ambiente abierto se requerirá personal de supervisión y asistencia especializada debidamente entrenado, tanto para verificar el buen uso de los recursos y el respeto de las normas, como para orientar incluso en aspectos conductuales y sicológicos.
El proyecto de educación pública virtual ha de realizarse mediante una dinámica de prueba y error que se prolongará más allá de este año, con resultados apreciables a mediano y largo plazo. Para paliar el mal sabor de los millones de dólares gastados en escáneres y voto electrónico fallidos, ojalá esta nueva apuesta gubernamental al uso de la tecnología de la información y la comunicación resulte exitosa.
En tanto, nada de pesimismo. Estos señalamientos buscan encender alertas y motivar la integración entusiasta y oportuna de todos los ciudadanos, pues no solo se trata de compras de equipos y soluciones enlatadas, sino de un cambio de filosofía y metodología formativa que impactará a quienes encarnan nuestro futuro.