Recientemente se ha hecho de conocimiento público sobre las actividades de una nueva, en apariencia e historia, formación política surgida como resultado de las elecciones primarias de los principales partidos políticos que elegían sus candidatos a la presidencia. Al ser vencido en la contienda, uno de esos candidatos ha renunciado a su partido para, unido a otra organización política de menor participación ciudadana, conformar una nueva organización con la cual presentarse como candidato presidencial en los comicios de mayo venidero.
Hasta ahí todo está muy bien. Los tiempos modernos son muy convulsos y se ha hecho, en apariencia, fácil pasar con bien renegando a una historia de luchas y sacrificios que ha tenido el pueblo dominicano a través de su historia a lo largo del siglo XX. Estos sacrificios incluyen las luchas contra la cruenta y larga dictadura trujillista que desde sus inicios se impuso asesinando a todo el que le adversara. Toda una generación creció bajo el yugo de la mano férrea del tirano. Y siempre hubo quien con decoro buscara la manera de encontrar una vía, ya fuera a través de las plumas o la resistencia armada, para liberar a la sociedad del engranaje que la pisoteaba.
Y como no todo dura para siempre, aunque muchos crean que sí, a la tiranía le llegó el momento de su final cuando se inmoló la Raza Inmortal para dar inicio a la resistencia interna que daría al traste con el ordenamiento político económico de la dictadura. Se vivieron páginas heroicas en las que se sacrificó la familia y la vida misma por los jóvenes que llegaron el 14 de Junio de 1959. Su ejemplo de arrojo y entrega fue seguido por otros jóvenes que se organizaron para continuar lo que los mártires no pudieron conseguir, en el Movimiento Clandestino 14 de Junio, nombrado en honor a los héroes. Los hombres y mujeres de la Raza Inmortal y de la Resistencia interna que continuó su obra tienen una historia y unos símbolos que se deben respetar.
Los avatares de la vida han redirigido a los sobrevivientes, luego de ingentes sacrificios que no terminaron, como bien sabemos, el 30 de mayo de 1961. Los sacrificios continuaron durante los años siguientes bajo la bandera heroica del sacrificio de Las Manaclas en diciembre de 1963, mire usted, con una lucha por el mismo objetivo: DEMOCRACIA. Una democracia verdadera que está vedada para esta finca que le pertenece a un grupo de desalmados, prestos a asesinar física, moral o socialmente a cualquiera que se oponga a la imposición de su dominio sobre la sociedad y su funcionamiento, base de su riqueza y poder.
Y es por esto que ahora viene a pretenderse banalizar los símbolos de las luchas patrióticas que tantos sacrificios, sangre y represión en todas sus formas han costado, justamente a 48 años de otro sacrificio de jóvenes, el de Los Palmeros el 12 de enero de 1972, para que los representantes políticos de la modernización de la desvergüenza puedan tomarlos en sus manos sucias de dinero de contratos onerosos que han regalado los recursos naturales de todos los dominicanos para que estas personas limpien su vergüenza en la sangre y los sacrificios de las mejores luchas. NO SEÑOR! El Himno del 14 de Junio, ni la bandera verdinegra, ni la flor de cayena pueden ser tomadas como si fueran aquello en lo que se ha convertido a la sociedad para justificar el “crecimiento económico”, un conjunto amorfo de sujetos comprables y comprantes, cuya pobreza o riqueza se mide por la cantidad de televisores, la cantidad de jeepetas o los tiempos en los que cambian sus celulares.
Los que dignamente heredamos la historia de los sacrificios del 14 de junio, los que fuimos víctimas de la represión y las atrocidades de los remanentes de la dictadura que jamás dieron tregua para mantener hasta el día de hoy a la sociedad viviendo en la más espantosa miseria moral, no estamos de acuerdo y así lo declaramos públicamente en que los símbolos del 14 de junio sean usados por organización política alguna, porque ya nadie en la forma que vive nuestra sociedad se encuentra a la altura de su estandarte. Es por esto que esperamos que sean tomadas las medidas de lugar para que se niegue a los que pretenden este adefesio del uso de los símbolos catorcistas, que solo pertenecen al pueblo que ha mantenido su dignidad a través del tiempo y a pesar de todos los avatares que la lucha de la inmoralidad y del dinero que compra falta de conciencia y de dignidad, queriéndonos imponer a fuerza de espejitos y lentejuelas que la dignidad, el decoro y la vergüenza tienen un precio. Pues no, no lo tienen!