Con motivo de la conmemoración del 2O6 aniversario del natalicio del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte, el Presidente de la República, Danilo Medina, emitió un mensaje en el cual, según él mismo afirma, le rinde tributo de respeto, admiración y gratitud.
El primer mandatario afirmó que “influenciado por las ideas de libertad y progreso que imperaban en Europa, germinaron en Duarte las ansias de romper las cadenas que ataban la tierra que le vio nacer, y no vaciló en tomar la decisión de llevar a cabo cuantas acciones fueran necesarias para lograr ese propósito”.
Leyendo el texto del Presidente de la República no puedo evitar que, no sólo mi vista se nuble, sino que también mi juicio se oscurece. Y es que, como ya he referido en otras ocasiones, lo que falta en la República Dominicana, ha sido precisamente, los sentimientos enunciados en el mensaje presidencial; hace falta el faro referencial que constituye el Ideario de Duarte, pues es un paradigma de vida ejemplar, enrumbada hacia la consecución de un país feliz.
Más aún, la clase más necesitada del referente Duartiano en la República Dominicana, es la clase política, la que debe mirarse en el espejo del desprendimiento del patricio, de su alto sentido de lo que es un Estado democrático de Derecho, y de su apego irrestricto a los mejores valores sociales, cívicos y morales. Esa falta de paradigma de la mayor parte de los políticos, trae como consecuencia que ellos mismos no puedan ser referentes beneficiosos a la sociedad y que no puedan erigirse en verdaderos líderes en sus comunidades, sino que tienen que recurrir al clientelismo en sus aspiraciones.
En la actualidad hace falta una gran dosis de nacionalismo, pero bien entendido, un nacionalismo como el de Duarte, apegado a lo cívico, liberal y constitucional que dé sentido a nuestra identidad. Las autoridades, de una vez por todas deben dejar a un lado una política exterior y diplomacia asustadizas ante quienes tratan de imponernos reglas de inmigración y fronteras abiertas, pues la República Dominicana ya no aguanta más haitianos. Brindémosle toda la ayuda que esté a nuestro alcance, pero en su país. Aquí ya sobrepasan las capacidades en asistencia de salud, educación y empleos; además, con la gran cantidad de su nacionales que se encuentra en nuestro territorio, se verifica la fusión de hecho.
En otros artículos he propugnado por el llamado patriotismo constitucional, del que decía Habermas que era aquel “que se apoya en una identificación de carácter reflexivo, no con contenidos particulares de una tradición cultural determinada, sino con contenidos universales recogidos por el orden normativo sancionado por la constitución, los Derechos Humanos y los principios fundamentales del Estado democrático de derecho”. En ese sentido, el pueblo espera que el Presidente de la República sea consecuente con sus propias palabras en el sentido que rezan las mismas en el mensaje de marras, al decir que “la herencia patriótica de los Padres fundadores de la República, ha de ser guía ineludible de nuestros esfuerzos, para sortear los retos que imponen los avances del acelerado mundo que vivimos y defender el legado de nuestra dominicanidad libre y soberana”.
Entiendo que la mejor manera de mostrar respeto, admiración y gratitud por el Padre de la patria es, defendiendo fervorosamente esa dominicanidad libre y soberana a que se refiere el Presidente; enfrentando los planes de ir sacando poco a poco a Duarte de la conciencia nacional, junto con todo vestigio histórico de los valerosos hechos de nuestros héroes y gestas independentistas y que crean una nebulosa de tergiversación de los acontecimientos.
También se muestra respeto, admiración y gratitud al patricio, defendiendo ante toda la Comunidad Internacional, el derecho de la República Dominicana a establecer su propia política migratoria; haciendo los esfuerzos que sean necesarios para convertir el Gobierno en un valladar ante las osadas maniobras de los sectores que ejecutan los planes de fusionar a la República Dominicana y Haití; llevando a cabo una diplomacia proactiva y decidida ante la crisis migratoria por la que pasa nuestro país; y por último, respetando y haciendo respetar la Constitución de la República en todas y cada una de sus disposiciones.
Pongamos en alto la figura de Juan Pablo Duarte, tomémosle la palabra al Presidente Danilo Medina y esperemos que su Gobierno lleve a cabo estas acciones para que podamos exhibir nuestra dominicanidad como legado de independencia y soberanía.