“La sociología es una conversación con la experiencia humana. La sociología es útil cuando ofrece narraciones que conectan la época con la experiencia. La sociología es inútil cuando da información, y es enormemente peligrosa cuando se vende a los poderosos. La sociología tiene éxito cuando recurren a ella hombres y mujeres como una herramienta mediante la cual y con la cual pueden conectar sus vidas con los tiempos que viven, y pueden darse cuenta de que transformar lo primero significa actuar sobre lo segundo”. (Zygmunt Bauman: Para qué sirve realmente un Sociólogo).

Acaba de salir Panorama Social de América Latina de la CEPAL, un documento primoroso, pletórico de información y datos acerca de la realidad económica-social de América Latina y el Caribe en tiempo de pandemia. También el Informe del PNUD: Impacto económico y social del Covid-19 de julio del 2020 y Latinobarómetro: 1995-2020 en los primeros días del mes que transcurre. Tres documentos emblemáticos del acontecer social, económico, institucional de nuestro subcontinente. Nuestro artículo glosa sobre ellos.

Para el 2020 América Latina y el Caribe tiene 209 millones de pobres, 22 millones más que en el 2019. 78 millones de pobreza extrema, 8 millones más que en el año anterior. América Latina y el Caribe constituyen el 8.4% de la población mundial, sin embargo, han alcanzado el 18.6% de los contagios de la pandemia y el 27.8% de los fallecimientos por tan terrible virus.

Esta pandemia se puede definir como un verdadero “hecho social total”, acuñado por el sociólogo francés Marcel Maus, señalado como “aquellos fenómenos que ponen en juego la totalidad de las dimensiones de la vida social. Convulsionando las relaciones sociales y conmocionando a todos sus actores e instituciones”. Los efectos de la pandemia han tenido pérdidas de empleos, suspensiones, reducciones salariales y cambios en la dinámica del trabajo.

En nuestro país, según datos del Ministerio de Economía, alrededor de 268,515 personas cayeron por debajo de la pobreza monetaria. La pobreza aumentó de 21.0 a 23.4. La movilidad descendente en el estrato medio disminuyó de 35% a 29% en el tejido social dominicano. Los estratos de ingreso bajo aumentaron en América Latina a 4.5 y los medios descendieron 4.1 (28 millones y 25 millones). Se perdieron 277,000 empleos según la institución oficial referida. Los sindicalistas se manejan en un rango de 284,000 a 300,000.

La pobreza en América Latina y el Caribe aumentó a 33.7% y la pobreza extrema a 12.5% en el 2020. En el 2019 alcanzó 30.5% la pobreza y 11.3% la extrema. Para verificar que en el 2018 se encontraban en: 29.8% y 10.4%, respectivamente. Datos que relievan los estragos sociales-económicos que ha originado este implacable virus que finalmente nos tocó y diezmó sin sorpresa. ¡Algo que se venía venir y la elite política mundial no hizo caso a las voces de los científicos!

Como nos diría una pancarta “Toda película de desastre empieza con alguien que ignora lo que dice un científico”. La CEPAL nos ilustra que el 5.7% dejó de recibir ingresos laborales en el Primer Quintil; 0.7% en el último Quintil. Una reducción promedio de 15% en el ingreso laboral. 42% en el Quintil I y 7% en el Quintil 5. El Índice de Gini promedio de América Latina y el Caribe se colocó en 5.6%. Con las transferencias en 2.9%. En nuestro país si no hubiesen existido las transferencias monetarias y en especie y los programas Quédate en casa, Fase I, Fase II y Pa ti, la sociedad habría caído de 268,515 a 594,745 según el Ministerio aludido. ¡El deterioro y malestar social estuvieron en el encuentro del estallido social!

Para el 2020 se previó un déficit primario de 1.4% y llegamos a 2.2% y un déficit financiero de 3 y terminamos en 5. En los últimos años no habíamos tenido los dos déficits gemelos: -6.7% de decrecimiento de la economía y 7.7% de fiscal, con el consecuente endeudamiento de RD$450,000 mil millones. La crisis de la pandemia gravitó en los ingresos como en los egresos para dar respuestas sanitarias y económicas. Las recaudaciones mermaron significativamente: US$4,300 millones de dólares menos por el Turismo y las Exportaciones se redujeron. El Turismo representa el 7.6% del PIB y el 7.4% de los empleos.

Si de cada 10 dominicanos 4 están en estado de ansiedad, 3 están con estrés. Nos encontramos sufriendo de angustia, insomnio, depresión. Las finanzas públicas desde el 2008 se encuentran en un verdadero estrés fiscal. 13 años con déficits de 2, 3, 6, 7.7% anuales que han generado un endeudamiento de un 60.9% del Sector público no financiero y de alrededor de 71% del Sector público consolidado (incluye al Banco Central). Para el 2021 pagaremos el 29% de INTERESES de las recaudaciones tributarias y, un 43% para el saldo de la deuda. Solo ahí tendremos que erogar cuasi la mitad de los ingresos tributarios. ¡Una verdadera bomba de tiempo!

La gran incógnita, que todavía no tenemos respuestas, es como es que todas las actividades económicas cayeron (Turismo, Comercio, Construcción, Salud, Energía y Agua, Zona Franca), más de 8,000 empresas cerraron, no obstante, el Sector financiero creció 14.5% en el 2020, cuando en el 2019 con un crecimiento de 5% del PIB y la economía en expansión, con baja inflación, bajo déficit externo y reservas internacionales elevadas, solo creció 5.6% este renglón de la economía. Dicho de manera más taxativa decrecimos menos 6.7% y el déficit 7.7% del PIB y la actividad financiera se montó a esa cifra: 14.5. ¡Algo no anda bien en ese reciclaje financiero! Hay ahí una apuesta en escena de una honda crisis ética moral de la Responsabilidad Social Empresarial.

Para el 2019 la tasa de empleo se situaba en 61%. El desempleo abierto: 6.2% y la tasa de Informalidad: 55.2%. Hoy, producto de ese terrible virus: 59%; 7.7% y 58.6% El desempleo ampliado que estaba en 12% ha pasado a 14-15%. La visibilización de la crisis resalta el panorama social y nos invita a repensar un nuevo modelo más inclusivo, de mayor igualdad, basado en derecho donde la protección social sea más universal y redistributiva.

El trabajo como lo define la CEPAL “es la llave maestra para la igualdad y la aplicación de la ciudadanía y constituye la columna vertebral para la inclusión social”. La seguridad social bien llevada y mejor articulada debería ser el cimiento y soporte de la vida humana, después de su entrega a la sociedad en sus años productivos. Mientras más aportan más intercambios intergeneracionales existen. Aquí hay una enorme exclusión en la seguridad. Poco existe en el plano de la solidaridad y cooperación, que es el eslabón de la génesis fundamental de la ley 87-01.

Veamos:

Como vemos, según los datos que nos ofrece el PNUD, hay una enorme inequidad en las aportaciones a la Seguridad social que nos conduce a reflexionar que si no damos un golpe de timón a largo plazo, lo que debió ser una revolución social se eclipsará, dado que menos del 35% de la Población económicamente activa participa, al tiempo que los sueldos y salarios son cada vez más exiguos en la composición del PIB. Nos convoca a buscar nuevas oportunidades como resultado de la crisis para replantearnos si queremos seguir generando empleos donde el 39% apenas llegó a la primaria. Es por lo que estamos cuasi navegando en una economía “primaria”, que es lo que expresa baja productividad, bajo ingreso, alta inestabilidad laboral y escasa protección social.

El gasto público social como porcentaje del PIB en América Latina y el Caribe fue de 11.5%, en nuestro país 8%. El gasto público social como porcentaje del gasto público total en la Región: 11.9. En la sociedad dominicana 11. El gasto en Salud promedio de Latinoamérica y el Caribe: 4%. Nosotros: 2% promedio en los últimos 10 años. La cobertura del gasto público social institucional guarda la misma relación que el gasto central. En Brasil, Argentina, Uruguay el gasto público social consolidado, esto es, institucional, es significativo, la diferencia con respecto al gasto solamente central, lo que coadyuva en el desarrollo de la gente.

La pandemia nos lanza un desafío: recuperarnos y volver a la misma andanza de brechas, de desigualdades, de exclusiones, de discriminaciones, de marginalidad, de vulnerabilidades, de pobreza y pobreza extrema. O, encontrar el espacio para un nuevo orden más solidario, de más cooperación, de crear un nuevo contrato, un nuevo pacto social. Asumir la primera, que sería la zona de confort de las elites, nos conduce de manera ineluctable a una profundización del malestar social, que es “una vivencia subjetiva con múltiples expresiones y resulta inseparable de las condiciones objetivas y materiales que caracterizan la vida cotidiana de las personas”.

Bien llevado nos lleva a transformaciones, a cambios sociales, al progreso social. Cuando no lo detectamos, ese proceso de incubación que se va anidando a lo largo de todo el cuerpo social, llega a los estallidos sociales, es lo que pasó en Chile y pasará próximamente en muchos países de América Latina y el Caribe. Conjuntamente con este horrido panorama social nos encontramos que en América Latina y el Caribe hay un profundo FRAUDE SOCIAL. Define Latinobarómetro el Fraude social “Es lo que sucede cuando un pueblo masivamente desobedece las leyes e instala transgresiones que no tienen sanción social, porque el Estado no es capaz de imponer las leyes a todos por igual”.

Quizás seamos los líderes en el fraude social y en la moral fiscal con una evasión y elusión que alcanza el 40% del ITBIS y un 60% del Impuesto sobre la Renta. Somos los referentes en atajos violando las normas, las reglas, posponiendo pagos, fechas, calendarios (agua, luz, tarjeta de crédito, basura, semáforo en rojo, renta de alquileres, nos encontramos entre los líderes en falsificación de: medicina, cigarrillos, tabaco y alcohol, etc., etc.). Por primera vez desde 1990 en que la ONU incursionó con el concepto de Desarrollo Humano conceptualizado por Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, los niveles de calidad de vida, salud, educación no habían descendido en el Subcontinente.

Urge diseñar un horizonte con mayor cohesión social y donde la confianza emerja como el elemento crucial del capital social para generar más democracia y menos desigualdades. De lo contrario, el capital de protestar se sobredimensionará al capital de los partidos. Rupturemos esta sociedad tradicional y conservadora que nos añusga, hacia una sociedad más abierta.