Parecería prudente pues, que en estos tiempos de confinamiento darnos la posibilidad de reír más, que además de ser barato, tiene buenos resultados para nuestro bienestar físico y psicológico.

La risa, esa en ocasiones aliada travesura, nos acompaña siempre y se manifiesta en cualquier situación por “seria” que esta pudiera ser.

  • Le viste la cara, parece que murió feliz.
  • Ante la insólita caída de bruces del hombre que corría por la calle y que, al pisar una cáscara de guineo, cae “patas arriba”. Todos los transeúntes ríen, aunque no existe “ninguna mal intención en ello”.
  • Ante el notable ruido que sale de su vientre en el momento de la consagración del pan y el vino en la misa católica, provoca la hilaridad de todos cuantos escucharon la sonoridad que sale de dentro. Otros, lo harán sin saber por qué, es una especie de “solidaridad inconsciente”.

Pero no siempre es así. En general es un acto involuntario que nace de manera espontánea ante cualquier situación que nos genere cierta gracia.

Nos reímos de muchas cosas: de un sombrero o una prenda de vestir que entendemos ridícula; nos reímos del comportamiento de un perro o gato, o cualquier otro animal, al descubrir en dicho animal un comportamiento que nos parece humano, pero tonto; reímos ante las ocurrencias de un niño o una niña por las cosas que hace o dice; reímos por contagio, ante la risa de los demás.

En muchas ocasiones, en cambio, dicho comportamiento parecería manifestar cierta insensibilidad ante la realidad del otro, pudiendo caer en la burla.

A diferencia de la comicidad, la risa como tal no requiere el uso del entendimiento y mucho menos de “cierta inteligencia”. Se da ante una situación determinada por la “gracia” que esta produce en nosotros. La comicidad, en cambio, es un ejercicio que requiere de ciertos conocimientos y compresión del público que se dirige, como de la gracia y habilidades histriónicas de los humoristas, en un contexto social y/o cultural determinado. Es por ello, que disfrutar y reír de las situaciones que se producían en los programas de Benny Hill, actor y comediante británico, definitivamente que requiere de situarse en su contexto cultural inglés, además de darle significado a su actuación. Lo mismo ocurría con el comediante norteamericano Jerry Lewis. Ambos casos, en definitiva, tenían su público. Por supuesto, el problema no siempre es cultural, pues aún dentro de un mismo contexto cultural entre actuantes y público, no siempre dichas actuaciones producen la hilaridad esperada. A veces, más bien, producen rechazo. El humor es un arte que no todo el mundo domina. Generalmente, el buen humorista traspasa no solo los contextos culturales sino incluso épocas. Hoy, “Tres patines”, es capaz de hacer reír a jóvenes y adultos por igual.

Históricamente y, en ciertos contextos socioculturales, la risa ha sido objeto de “sanción”, por lo que ella es capaz de generar. En estos días la amiga Rosalina Perdomo Montalvo puso en su muro de Facebook un relato interesante sobre la risa, en ese sentido, y que lo extrae del libro de Umberto Eco El nombre de la rosa, el cual dice así:

¿Puede ser subversiva la risa?

Veo reír a carcajadas a unas actrices de teatro, a la vez que sigo mi lectura de “El infinito en un junco”, que trae a colación la argumentación que hace en “El nombre de la Rosa” el monje asesino, acerca de por qué deben ser eliminados los escritos de Aristóteles sobre la risa, les transcribo un trocito: “Este libro eleva la risa a arte, la convierte en objeto de filosofía y de pérfida teología. La risa libera al aldeano del miedo al diablo, porque en la fiesta de los tontos también el diablo parece pobre y tonto, y, por tanto, controlable. Pero este libro podría enseñar que liberarse del miedo es un acto de sabiduría. Cuando ríe mientras el vino gorgotea en su garganta, el aldeano se siente amo, porque ha invertido las relaciones de dominación; pero este libro podría enseñar a los doctos a legitimar esa inversión. De este libro podría saltar la chispa luciferina que encendería un nuevo incendio en todo el mundo…”.

La risa, adquiere entonces un poder provocador y transformador. ¿Será por eso por lo que en la página The Citizen, y un artículo publicado por Emilio Arnao el 13 de abril del 2019, bajo el título Nos han censurado la risa de Aristóteles llega a decir:

“Hemos definitivamente dejado de reír. Nos lo han prohibido. Hay vallas publicitarias por Múnich que dicen: “Sé triste y podrás cotizar en los mercados”. (Nos han censurado la risa de Aristóteles – The Citizen).

Por otro lado, y dentro del campo de la psicología científica, se ha ido desarrollado la risoterapia, como una estrategia de mejoramiento de la calidad de vida. De acuerdo con el estudio Risoterapia: un nuevo campo para los profesionales de la salud realizado por Christian, R., Ramos, J., Susanibar, C. y Balarezo, G. en el 2004, se dice: “la risa puede ser un complemento de las terapias convencionales, puede ayudar al profesional de la salud en la recuperación del paciente y en la mejora del ambiente de trabajo. Además, esta terapia al no tener casi costo sería accesible para todos los establecimientos de salud y las personas.”

Los investigadores plantean que la risa, desde un punto de vista fisiológico, permite importantes contracciones del diafragma, acompañadas de contracciones involuntarias de los músculos faciales (50 más o menos), resonancia de la faringe y del velo del paladar, así como de las secreciones lagrimales y la limpieza que esto supone, y el movimiento de alrededor de 300 músculos de diferentes partes del cuerpo.

En resumen, unas buenas secciones de risa y carcajadas pueden traernos importantes beneficios físicos (ejercicio, masaje, limpieza, oxigenación, analgésico, rejuvenecedor, activación del sistema circulatorio y cardiovascular, mejoramiento del sueño y eliminación de calorías); psicológicos (eliminación de estrés, alivio de la depresión, proceso de regresión, exteriorización y mejora de la autoestima) y sociales (por su carácter contagioso, facilitador de situaciones sociales, poder comunicativo del humor, forma de romper el hielo y mejora de las relaciones interpersonales). (Contenido (scielo.org.pe)

Parecería prudente pues, que en estos tiempos de confinamiento darnos la posibilidad de reír más, que además de ser barato, tiene buenos resultados para nuestro bienestar físico y psicológico.