El Registro de Grado es un recurso educativo que forma parte del conjunto de apoyos pedagógicos que el Ministerio de Educación le ofrece al profesorado en ejercicio. Es una herramienta, que aunque tiene muchos años en el sector educación, sigue conservando importancia y validez. En épocas anteriores, el énfasis del Registro de Grado era el control de la asistencia, la transcripción de las calificaciones de los estudiantes y la especificación de observaciones necesarias. Pero este tipo de Registro de Grado se tornó obsoleto ante los cambios educativos que se están produciendo a nivel mundial y ante los intentos de reformas educativas que se han producido en el país.
La obsolescencia del Registro de Grado anterior, indujo a las autoridades educativas a elaborar una versión nueva, que se validó en el curso escolar 2015-2016, que acaba de finalizar. En los últimos días, la prensa escrita, diarios digitales y diversas redes sociales han resaltado las reacciones de los profesores del país, especialmente los del sector público, con respecto a esta nueva versión del Registro de Grado. Son reacciones que ponen en evidencia la preocupación de unos, y el rechazo de otros, por el estrés que el mismo les genera.
Nos preguntamos, ¿cuál es la novedad del Registro de Grado actual? Hemos encontrado aspectos importantes, pues intenta otorgarle más peso a la dimensión cualitativa de la educación, al priorizar el seguimiento a los procesos de aprendizaje de los estudiantes y no a los eventos; promueve un seguimiento más integral y personalizado de estos procesos; tiene como foco, las competencias y los aprendizajes más relevantes; intenta avanzar, de la medición y mera calificación, a la evaluación educativa y destaca elementos del contexto de los estudiantes que inciden en sus aprendizajes. Se percibe además, cierto interés en que el profesorado se inicie en el proceso de sistematización de su trabajo en el aula.
Este conjunto de procesos y procedimientos, puede potenciar la capacidad reflexiva del profesorado. Por ello, consideramos que estos aspectos, podrían alentar la innovación en el modo de pensar y de registrar los procesos que viven los estudiantes en los grados que cursan.
Entonces, ¿dónde está el núcleo del conflicto generado por el nuevo Registro de Grado? Hemos constatado que hay varios elementos que están en la base del conflicto: el Registro de Grado actual se lanzó con un proceso de capacitación que no permitió una comprensión a fondo de la nueva perspectiva y de la estructura del mismo. Tiene una estructura con más de 15 apartados, una extensión y complejidad para la cual el profesorado no tiene estructura de apoyo. Hay que completar cada uno de los apartados con múltiples detalles en un tiempo que excede el tiempo escolar; que ocupa el tiempo de la casa, el tiempo de ocio y descanso del profesorado.
Asimismo, el profesorado tuvo que repetir los nombres de los estudiantes en múltiples ocasiones, acentuando un trabajo mecánico e irreflexivo que va en contra de lo que se desea cambiar. Además, el Registro de Grado contempla espacio para 35 estudiantes y muchos grados tienen hasta 38 y más. Esto incrementó el tiempo y el trabajo del profesorado, al tener que dedicarse a fotocopiar y hacer adecuaciones en el Registro.
Otro aspecto a tener en cuenta es que hubo poca o ninguna participación del profesorado en la elaboración de esta innovación. Obviar al profesorado en esta construcción, obstaculiza e invalida el cambio. Se constata además, poca coordinación y diálogo entre el Ministerio de Educación y el profesorado. Esta situación no favoreció el desarrollo de un proceso de información y de sensibilización, que hiciera atractivo el nuevo Registro de Grado. El Registro de Grado llegó tarde a los centros educativos y no todos recibieron la cantidad requerida.
Como podemos notar, son diversos los aspectos que han influido en la gestación de la problemática generada por el Registro de Grado actual. Pero es importante recordar, que el conflicto puede convertirse en un principio de investigación que derive en decisiones efectivas y educativas.
En este contexto, le sugerimos al Ministerio de Educación: revisión de la extensión y de las repeticiones que requiere el Registro de Grado. Ir a lo esencial. Mejorar significativamente, la información y participación del profesorado en el proceso de construcción del Registro de Grado. Planificar el lanzamiento de este recurso de apoyo para que llegue a tiempo a los centros educativos y no violente ritmos y procesos. Avanzar hacia una versión digital del Registro, acompañada de una adecuada preparación del profesorado en informática educativa. Además, garantizar el equipamiento tecnológico de los centros educativos y el asesoramiento técnico necesario. Construir la cultura del cambio, desde procesos dialógicos e inclusivos para que no despierte resistencias, ni desarrolle lógicas que podrían reflejar imposición del cambio.
El Ministerio de Educación tiene una tarea pendiente: explicarle a la sociedad, cómo se puede validar que: la asistencia diaria se considera importante para el proceso de aprendizaje, pero no forma parte de la evaluación de los aprendizajes (p.71 en el Registro de Grado) si no han sido derogados por el Consejo Nacional de Educación los artículos 29 y 51 de la Ordenanza 1-96 que establece el Sistema de Evaluación del Curriculum de Educación Inicial, Básica, Media, Especial y de Adultos.
De igual manera le recomendamos al profesorado, que mantenga una actitud proactiva ante los procesos y recursos educativos que pueden generar cambios significativos en su tarea educativa. Presentar propuestas e iniciativas que posibiliten su participación creativa y dinámica en la versión final del Registro de Grado. Desarrollar acciones y procesos que lo comprometa con políticas educativas que potencien la innovación y la inclusión en educación. Cuidar su preparación para tener más capacidad de diálogo y negociación con el Ministerio de Educación. No cansarse de aprender y de reimaginar su misión educativa.
El cambio educativo es para general vida en el aula, en los estudiantes, en el profesorado. Vida que se traduzca en aprendizajes duraderos, en participación democrática de los actores y en un compromiso firme con una práctica educativa en constante renovación