La Policía Nacional se ha convertido en un problema que preocupa a todos los dominicanos. Tanto para las autoridades gubernamentales, como para la ciudadanía en general. El país necesita un cuerpo de orden con un funcionamiento adecuado sino óptimo. Pero por el contrario, se repiten los casos de miembros de la institución policial implicados en casos de violencia, asesinatos, robos, servicio a entidades y personas privadas, y hasta narcotráfico. Pareciera que más que un cuerpo del orden público, la policía se ha ido transformando en un cuerpo del desorden y el desasosiego público. Y es una historia que viene de lejos y que no tiene una solución sencilla. Comenzando por el Jefe del Estado, hay un claro clamor nacional de transformar el actual cuerpo policial, en uno eficiente y que inspire confianza. ¿Cómo iniciarlo y cómo lograrlo? ¿Cuáles medidas deben aplicarse en el corto, mediano y largo plazo?

La naturaleza de los cuerpos policiales, sean nacionales o subnacionales, implica un monopolio del uso de la fuerza para limitar o controlar el delito y la violación de los ordenamientos jurídicos. Son instituciones típicas de las sociedades capitalistas y particularmente de zonas urbanizadas del siglo XIX y el XX. Sus ejemplos paradigmáticos, como la Policía Montada de Canadá, el FBI  como policía federal de los EEUU, los Carabinieri italianos, el Departamento de Policía de la Ciudad de New York, la Scotland Yard de Gran Bretaña, la Policía y la Gendarmería Nacional de Francia, la Guardia Civil de España y los Carabineros de Chile, entre otros son bien conocidos. Pero también hay contra ejemplos, como el lamentable caso de la Policía Nacional de Haití, muchos de los cuerpos policiales de México, la policía de El Salvador antes de los acuerdos de paz, el cuerpo policial de Filipinas, entre otros.

Pero es imposible desligar a los mejores y más experimentados cuerpos de policía del uso de la fuerza y en muchos casos hasta de la brutalidad policial. La relación entre observación de los Derechos Humanos, contenidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los protocolos de intervención y uso de la fuerza de los cuerpos de policía, es una tarea ardua, permanente y compleja. La policía no puede usar la violencia y las armas de fuego como si fueran vaqueros del antiguo oeste de Estados Unidos, pero tampoco pueden estar paralizados y sin recursos frente al delito.

Por eso nos preguntamos: ¿Debemos reformar la policía nacional o revolucionar de un extremo a otro nuestro cuerpo del orden público? ¿Basta con el cambio de imagen, nuevos protocolos, los famosos cuadrantes, vehículos, medios de comunicación  y centros de formación? Nuestra Policía debe ser transformada en todos los aspectos. No es como dice un viejo refrán francés, de no tirar el bebé con el agua sucia. Parece que hay tirar a ambos. Hay que cambiar la concepción, la formación, la selección, los ámbitos de intervención, el protocolo de uso de la fuerza, los medios tecnológicos y hasta la imagen física de nuestro cuerpo del orden. Es cierto que los desafíos a que se enfrenta la Policía Nacional, son tan complejos y variados, que no existe una fórmula mágica. Tomemos por ejemplo el caso del tránsito vehicular en las ciudades y el transito  interurbano. Hay un desafío permanente de muchos conductores, al punto de insultar y hasta agredir a los policías de tránsito, y estos fajarse a golpes con los conductores. Esto no es posible. La autoridad representada por la Policía debe infundir respeto. El caso de las violaciones de todo tipo de los motoristas es alarmante…y la falta de exigencia de los policías de tránsito al cumplimiento de las normas de todos pero especialmente de los motoristas.

En otros casos los policías, “guardianes de ley” se desentienden de violaciones flagrantes de muchos ciudadanos que nos convertimos en “chivos sin ley”. La policía debe ser transformada o revolucionada, pero los ciudadanos también deben por convicción o por imposición observar las leyes y reglamentos y respetar al representante de la policía. Es un equilibrio complejo que debe ser observado permanentemente y las correcciones adoptadas en cualquiera de los sentidos. El nivel de educación de los agentes de policía es fundamental en este sentido. Educación en general y preparación policial en particular.

La Policía Nacional de República Dominicana es un cuerpo derivado de la Guardia Nacional, creada durante la ocupación militar del país por el US Marine Corps entre 1916 y 1924. Al momento de la ocupación militar de Estados Unidos, todas las fuerzas armadas del país, como la Guardia Republicana (la conocida como Guarida de Mon Cáceres) o el Ejército, fueron disueltas y desarmadas por los invasores norteamericanos. El surgimiento de focos de resistencia social u oposición a la ocupación, dio como resultado el surgimiento de distintos tipos de rebeldes, como los llamados “gavilleros del Este” o la hermandad de “Liborio Mateo” en la provincia de San Juan. Todas estas expresiones fueron enfrentadas por las tropas norteamericanas, pero para ello debieron integrar personal nacional dominicano que conocía las técnicas y tradiciones de guerrilla y combate de las luchas independentistas y luchas intestinas dominicanas. Luego de la desocupación del país por las tropas  norteamericanas en 1924, la Guardia Nacional fue transformada en 1930, por ley del Congreso, en Policía Nacional y después en Ejercito Nacional. La actual estructura de la PN fue adoptada en marzo de 1936, pero siempre comandada por oficiales militares del Ejército Nacional hasta fechas recientes. La PN es desde su creación un cuerpo militarizado para interactuar con civiles. Es decir, el origen más lejano de nuestros policías y nuestros militares se ubican en la invasión militar del país por los Estados Unidos, y por tanto su asimilación a la tradición militar.

Sin embargo, un cuerpo como el policial, que por su naturaleza es un Cuerpo Civil, hereda de sus orígenes, una estructura y una idea militar. Es por ello que los militares de las fuerzas armadas dominicanas y los policías, se autodenominen ambos coloquialmente como “guardias”. En ese sentido, una de las primeras acciones para refundar la policía es abandonar el espíritu de “guardias” de la PN. Incluso, es tan cierto lo anterior, que los miembros y oficiales de la policía nacional no pueden votar en las elecciones nacionales o locales, al igualarse el policía al militar. La policía debe transformar por tanto, sus rangos puramente militares, por rangos puramente policiales, desde suboficiales ayudantes, pasando oficiales inspectores hasta comisarios en sus distintas denominaciones. Y el actual Director General de Policía, debería pasar a ser un civil, como Comisionado Nacional de Policía, como los demás miembros del cuerpo, uniformados o civiles.

Otros aspectos cruciales de la transformación de la policía, es la política de remuneración y escalafón, así como el equipamiento básico y el equipamiento complejo. Hay unidades a rehacer totalmente, como aquellos encargados de delitos fiscales y financieros, que actualmente apenas existe; la policía de cercanía para ser “guardianes de la paz”; la policía de tránsito; la unidad de control de motines; las unidades de operaciones especiales; la policía científica; la investigación del crimen y el narcotráfico; la integración de la policía con la política de combate al narcotráfico y a tráfico de personas; la unidad de asuntos internos; la relación con la Fiscalía Nacional y el Ministerio Público como cabeza de la lucha contra el crimen,  y la inteligencia policial entre los mas relevantes.

Pero no se puede perder de vista que República Dominicana, como la mayoría de los países del mundo y de nuestra región latinoamericana y caribeña ha sido duramente golpeada por la crisis económica causada por la pandemia de la COVID 19. Las finanzas públicas están extenuadas, como lo está la misma policía y la ciudadanía de los prolongados estados de emergencia. El programa de reforma tiene necesidad de muchos recursos. Sin embargo en la Policía hay personal sin trabajar y los que trabajan con bajos salarios y beneficios sociales.

Igualmente, este programa de seguridad debería considerar integrar un nuevo cuerpo que denominaríamos Gendarmería Nacional  como recientemente se hizo en México con la integración en la Guardia Nacional uniendo muchos cuerpos dispersos. La Gendarmería Nacional que proponemos podría ser un cuarto cuerpo de las Fuerzas Armadas, con la integración de los distintos cuerpos separados y sin relación entre sí, como el Cuerpo de Seguridad de Aeropuertos, el Cuerpo de Seguridad de Puertos, el Cuerpo de Seguridad de Fronteras Terrestres, la Policía Turística, entre muchos otros existentes. La práctica de servicios de policías y militares a entidades y personas privadas debe desaparecer para siempre, a fin de dignificar los miembros de esos cuerpos, y eliminar una posible fuente de corrupción.