Ha pasado un tiempo, al parecer algunos años, en los cuales hemos ido aprendiendo y evolucionando. Pasito a pasito, porque lo hacemos solos, separados, cada uno por su lado. Pero no importa, lo importante, es que se haga. Ya no es una moda, sino una tendencia que cobra cada vez mayor reconocimiento y auge: el aprovechamiento de los residuos sólidos.

Conocemos que para llevar a cabo el reciclaje de los residuos, esto es, su transformación en otros productos, debemos inicialmente separarlos y clasificarlos, para así poder dirigirlos más cómodamente a su proceso de aprovechamiento: plásticos, los más apetecibles, en sus diferentes formas, vidrio, latas, cartón, papel, periódicos. Antes los comercializábamos para exportarlos, pero ya estamos aprendiendo a reciclar el plástico y hacemos algunas cosas bonitas y útiles con ellos. También reusando existe mucha artesanía que se puede producir para movilizar la economía e introducir productos y trabajo a esta nueva forma de producción.

Cada vez más, grupos e instituciones se suman a esta nueva tendencia, cada uno con su forma de entender, ya sea por interés puramente económico, o tal vez, lo más raro, por interés de proteger el medio ambiente y también, por qué no, para difundir la adquisición de conciencia ambiental sobre la imperiosa necesidad de disminuir la producción de residuos que hacemos, en beneficio no tanto del ambiente, sino de nosotros mismos. La prueba de ello son los efectos de contaminación que producen, ya sea en los ríos y cañadas, en el mar donde muchos animales mueren por su ingesta y otras razones, o por el manejo inadecuado que aún se les da en algunos países como el nuestro, donde los vertederos a cielo abierto en mucho tiempo no podrán convertirse en historia patria, lamentablemente.

Y a pesar de que estamos entusiasmados con el reciclaje, aun no nos animamos con la separación y aprovechamiento específico de los residuos orgánicos. Vivimos en un país tropical, donde el calor no nos ayuda mucho en este tema, puesto que provoca su rápida descomposición. Más que un aliciente para aprovecharlo mejor. Sólo es necesario mezclarlos con un poco de tierra, taparlos con hojas secas y así podremos evitar la presencia de insectos y malos olores. Y el beneficio, como dicen algunas campañas por ahí, es DINERO. Y no solamente dinero, sino riqueza de la que hemos perdido mucha, puesto que el procesamiento de los residuos orgánicos produce un excelente mejorador de suelos para nuestros campos agotados por el uso excesivo de agroquímicos.

Nos aproximamos al final de un año, de un ciclo. Al final de una década, la segunda de este nuevo milenio, el siglo XXI. Animémonos a introducir cambios para mejorar nuestro ambiente aprovechando los residuos orgánicos. Ello contribuiría a disminuir grandemente el problema de emisiones de gas metano en los vertederos, ese gas cuyas “manos criminales” enciende los vertederos y produce enfermedades respiratorias en los residentes vecinos. En el reportaje de Nuria Piera sobre el vertedero de Jarabacoa me asombré cómo el profesor DE HISTORIA, Roberto Cassá, era quien identificaba las causas del incendio, mientras los responsables institucionales señalaban a las “manos criminales” que nunca aparecen, o que desvían la atención de su propia responsabilidad.

Y sería otra cosa que pudiéramos regalarnos para este nuevo año de inicio de una nueva década. Dar la oportunidad de gestionar las ciudades y pueblos a personas verdaderamente preparadas y con disposición real de atender las necesidades ciudadanas en este aspecto. Que tanta dedicación y conciencia requiere, pero en lo que existe tan poca disposición, más que para seguir en lo mismo, sugiriendo propuestas que sólo son nombres para ocupar un puesto que no llenan las capacidades necesarias, como hasta ahora ha ocurrido. Siendo que es tan fácil y agradable tomarse de la tarea. Sigamos promoviendo el reciclaje, probemos el aprovechamiento de los orgánicos, celebremos el nuevo año, la nueva década con nuevos desafíos, nuevas mentalidades y formas de pensar y hacer las cosas en bien de nuestros hijos y de nuestro futuro, su futuro.